Día del Trabajo. Siria la gran encrucijada para Obama. El primer lunes de septiembre de cada año se conmemora el Día del Trabajo en los Estados Unidos. Hoy los ciudadanos disfrutan, del largo fin de semana, en las playas, en casas de campo o con familiares, mientras los neoyorquinos asisten al torneo de tenis, US Open 2013, en Flushing Meadows a 30 minutos del corazón de Manhattan.
Pocos, permanecen atentos a los sucesos en Siria y a la inevitable intervención militar en represalia por el uso del gas sarín en contra de la población civil y de los insurgentes sirios, sin importar, que las dos constantes de la región del Oriente Próximo, el Islam y el petróleo, imperen, sin apreciar la amenaza que representan para Occidente.
El país esta a punto de entrar a otra guerra. La declaración de repulsión de la sociedad en general esquiva la realidad, en vez de enfrentarla con cuestionamientos al presidente: ¿Por qué involucrarnos? ¿En qué afecta al país? La gente se desentiende.
Se sabe del impacto en los precios del petróleo, la amenaza de actos terroristas y la desestabilización geopolítica, fuera de eso, entre otros temas, a la guerra civil en Siria se le quisiera ocultar en el cajón del olvido.
Las cortes internacionales que diriman el asunto del uso del gas sarín ¿acaso somos la policía del mundo? Repiten los ciudadanos.
La OTAN, (Organización del Tratado del Atlántico Norte) ha sido clara, a través de su secretario, Anders Fogh Rasmussen, quien planteó “una respuesta firme de la comunidad internacional al uso de armas químicas en Siria, aunque ha descartado participar en una intervención militar en el país, una decisión que ha considerado deben tomar los países individualmente”.
Los congresistas que participan en la discusión de los pros y los contras de la intervención, no logran todavía el respaldo, de la opinión pública de manera contundente, al contrario, las posiciones diametralmente opuestas la confunden sumergiéndola en un abismo de indecisión.
Por su parte, el presidente Obama, desea influir a los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham, reconocidos halcones de exteriores para que tercien en el Congreso para lograr la autorización del ataque militar a Siria. Espera, por igual, que el mensaje de los senadores consiga la simpatía necesaria del electorado.
El ejecutivo no esta dispuesto a pasar la vergüenza del primer ministro Cameron del Reino Unido, por la negativa del Parlamento a la intervención armada.
La sombra de las derrotas armadas permanece vigente entre los congresistas y los ciudadanos. Los Estados Unidos desde la guerra en Vietnam no ha ganado una sola, ni Desert Storm, la Tormenta del Desierto emprendida por Bush padre en Enero-Febrero de 1991, y que aunque liberó a Kuwait de las huestes de Sadam Hussein, éste permaneció en el poder.
Hubo que presuponer la posesión de armas de destrucción masiva para finalmente expulsarlo de Bagdad y fusilarlo de acuerdo a las cortes internacionales por genocidio.
De todos los conflictos, Estados Unidos, se ha retirado con dignidad cuestionable, de ninguno, con los laureles de la victoria.
La intervención en Siria, no sería la excepción. La encrucijada la representa la posibilidad a que la escalada se esparza en toda la región, contribuyendo a una larga guerra difícil de dimensionar.