El arribo de César Camacho a la dirigencia nacional del PRI viene a complementar, con ideología, al pragmatismo del que ha hecho gala el nuevo gobierno desde hace 13 días. Hacía muchas décadas que la sede tricolor de Insurgentes Norte no tenía como principal inquilino a un pensador que, por si fuera poco, también ha demostrado ser un eficaz administrador y un mejor político.
Para mí, un ideólogo es alguien que posee una visión teórica de la sociedad en la que vive, de la historia que comparte con sus compatriotas, y del Estado libremente segregado para resolver conflictos comunes y darle sentido y forma a la convivencia. El ideólogo, en el mundo democrático, trata por medios pacíficos de acomodar la realidad a sus presupuestos intelectuales e intenta guiar a sus compatriotas en la dirección del país ideal que tiene en la cabeza.
Y así he visto a Camacho en los últimos años. Un político capaz de escribir, con lenguaje directo y a un tiempo elegante, sobre los grandes temas de coyuntura, pero también de aquellos que nos preocupan y ocupan a largo plazo.
Ha habido dirigentes nacionales del PRI que han sido ideólogos, Jesús Reyes Heroles y Porfirio Muñoz Ledo, ¡los más recientes!, y otros que no han pasado de ser meros gerentes ocupados en tramitar y procesar las decisiones que les llegan desde los centros de poder, señaladamente de Los Pinos.
El gerente político se nutre de la experiencia más que de los esquemas teóricos. Es un práctico solucionador de problemas. Ama el sentido común por encima de todas las cosas. No posee ni necesita una visión general de la historia ni una mirada profunda sobre los seres humanos. Tal vez hasta le estorban. No han sido del todo malos para el PRI. Han hecho su tarea, de acuerdo a la superior demanda.
Y es que tal vez la idoneidad del ideólogo, así como la del gerente, depende –diría Ortega y Gasset– de la circunstancia.
La circunstancia hoy, quién lo pondría en duda, requiere revestir de ideología al pragmatismo de los cinco ejes, las trece decisiones presidenciales y los 95 puntos pactados.
PAN: EL NAUFRAGIO
Excepción hecha del nuevo procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, quien a su arribo a esta dependencia hizo un análisis crítico de la lamentable situación en la que ésta le era entregada, hasta ahora el gobierno anterior y el PAN se habían ido en blanco.
Ningún otro funcionario había hecho mención a los 12 años de panismo, mismos en los que el país prácticamente naufragó, por la pésima o, incluso, hasta nula conducción de los asuntos públicos.
Hasta hace un par de días, sí, porque al asumir como nuevo dirigente nacional del PRI, César Camacho hizo un breve pero muy certero diagnóstico de lo que muchos llaman, acertadamente, “la docena trágica”.
“…cortos de miras, los beneficiarios del cambio supusieron que su sola llegada a Los Pinos resolvería por ensalmo los problemas –dijo Camacho.
La banalización del gobierno, primero, y la intransigencia, después, crearon una administración más grande y costosa, que no ofreció más ni mejores resultados.
“Las condiciones de vida se deterioraron lastimosamente, nos robaron la tranquilidad, la política entró en desuso y nuestro prestigio internacional vino a menos.
“So pretexto de un gobierno dividido, padecimos un gobierno detenido. No supieron, y a veces no quisieron gobernar. Fueron alternancia sin alternativa y el saldo es la decepción.
“Si en ese océano de improvisaciones el país no naufragó, fue por la madurez de la sociedad civil y la solidez de las instituciones.
“No obstante, en todo este tiempo el PRI fue factor de ponderación y siempre actuó con responsabilidad.”
Mucho tiempo, pues, que en el PRI no había un ideólogo. Que además fue buen administrador y mejor político, no un simple gerente de partido.
Índice Flamígero: Con un conductor, Benito Neme Sastré viajaba hace un par de días en su auto particular a Cuernavaca, donde está la sede de Caminos y Puentes Federales que ahora dirige. En la caseta de Tlalpan lo detuvieron elementos de la PF. Le preguntaron a dónde se dirigía y con qué motivo. “Soy el director de CAPUFE. Voy a trabajar”. Como que no le creyeron. Pidieron autorización para revisar el vehículo, tras lo cual lo despidieron con cierta sorna. “Buen viaje, señor director”. A Neme le gustó “el detalle”. Quiere decir, interpretó, que los PF están atentos y en lo suyo.