Los econometristas a sueldo de los políticos, los foristas televisivos y los analistas paniaguados de los centros de investigación financiados por los empleados bancarios, tienen mucho rasgándose las medias, no sólo las vestiduras.
Apabullan con su verdad. Con una ciencia aparentemente muy complicada, pero tan chiquita y más sencilla que la tabla del uno. De eso han vivido, pero no merecemos ese bombardeo de cápsulas para idiotas.
Y es que no pasa una quincena sin que estos complicados y contaminados cerebros encuentren argumentos suculentos para tomar una pluma, un micrófono o un auditorio y propalar que habitamos en “la décima economía del mundo” o que la corrupción nos cuesta el diez por ciento del PIB.
Especialmente en este sexenio, tienen años trabados alrededor de una discusión “de toma y daca” –donde ellos solitos se preguntan y se contestan– sobre las perspectivas de crecimiento anual, que normalmente siempre pierden ante” la cruda realidad”, dijera Gramsci.
Si el candidato en campaña tuvo la ocurrencia de prometer que, durante el sexenio, México iba a crecer arriba del 5 por ciento anual, ellos acomodan sus herramientas teóricas y ponen a la ciencia al servicio del mejor postor. Avasallan con su cinismo.
Ahora mismo se están desgañitando para ubicar ante el incauto público lector o televidente cautivo que “creceremos este año al 3.8%” y, si de plano nos va mal, estaremos en el lindero del 3.2%. ¡Qué desparpajo! ¡Qué morro!
Total, en el casi seguro escenario de que se equivoquen, siempre tienen a la mano la disculpa de sus compañeros de viaje: “el descenso en el dinamismo económico de los EU”, “la recesión europea” o “la competitividad de China, el grupo BRIC o los nuevos actores del Pacífico”.
Contra ellos no se puede. Nadie ha podido, en todo lo que llevamos de los últimos cincuenta años de vida institucional. Cuando cambia el color del Partido en el poder, ellos siguen tan campantes. Son intocables y casi sagrados. Son dueños del oráculo de la miseria. El único que si se equivoca, vuelve a profetizar.
Financieros: Sociedad Secreta Inexpugnable
Así, pues, los iniciados analistas ven indicadores ocultos para los legos, como ese crecimiento fantasmagórico de los setecientos mil empleos formales, con Seguro Social y toda la cosa, o que el sector exportador de automóviles (extranjeros, que mal ensamblamos) derramará el maná sobre la desesperada población (!).
Todo este complejo entramado de ciencias ocultas, forma parte de los vicios académicos de desarrollistas, y de economistas funcionales al aparato que siempre se empeñaron en medir nuestro nivel de crecimiento, a veces, hasta por la cantidad de agua gasificada que consumíamos.
Tales afanes fueron enormemente retribuidos por gobiernos “agradecidos”, porque gracias a los estudios de estos aprendices de tecnócratas que los colocaban –con sus iguales en Nueva York y Washington– en los casilleros de los usureros internacionales, se consiguieron préstamos condicionados y atados durante algún tiempo, de recuerdo “estabilizador”.
No cabe la menor duda que estuvo de moda. Fueron los jefes de los departamentos económicos del Banco de México, de las secretarías de Hacienda, Comercio, Fomento Industrial, Patrimonio y todas las descentralizadas que nos podamos imaginar y que pudieran pagarlos.
Blindados con salarios, premios, prestaciones, casas, viajes, homenajes en vida y edecanes de sultán, los estadísticos empollaron a más de cuatro presidentes de la República que, ya en el poder, hicieron de esos conocimientos de cuartillo, condición sine qua non para ascender.
Formaron una escuela inentendible e impenetrable. Más que una sociedad secreta, donde si algún extraño se asomaba a recriminar sus zarandajas y mentiras disfrazadas de academia, lo expulsaban no sólo de su cofradía, sino del gobierno para lo que le restara de vida.
Por un grave problema, en mala hora enquistado en la frágil caracterología nacional, fueron en grado sumo más apapachados por El Sistema, que los magistrales operadores electorales que convertían las ánforas en auténticas legitimadoras de la casta política, más defenestrada que un toro de lidia con los cuernos recortados.
Cualquier ocurrencia de los genios de la econometría, como subir un punto en la apreciación de alguna correduría financiera, el sujeto de marras era acreedor a un avituallamiento de Califa para hacer un postgrado de mentiritas en cualquier universidad del mundo, con salario de seis ceros garantizado a su retorno, hasta si regresaba reprobado.
Cerradas las Puertas del Crédito Internacional
Por otro lado, los operadores políticos del sistema, aquéllos que se esmeraban en el campo de batalla por hacer realidad esos costos monetarios inflados y desperdiciados, eran sometidos al ludibrio público. Mal pagados, y a veces encarcelados por ofender a las buenas conciencias electorales.
Al final del día, en medio de un país desafortunadamente dominado por la hipocresía, la falsedad y la petulancia, salieron vencedores los ensoberbecidos genios del escritorio, y ya ve usted, ¡así nos fue! ¡Así nos va!
Hoy, destacan en sus sesudos análisis, el diez por ciento del PIB –que dice el Banco Mundial desde hace veinte años– que el país pierde por las mermas, comisiones, entres y moches de la corrupción y la falta de seguridad, así como de la ausencia de una eficaz mejora regulatoria del sistema administrativo público, no lleva a ningún lado.
Pero no hacen ninguna referencia al otro diez por ciento del PIB, el que “desapareció “en las fosas clandestinas del Virrey Videgaray. Las cuentas no cuadran, si registramos que el diez por ciento mentado equivale a los dos billones de pesos que sustrajeron para secar la economía y… ¡ya no existen!
