• De dinero, desaparecidos y esclavizados
• De una muerte anunciada por la EPOC
Para no haber habido sesión este miércoles en el pleno de la Cámara, estuvo el día más productivo que cuando ha habido en las últimas semanas: una profusa información de los manejos del dinero público por el gobierno federal, en el primer año del sexenio (13), la queja impaciente de los jornaleros de San quintín ante la junta de Coordinación Política y el dramático gemido – grito de dolor e impotencia – de los padres, madres y familiares de los policías federales desaparecidos hace poco más de cinco años en Michoacán, de cuyo paradero nadie ha querido darles razón, ni la misma PF ni menos la PGR.
La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, encabezada por su presidente Manlio Fabio Beltrones recibió a 13 representantes de los 90 mil jornaleros del Valle de San Quintín, Baja California, quienes solicitaron su intervención para establecer una mesa de negociación en la que participen productores, trabajadores y autoridades del gobierno federal y estatal, de tal forma que se resuelva la problemática que generó un paro de labores en aquella región, desde el 17 de marzo pasado.
Ay, y a mí, muy seguro de haber perdido la capacidad de asombro, después de ver tantas miserias, tragedias y dramas, se me arrugó el cuero con la revelación, en un foro organizado por la comisión de salud, de que cada año mueren 23 mil personas por obra y gracia de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, la tan temida EPOC – como si te ahogaras a mitad del océano -, íntimo amigo y compañero de mi vejez. Así que cuando te llegue la participación de mis funerales, miéntale la madre al tal EPOC.
Muchas noticias en muchas palabras, parafraseando a la Lolita Ayala en sus buenos tiempos al lado de Jacobo Zabludovsky, cuándo éste andaba vendido a la tigrada. Ahora es libre y conduce un espléndido noticiario en la radio. Se vale.
Perdón. Interesantísima también la presentación de un libro antológico de las muchachas que se fueron a la guerrilla en aquellos años maravillosos del destape de la conciencia juvenil, cuando muchos estuvieron seguros de que ya no había otro camino para instaurar la justicia en México más que la violencia revolucionaria. Estamos hablando de los años 70, de la guerra sucia que me dejó sin muchos compañeros y amigos. Ya era reportero.
Muchas irregularidades, que me daría pena atribuir a la manía de los políticos de meterle la mano a los dineros que se les confían, en el manejo de los presupuestos para financiar los programas de carácter social y de impulso a las actividades económicas. Lo dijo el mismo Juan Manuel Portal Martínez, Auditor Superior de la Federación, en la reunión con la comisión de vigilancia del órgano que dirige. Todo en San Lázaro.
Siempre ocurre lo mismo. Cuando la Auditoría Superior audita las cuentas públicas, invariablemente tiene hallazgos muy importantes, enormes irregularidades en el manejo de los dineros del erario, que dan motivo de sospechar de todo prócer de la maña, sea del PRI, del PAN, del PRD y ahora de ese engendro que huele a pudrición y que se hace llamar verde. Cuánto billete, amigos. Y billete grande. Y esos elementos, como lo dijo Portal Martínez a los diputados en la junta de este miércoles, ponen en riesgo la efectividad de los programas sociales, los subsidios y los apoyos proporcionados por el gobierno federal a la gente. Y es que no hay transparencia. Hay mucha opacidad. ¡Quién sabe por qué!
De los policías federales desaparecidos, la conferencia de prensa de sus padres y madres en la recepción de la Cámara movió a los pocos reporteros que la cubrimos. Duele, aunque ya esté uno acostumbrado al dolor, a las lágrimas, a la sangre, que las autoridades sean tan duras, tan valemadristas, tan irresponsables ante el dolor de la gente y más ante la desgracia de personas que no saben, por qué no se los quieren decir, dónde están sus hijos, que no eran ni criminales, ni narcotraficantes, ni subversivos, sino simplemente policías federales. Cuántas vidas se perdieron mientras Felipe y Genaro se despachaban con la cuchara grandota de los dineros destinados a la seguridad pública.
Y lo peor de todo es que los familiares de los miles desaparecidos en México, y no sólo de los siete policías federales, viven mascando su dolor y apretando los párpados. Nadie les va a resolver nada. Nadie. Menos Miguel Osorio Chong o Lía Limón, esta de derechos humanos de la empresa que maneja el hidalguense, que es la encargada de ver los asuntos de la población. Pero les tiene sin cuidado.
Y así transcurrió un día más en la vida de los reporteros que cubren las actividades en la Cámara de Diputados.
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Paco, gracias por ese texto que revive mi memoria confrontándola con una realidad que no fui capaz de prever en mis años de Cámara. Son otros los motivos, antes eran los despojos a campesinos, la insuficiencia del erario y el divertido debatir de los colosos de esos tiempos… Ahora son la misma explotación de los hombres , las mujeres y los niños de ese mismo campo, las causas arteriales de la misma insuficiencia y la muerte, la desaparición de personas. Sentí envidia leyéndote porque ya no puedo estar ahí para vivirlo… Y tu dolor. Te abrazo con afecto.