In principio erat Verbum©
Simón Vargas Aguilar©*
“O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos.” Benjamín Franklin
El día fue declarado durante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas un 31 de julio de 2019; sin embargo, a pesar de que se instauró hace años, lamentablemente su conmemoración aún no es tan conocida, pero sí importante, y es que de acuerdo con datos de la institución antes mencionada la fecha busca convertirse en un medio para movilizar periódicamente los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz, la tolerancia, la inclusión, la comprensión y la solidaridad, a fin de construir un mundo sostenible de paz y armonía.
Es innegable que la violencia y el crimen se han apoderado de los diversos sectores, las agresiones continúan al alza, los asesinatos y ejecuciones se realizan con mucha más brutalidad, el acoso laboral y escolar son situaciones que afectan emocional y psicológicamente a las víctimas aumentando los problemas de salud mental, el incremento en la violencia intrafamiliar ha sido notable, y ante un panorama electoral complicado, no podemos omitir los cada vez más constantes homicidios de aspirantes; es por ello que trabajar en una cultura de paz se hace no solo necesario, sino indispensable.
Ante un mundo que pareciera alejarse de la paz y acercarse a una espiral de violencia cada vez más difícil de erradicar, el trabajo debe ser mancomunado, debemos actuar con empatía, sin miedo a denunciar a aquel que transgreda la paz, porque durante años el silencio y la indiferencia han permitido que la impunidad avance sin obstáculos. Hoy es necesario que retomemos el trabajo en valores, que la tolerancia, la solidaridad y el amor al prójimo sean pilares en la reconstrucción del tejido social.
En los últimos escritos he insistido en la trascendencia de cooperar socialmente para devolver la paz a nuestra vida, y es que durante décadas la confrontación y en particular el uso de la fuerza fueron las principales líneas de acción de la lucha en contra de la delincuencia, principalmente la organizada, y aunque en fechas recientes se ha cambiado a una dinámica que busca la pacificación evitando, de cierta manera, los enfrentamientos y la pérdida de vidas humanas, los resultados todavía no son los esperados.
No podríamos afirmar o negar que alguno de los dos métodos es mejor que otro, de lo que sí estoy convencido es que las agresiones y la escalada de violencia tienen causas multifactoriales, es así que para realmente reparar el tejido social es vital invertir en educación, en actividades culturales, en fomentar sistemas de salud eficientes y con calidad, en renovar nuestro compromiso social y en trabajar basados en el amor en el prójimo.
Claro que las instituciones tienen mucho trabajo que hacer en el proceso, porque se deben replantear las estrategias de seguridad, las políticas públicas deben involucrar la perspectiva de la población y se deben crear oportunidades laborales, porque es sencillo pedir que la gente denuncie o que se abstengan de delinquir, pero como Estado ¿se ofrecen las oportunidades necesarias para rechazar el crimen como forma de vida?, porque no sólo se trata de solicitar, sino de reflexionar sobre qué podemos ofrecer para evitar que, principalmente, las niñas, niños y jóvenes caigan en una vida de violencia.
Es necesario que no solamente durante esta fecha, sino que de forma cotidiana repensemos en las acciones que podemos cambiar o innovar, porque no podemos olvidar que la paz no consiste exclusivamente en la ausencia de diferencias y conflictos, porque es un proceso dinámico, empático y compasivo que incide en todos los aspectos de nuestra vida. Tenemos que actuar con responsabilidad.
*Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
*Si deseas recibir mis columnas en tu correo electrónico, te puedes suscribir a mi lista en el siguiente vínculo: http://eepurl.com/Ufj3n