Sí el PIB nacional vale veinte billones de pesos anuales, el diez por ciento de la corrupción son dos billones, más el otro diez de Videgaray, otros dos billones, que si Pitágoras no era pendejo, son cuatro, es decir, el 20% del PIB, ¡que se embolsaron en las narices de todo mundo!
¿Por qué no dicen los aguáchales financieros que gracias a eso, todos los prestamistas internacionales, alineados al FMI, al Banco Mundial y hasta a los corredores europeos y asiáticos nos dieron en días pasados con la puerta en las narices?
¿Por qué no cuentan esas cifras en sus análisis de la corrupción? ¿Por qué dicen ignorar que los conflictos de interés presionan al alza cotidiana en el costo de las obras públicas, hasta incidir en las negativas cuentas nacionales, que siguen sin registrar la inversión “productiva” del “gobierno”?
¿Por qué siguen engañándonos de que el conflicto de interés no existe como delito, si a todo lo largo y lo ancho de la legislación sobre transparencia se destaca en la base de los enriquecimientos inexplicables, asociaciones delictuosas y los ilícitos patrimoniales federales y locales?
¿Por qué se niegan a entender que, mientras no exista la aplicación de programas de capacitación, productividad y competitividad, que ya están en las leyes vigentes desde hace treinta y ocho años, no podremos crecer arriba del 2% anual?
Y Falta Honestidad en Manejo de Afores
Jamás he leído, oído o platicado con algún economista togado, de los que hacen opinión en sus cenáculos, sobre el invaluable papel que deben jugar las pequeñas y medianas empresas en el fortalecimiento del PIB.
Como, tampoco, de la honesta utilización de los ahorros en las Afores para destinarlos hacia proyectos productivos, industriales, comerciales o agropecuarios, serios y bien planificados. ¡Ah, no!, para ellos, las Afores son sólo el colchón que amortigua los fracasos del modelo.
Nunca he oído que recomienden dejar de engrosar las “reservas monetarias” –200 mil millones de dólares que el gobierno mexicano tiene en EU a bajísimo interés, sólo para apuntalar la moneda gringa– y en cambio, fortalecer estructuras de fondos soberanos (!).
Nunca he oído que algún togado de la economía se meta con la corrupción evidente que existe en la banca de desarrollo, paraísos de empleo light para juniors de políticos idos, sin oficio ni beneficio. Mucho menos que se atrevan a proponer medidas para su dignificación al servicio de los mexicanos.
Y ya que estamos en ésas, ¿qué proyectos, programas o ideas proponen esos mercachifles para atraer en serio la inversión extranjera directa a la economía total, no sólo a los pozos petroleros que siempre han sanjuaneado sus compañías, gracias a los inanes fruncionarios mexicanos?
¿Cuándo han propuesto ideas para abrir en serio el rejuego en el mercado de valores y en los títulos mexicanos? ¿Cuándo van a dejar de exprimir nuestras pobrezas?
¿Cuándo se van a dignar a ocuparse –aunque sea in verbis— del desarrollo del campo mexicano? ¿Cuándo se les va a ocurrir un programa que no sea asistencialista para producir comida y dejar de mendigar los carísimos y birlados mendrugos de Sedesol?
¿Cuándo van a hablarnos de ese pozo del desperdicio y la corrupción aberrante en que se han convertido los mandarinatos estatales, en los cuales los gobernadores sólo se ocupan de sus parientes y sus amores?
¡Shhhh! Cómo decía Federico Fellini: “¡de eso no se habla!”.
Índice Flamígero: Gracias a don Alfredo Álvarez Barrón quien hace llegar el epigrama de El Poeta del Nopal al que titula “El Tren del Olvido”. Obviamente, es el rápido México-Querétaro y que, con lo que Videgaray ha escamoteado, se podría echar a andar: “Nadie pudo evitar el gran ultraje, / todo a causa del bajo presupuesto, / mientras un Secretario, muy molesto, / de cara a la Nación daba un mensaje: / “lamento confirmar que el largo viaje / terminó donde dice: ‘Bienvenidos’; / hoy Confucio nos mira confundido, / casi podría decir: exasperado, / y el tren bala, eterno desahuciado, / ¡se pudre en los andenes del olvido!”.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
No creo estimado tocayo que creas,una sola palabra,de lo que “los oficiales” dicen del manejo,de lo que sea,desde el ‘gobierno”
Las Afores,como otros instrumentos,cajas de ahorro(ficrea),y otras jaladas ideadas entre gobierno y complices de la “iniciativa privada” (de escupulos).siempre han sido para robar,literalmente,los pocos ahorros que puede,podia, reunir un jubilado de mil o dos mil pesos mensuales.
Ficrea,es,como “los gaviotos” ejemplo de corrupcion,un granito en la mazorca en la historia de despojos a los ahorradores.Tú,amigo Paco,recuerdas,como yo,aquellas cajas de “ahorro”(fue con MMH?)que prometian arriba del 100% de intereses a los ahorradores,y cuantos de ellos se suicidaron cuando las cajas “desaparecieron” y hasta hoy,no las encuentran.
Un triste presagio que ya circulaba en el inolvidable (para puras vergüenzas) sexenio del frívolo que se ufanaba de su nepotismo y que dio entrada a los primeros neoliberales (monetaristas o Chicago boys).¡Como hemos crecido!, antes era el 5%. ¿Hasta dónde piensan llegar estos voraces?