· Ante los crueles infortunios
· Lo mejor es reír a carcajadas
Alegan los economistas afines, los orgánicos, los a modo, que la revaluación del dólar, o la devaluación del peso, es positiva porque de las exportaciones que las grandes empresas establecidas en México, mexicanas o extranjeras, realizan a Estados Unidos, ganan más en pesos. Les pagan en dólares y al cambio reciben más pesos.
Sin embargo, tales científicos no reparan en que los productores nacionales tienen que comprar en el exterior las materias primas que requiere la manufactura de los productos de exportación, lo que no les deja mucho margen para declararse ganadores, como sí lo son los bancos. Como el dólar se revalúa ante el peso, tienen que pagar más pesos por cada dólar.
Aunque todo es según el color del cristal con que se mira, como advierte el poeta.
Un gráfico ejemplo es el magro, pobretón, ingreso en dólares que Petróleos Mexicanos ha obtenido en momentos de aflicción como los actuales: Como lo reportó el Departament of Commerce (DOC) de los Estados Unidos: México recibió mil 415 millones de dólares por la venta de productos petroleros al país vecino, durante enero pasado, un descenso del 48.6 por ciento frente al mismo mes de 2014, por el abaratamiento escandaloso de los petroprecios.
La reducción fue resultado del efecto combinado de la caída en los precios internacionales del crudo y de una reducción de las exportaciones por volumen, que fueron de 23.6 millones de barriles en enero pasado, contra 28.4 millones el mismo mes del año anterior.
Petróleos Mexicanos obtuvo ingresos por dos mil 755 millones de dólares en enero de 2014 a valor aduanal, que excluye flete y seguros. El año pasado, México exportó 290 millones de barriles al mercado estadunidense por un valor de 27 mil 682 millones de dólares, con lo que recuperó su tercer sitio como abastecedor de crudo al mercado Estados Unidos, desplazando a Venezuela al cuarto lugar. Obviamente en este 2015 las exportaciones podrían ir en los rangos del 14 pero los ingresos descenderán de manera muy significativa.
Y la situación en el mercado cambiario no garantiza, de ninguna manera, que esos magros ingresos por ventas petroleras vayan a contribuir fuertemente a la recuperación de la economía, pues el Banco central se verá obligado a utilizarlos para evitar que el peso continúe en declive y parar, en la medida que la desconfianza ciudadano en el gobierno lo permita, mayores fugas de dólares hacia mercados del exterior.
De todos modos, la devaluación de la moneda nacional, al final, no beneficia a nadie, menos a quienes – si beneficia a los turistas extranjeros – tienen deuda en moneda extranjera, como el llamado sector público (el más endeudado), y las empresas exportadoras que se financian con deuda en dólares.
Las empresas que tienen que comprar en el exterior sus materias primas, como lo señalamos en la entrega anterior, la del viernes, tienen que pagar más que el precio de antes de la devaluación. Se sobreestima la moneda extranjera y por consiguiente se tienen que pagar más en pesos por cada dólar que se le paga al vendedor gringo, establecido en gringolancia.
No obstante todas estas desgracias – caída de los precios del petróleo, devaluación acelerada del peso, empobrecimiento también acelerado de la economía, empleos injustamente remunerados, inseguridad laboral, economía subterránea, carestía de básicos y los que usted agregue, tenemos que poner buena cara al mal tiempo porque si no, nos deprimimos y como no podemos pagar los servicios del siquiatra pues podemos o darnos un tiro en la cabeza, o lanzarnos al vacío y lo mejor de todo sería cortarnos las venas con una galleta maría.
A desfondo: quienes están muy interesados en ponerle piedras en el camino al actual embajador en Washington, Eduardo Tomás Medina Mora Icaza, difícilmente pueden probar, y de manera contundente, sus dichos. Lo que buscan es que el Senado no lo apruebe como ministro de la Suprema.
El principal interesado en esta tarea es Horacio Hernández Orozco, magistrado del Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito y quien forma parte de la terna que el jefe del Ejecutivo propuso al Senado para ocupar la plaza de ministro en la SCJN. Este prócer obviamente está afectado en sus intereses con la nominación de EMMI. El quiere a toda costa ocupar el lugar que dejó mi paisano Sergio Valls a su partida de este mundo. Tan desesperado pareciera andar que ya aseguró que la decisión del presidente de la república, de nominar a ese puesto al ex procurador, ha herido al Poder Judicial, como si el tal poder judicial fuese un ente herible – el herido es él -, pues lo hace ver como un “refugio para cuates”. El afectado advirtió que, en caso de que el Senado de la República apruebe esta candidatura, llegaría una autoridad previamente cuestionada por violación a derechos humanos. Expresó que designar a Medina Mora representará un “costo político” muy alto para la Corte y generará desconfianza en las resoluciones que éste emita. Por su parte, Pedro Salazar, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, urgió a hacer una reforma al método de elección. Veremos…
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