Escoltado por dos docenas de elementos, Genaro García Luna llegó con su familia a desayunar a un conocido restaurante de Cuernavaca, Morelos… territorio de El Barbas Arturo Beltrán Leyva.
La presencia del entonces secretario de Seguridad Pública del calderonato en la llamada Ciudad de la Eterna Primavera no pasó desapercibida para el capo… quizá porque en el equipo de quien algunos llaman El Policía de Titanio –no se ría— había delatores.
No acababan de servir el primer café a García Luna cuando más de 60 sicarios al servicio de El Barbas ya habían reducido a los escoltas y llegado hasta la misma mesa que ocupaba el personaje.
Se lo llevaron. Lo levantaron. Lo secuestraron.
No fueron pocas las horas en las que, vendado de los ojos, atado de pies y manos, Genaro García Luna estuvo a merced de Arturo Beltrán Leyva.
Varias, muchas horas después, García Luna fue liberado.
¿A cambio de qué?
No se sabe.
Lo que sí se conoció fue la llamada que Arturo hizo a su hermano Héctor El Hache Beltrán Leyva –cuyo deceso acaba de ser reportado– para presumirle su hazaña. También, que El Hache montó en cólera contra El Barbas por haberlo soltado. Que lo hubiera matado. Que la venganza de García Luna iba a ser tremenda.
Y lo fue.
Fuerzas federales, apoyadas por marines estadounidenses, lo acribillaron semanas después en su departamento de Cuernavaca.
Y le dejaron billetes encima.
Tal vez los que había pedido para liberar al “secuestradito” García Luna.
¡Aguas, Jorge Alcocer!
Hace un par de años, el gobierno federal detectó 115 trámites susceptibles a la corrupción en 12 dependencias, por lo que decidió consultar a ciudadanos y empresarios si al llevarlos a cabo han sido víctimas, testigos o si han denunciado este delito.
La Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) encabezó la lista, con 38 procedimientos vulnerables; le siguieron la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), con 21, y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), con 11.
Y sí, es en Cofepris donde despachó hasta hace poco el doctor Juan Carlos Gallaga Solórzano, como comisionado de Autorización Sanitaria, y quien ha sido señalado –y por ello despedido por el propio secretario José Narro– de múltiples actos de nepotismo y hasta de corrupción, al haberse asociado con el administrador de un laboratorio guanajuatense con el que llevaba a cabo sus transas.
Gallaga Solórzano, quien llegó al cargo de la mano de su también paisano José Ángel Córdoba Villalobos en la fallida y corrupta administración federal de Vicente Fox, encontró su mina de oro en el área de Salud.
Y no quiere soltarla. Volver a ella.
Ahora se ha acercado a la doctora Asa Cristina Laurel, encaminada a ser subsecretaria en el equipo que encabezará el prestigiado médico Jorge Alcocer Varela y presume que también formará parte de este.
Se ha hablado mucho de esto en los últimos días, pero no ha habido declaraciones del equipo de AMLO que lo desmientan.
¿Será que Gallaga sí despachará en la próxima SSA, pese a las inconformidades que ha generado en la industria farmacéutica nacional, entre otras instancias de la sociedad civil?