Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Uno no puede refugiarse en la cómoda coartada de José Zorilla: Clamé al cielo/ y no me oyó/ Mas, si sus puertas me cierra/ De mis pasos en la tierra/ Culpable el cielo/ no yo.
En México se llama a todas las puertas del infierno. Siempre nos topamos con uno de sus rótulos: Impunidad. De ello sigue la incesante perpetración de crímenes contra la Libertad de Expresión. Los culpables son delincuentes de carne y hueso que siguen escudándose en la licencia de la narrativa cuentística de Edmundo Valadés: La muerte tiene permiso.
En lo que va de 2019, el conteo es ya de 13 periodistas asesinados. Uno más que los consignados en todo 2018.
Más peligroso investigar crímenes que perpetrarlos
La más reciente víctima ha sido Jorge Ruiz Vázquez, reportero del diario El gráfico de Xalapa, ejecutado en Actopan, Veracruz, la noche del pasado viernes. A esas mismas horas, desde Guerrero, se reportaba la muerte de Edgar Alberto Nava López, administrador de la página en red, La Verdad de Zihuatanejo.
Tres días antes, se registró el hallazgo, en Zacatepec, Morelos, del cadáver de Rogelio Barragán, director del portal de noticias, Guerrero al instante.
Ruiz Vázquez puso en circulación una nota postrera en la que denuncia el desvío de recursos públicos por entre 10 y 12 millones de pesos, presuntamente cometido por el alcalde Paulino Domínguez Sánchez, para pagar sobornos a autoridades de la Ciudad de México a fin de salvar a su hijo, Fermín Domínguez Barradas, involucrado en problemas con la justicia.
En octubre y noviembre de 2018, Ruiz Vázquez había sufrido dos atentados; el segundo de ellos con arma de grueso calibre en su domicilio particular, por lo que se le había brindado “protección”.
Desde entonces, escoltas del presidente municipal practicaban amenazas intimidatorias al periodista, quien el día de su asesinato no contaba con el resguardo de la Secretaría de Seguridad Pública.
Hojas del calendario sólo para tejer nuevas mortajas
De nada sirven las protestas de los colegas por esos atentados. Las hubo en Coatzacoalcos, Acayucan y en el puerto de Veracruz.
La racha de asesinatos de 2019 se inició el 21 de enero de 2019 en que fue ejecutado el periodista Rafael Murúa Manríquez, director de la primera radio comunitaria de Baja California Sur, ultimado en Mulegé.
En el día a día caen las hojas del calendario y sólo sirven para tejer una nueva mortaja a las víctimas de la incesante barbarie. No se puede vivir con tanto veneno.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.