La comunicación política entre los mexicanos nunca ha sido llana, directa, ni sencilla. Practicamos una serie de rituales que ofuscan el entendimiento, desperdigan la razón. Dejamos de lado la conciencia crítica. Los jerarcas, por su parte, se solazan en la mentira.
La comunicación se complica más si los ignorantes tratan de codificarla. Todavía es peor cuando ésta se quiere traducir en resultados: las cosas no salen. Los dichos y las cuentas no tienen conexión, están más que perdidos.
Cuando André Malraux, el viejo León de la Guerra, comandante del Escuadrón Britania de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, fue inquirido sobre la comunicación política en México, contestó rotundo. Los asuntos públicos, dijo el también Ministro de Cultura gaullista, no se someten nunca a una discusión seria, “sólo se cuchichean”.
Muchos son los debates pendientes en nuestro país. Uno de los que urgen es el mismo que se convocó en los treintas del siglo anterior, cuando todos se habían perdido, sobre algo aparentemente sencillo: la idea de la honradez en el Estado. O hasta dónde llegan las atribuciones y el compromiso de cada quien. Un asunto teórico y de ética.
¿Por qué hemos llegado a extraviar ese sentido de la ubicación precisa de la sociedad y los gobernantes en este país? ¿Por qué hasta los negocios aparentemente sencillos que antes eran resueltos por un jefe de bodega o de crucero son ahora “concentrados” por los jerarcas voraces?
¿Quién ha puesto el ejemplo para que despreciemos las más elementales normas de convivencia colectiva? ¿Por qué “van por todo” lo que suene a metálico? ¿Saben algo sobre el fin del mundo que nosotros desconocemos?
No nos hablamos derecho. Para analizar la comunicación entre nosotros, seguimos practicando, como lo hemos hecho desde el recuerdo ancestral, un ritual de máscaras y mascaradas que ofusca la argumentación y lastima severamente la elemental dignidad. Las cuentas no salen, porque no hay orden ni honradez en los propósitos.
Ningún corral aguanta tanto cochino
Históricamente, el mexicano ha sido un ser que, para expresarse, se oculta. Sus palabras y gestos difícilmente reivindican una posición tajante y definitiva sobre su conducta pública. Somos cerrados e inaccesibles cuando de ejercer el presupuesto se trata. Pero se rompió la cerca. Y es que ningún corral aguanta tanto cochino.
Dos observadores de nuestra manera de ser, Alfonso Reyes y Edmundo O’Gorman, siempre coincidieron en que el primer deber del mexicano consistía en buscar el alma nacional; tener fidelidad al lenguaje, al pueblo y a la tradición.
Hoy no honramos la palabra empeñada , y traicionamos a diario todo lo demás. Nuestra situación como pueblo es semejante a la del neurótico para quien los principios morales y las ideas abstractas no tienen más que la función de defender su intimidad, el complicado sistema sicológico con el que continuamente nos engañamos a nosotros mismos.
Nada nos justifica ya. Sólo nosotros podemos dar respuesta a las preguntas que nos hace la realidad. No sabemos qué da sentido a nuestra presencia en la tierra. No sólo enriquecer sin medida a la casta de gobernantes y a las quince familias de gerifaltes que exaccionan todo nuestro esfuerzo productivo como Nación.
Lo que pasa es que llegamos a la situación límite. No podemos continuar dando vueltas a la noria. Somos un conglomerado de autistas y tartamudos que casi a nada le llamamos por su nombre. Por eso no salen las cuentas.
Lo único que faltaba: la llegada de los toluquitas
Lo que ayudó enormemente a la gente a darse cuenta del trauma nacional que padecemos –que a estas alturas es del dominio público universal– fue la llegada de los Atracomulcas al poder. Era lo único que faltaba.
Cuando quisieron referirse de soslayo al remate de la soberanía nacional, le llamaron “reformas estructurales”. Los toluquitas creen que les creemos. Para colmo acabamos de ser enterados por el “secretario de Energía”, Pedro Joaquín Coldwell, de algo escandaloso.
Después de que nos mantuvieron en el borde del quicio durante tres años prometiéndonos la ridícula suma de 50 mil millones de dólares de inversión petrolera para los “próximos diez años”, el quintanarroense nos obsequió una de sus más caras primicias.
Después de que durante ese período nos prometieron que gracias a esas inversiones extranjeras íbamos a resolver el problema del empleo, el precio de las gasolinas, el altísimo costo del gas doméstico, el misterio de La Guadalupana y los precios esquizoides de la electricidad…
…hoy nos salen con “que a chuchita la bolsearon” y que los grandes monstruos energéticos internacionales, después de participar en las rondas de subasta de los hidrocarburos, tomaron la decisión de invertir los próximos cinco años una cantidad que lo único que producirá es mayor vergüenza y escarnio mundial.
Las transnacionales a las que tanto rogamos, invertirán la fabulosa cantidad de ¡620 millones de dólares! suma –aún fantasiosa– que equivale al gasto burocrático que se realiza cada dos años para el mantenimiento de las calderas de los hoteles de Cancún. O para el pago anual de las rentas de los edificios que ocupa la burocracia del gobierno federal nada más en la capital nacional.
