• Petróleo y moneda, diabólicos intereses
• Y el mundo que vuela hacia nueva crisis
Visionario, el jerezano ex seminarista, Ramón López Velarde: Suave Patria, el Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo, el diablo. Yo agrego: y el peso, dinero maldito que nada vale.
Petróleo y peso devienen ahora, en estos tiempos de pueblerinos güeros encumbrados, en maldiciones y lo peor de todo es que son maldiciones anunciadas (¿verdad, amigo Amigón?), inclusive para los mexicanos que tienen lujuriosas propiedades en La Jolla, en Hollywood, en Nueva York, en la Riviera Francesa, en cualquier paraíso deste mundo donde florecen las más oníricas plantaciones de corrupción.
Y para qué dar nombres – en estos días está muy nombrado Pepe Murat Casab y sus críos, o Eladio Aguirre Rivero, compadre de doña María de los Ángeles Pineda Villa, esposa de José Luis Abarca, acusados por el MP de autores de la desaparición de los 43 normalistas que ya no aparecerán, ni sus cadáveres, porque Chucho Murillo Karam ya está cansado de buscar.
Todos están involucrados. Todos los políticos. – Es cierto aquello de que todos somos corruptos y todos asesinos, según los principios de los grandes cerebros de la sicología y de la siquiatría modernas -. Dicen los campesinos de mi tierra que los políticos son coyotes de la misma loma. Y Virgilio, se lo aseguro, no investigará a nadie. Menos Jesús. Éste ya debería estar tomando la siesta en Pachuca o en Tulancingo. Ya está cansado.
Y vaya que los diabólicos veneros ahora están sacando de su madre al débil caudal de la economía mexicana. Todo el mundo de la elite político gubernamental se fue con la finta de la estabilidad de los petroprecios. Los malos estudiantes de economía del doctor Vide calcularon el barril en 79 dólares. Pero se les cayó el cálculo por la ligereza con la que eligen las fallidas políticas económicas. Y ahora, desgraciaron al presupuesto federal, tanto que tuvieron que hacer como que recortaban gastos que consideraron innecesarios.
El propio Banco de México lo ha reconocido. La caída de los petroprecios repercutirá de manera sustancial en el comportamiento de la economía mexicana.
El peso, por supuesto, no podía quedarse atrás de los petroprecios; tenía que entrar, a fortiori, en zona de turbulencia. Y comenzó su caída. El dólar estadounidense rebasó ya la cotización de 15 pesos y continuará sobrevaluándose por la presión de la fuga de capitales de México hacia bancos del exterior, sobre todo Estados Unidos y Suiza. Los capitales mexicanos depositados hasta el momento más allá de las fronteras mexicanas pisan ya los 500 mil millones de dólares, muy por encima del total de reservas internacionales del Banco de México.
Y así todo está puesto para que la moneda mexicana continúe devaluándose y representando, por tanto, un gran hándicap en contra de las finanzas públicas, que afectará, entre otros asuntos, a la carga de la deuda externa contratada con la banca privada del exterior, que se incrementará al paso de la devaluación del peso.
La mayoría de los miembros de la junta de gobierno del Banco de México expresaron preocupación por las implicaciones de estabilidad que podría tener la depreciación del tipo de cambio, tanto que el banco decidió mantener la tasa clave de interés hace dos semanas, pero señaló preocupaciones sobre la estabilidad financiera por la depreciación que ha sufrido el peso.
La política monetaria del Banco de México enfrentará así un entorno difícil en 2015. El peso ingresó a finales de noviembre en un periodo de depreciación, que lo llevó a perder en todo 2014 un 13 por ciento, su peor caída desde 2008.
Y ya no nos referiremos a otro elemento adicional contra el crecimiento económico del país y la productividad: el gran sector informal que prevalece, como lo acaban de reconocer los miembros de la junta de gobierno del banco central. Son millones, alrededor de 30, los trabajadores que han tenido que emigrar a las actividades mercantiles de la economía subterránea, a pesar de los anuncios del gobierno de “rescatar” a todos y sumarlos a la economía formal. Pero a quién le interesa la economía formal si está patas pa’rriba,
Petróleo y Peso, así, se han convertido en las grandes maldiciones para la economía. Claro que al poeta potosino le asistía toda toda la razón cuando llamaba a los mantos de aceite como los veneros del diablo.
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