Dice el hijo de Nassim Joaquín que, gracias a esta inversión hercúlea, se podrán producir, en la explotación de “26 campos terrestres”, ¡36 mil barriles diarios! O sea, el uno por ciento de la producción petrolera que tuvimos durante varios años, ¡antes que los toluquitas le rompieran la madre a los trabajadores de campo y a la que ahora llaman “empresa productiva”!
620 mdd no alcanzan ni para publicidad
Para eso nos mantuvieron tres años en la expectativa y en el sin vivir. Para eso detuvieron la economía, el gasto público. Secaron el circulante monetario, estrangularon el funcionamiento normal de los negocios. Provocaron el hambre. ¡Para eso la feroz cacería fiscal de brujas.
Para eso el virrey Videgaray compró todos los mejores títulos extranjeros sobre el campeonato del financiero galáctico del año y gastó todo lo que pudo ¡en viajes de auto consolación al extranjero! Los 620 millones de dólares no alcanzan ni para cubrir todos los gastos de publicidad y promoción que “los salvadores de México “erogaron en publicaciones de papel cuché.
La ameritada publicación europea Business France nos hace llegar, a través de su directora Muriel Penicaud el siguiente recado: ninguna empresa francesa de mediana para arriba invertirá en hidrocarburos mexicanos, mientras exista ese nivel de violencia. Es la voz del Parlamento europeo.
Es la seguridad, estúpidos. Porque luego de que “el (ex) abogado de la Nación” Jesús Murillo Karam, diera a conocer “la verdad histórica” sobre las indagatorias de Ayotzinapa, nos enteramos que todos los expedientes del caso, han sido sometidos a reserva confidencial por doce años.
El extinto IFAI, ahora INAI (?) –nadie sabe para qué o por qué intentar llamarse “nacional”, en lugar de “federal” y no servir para nada; puro nanay–, patalea de ahogado y reclama esas reservas de expedientes como si le fueran a hacer caso… y alega razones humanitarias… y.., cuando la posición oficial es otra, diametralmente opuesta.
El “gobierno” federal ha decidido que el nuevo subsecretario de derechos humanos del régimen, el saltimbanqui –9 brincos partidistas, 9– Roberto Campa, estrene su ostentoso carguito con una declaración “audaz” y rompedora.
Dice el infausto Campa, contestando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “no hay una sola ley, ni jurisprudencia que nos obligue a que alguien de esa Comisión venga a investigar a México una violación de derechos humanos”.
Como el pez por la boca muere, debemos deducir –a estas alturas todo mundo ya lo hizo– que el carguito de Campa ya no existe. Los hechos sustituyen a las razones. Facta, non verba. Se acabó. Le duró dos días. A otra cosa, mariposa.
¿Mayoría del PRI? ¡Más daño ya no se puede hacer!
Pa’ acabarnos de tener contentos, los encuestadores pagados continúan con su retintín del 40% de votos que sacarán el PRI y su contlapache el Verde, para justificar su mayoría de diputados federales. Además, insisten en que los candidatos de esos partidos van a arrasar en las gubernaturas en disputa.
La realidad los desmiente. Si todos estuviéramos equivocados y ganaran, en el remoto caso de que así fuera, ¿de qué nos sirve a los mexicanos una Cámara con mayoría priísta? Más daño ya no se puede hacer. ¿O quieren aprobar más reformas constitucionales por mayoría?
Porque la realidad es que en las elecciones de gubernaturas están apabullados. El PAN aventaja en Sonora, Nuevo León, San Luis Potosi, Colima, Querétaro y Baja California Sur. Si de ahí no salen las cuentas, ¿de dónde salen? Ni pa’ donde hacerse. Si creyeron que las encuestas votan, se equivocaron otra vez en las cuentas.
Tampoco en el INE le salen las cuentas al hijo de Arnaldo. A la hora de la votación, los consejeros decidieron ¡ otorgarle impunidad del fuero a “La Beba” Ebrard ¡para hacerle al “Juanito” al lado de su secre, “La Muñeca” Cervera! ¿Y a eso le llaman jugada maestra? Esto no puede seguir esa dinámica.
No hay orden ni decencia en los propósitos de los que manejan nuestros impuestos. Obvio, ningún resultado es bueno.
Índice Flamígero: Las malas noticias se acumulan: vacunas… satélite… el pesar de Luis Enrique Miranda… Pero la muerte de B.B. King es otra que apesadumbra. Y a ella se refiere hoy El Poeta del Nopal: “Con gesto de niño tierno / casi cien años vivió / e ingenuo, pensaba yo: / “como buen rey, es eterno”; / será más crudo el invierno / y más pesada la cruz / pues cuando apagó la luz / el mundo se quedó a obscuras, / gloria a Dios en las alturas / y también al Rey del Blues. / !Hasta siempre, Blues Boy!”. Hasta siempre.
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Escribes muy bien, ¡pero tus versos, utahh, pobre BBK!