• Pero hay que alimentar el optimismo
• Y han que contradecir a la realidad
Ahora que el regio Guajardo salió a defender el optimismo de Luis, que no el del gobernador del Banxico, diciendo que “2015 no será el año que queremos como modelo, pero sí será mejor que el 2014”, me acordé de que los mexicanos hemos vivido crisis desde los años 80, desde cuando las arcas se quedaron vacías y el gobierno estuvo a punto de declararse en suspensión de pagos de su deuda.
Ya ha llovido mucho y los mexicanos, viviendo en crisis económicas permanentes. Y como que a los políticos les tiene sin cuidado las crisis.
El capital ha crecido exponencialmente en manos de los grandes magnates de la empresa privada, y de los miembros de la alta clase política. Pero los millones de trabajadores, o siguen en lo mismo, o sus niveles de vida se han deteriorado exponencialmente también. Muchos han muerto de hambre, aunque usted no lo crea, amigo Cordero. Unos para arriba. Otros para abajo. Así de cariñosa, justa, es esta realidad que emociona a piratas y transas venidos de allende el Bravo o del otro lado del Charco.
Así de cierta es la verdad: En 2015 no vamos a crecer. Dos por ciento no es crecimiento en ninguna economía, porque la población de México crece al doble o al triple, la pobreza se expande de manera vertiginosa, la clase media ya es más baja que media, y los campesinos, aunque usté no lo crea, siguen fugándose por las garitas aduanales de San Diego, Nogales, Ciudad Juárez etcétera, pues en su tierra, en Oaxaca, en los Altos de Chiapas, en Zacatecas, también etcétera, no encuentran sosiego. No se hallan. Puros acahuales…
No ha lugar pues al optimismo de los barones de la política de cara a la economía nacional, mi estimado Ildefonso Guajardo, aunque es explicable que digan lo contrario de lo que dice la realidad. Hablan con el estómago rebosante, siempre satisfecho, nunca han sentido hambre verdadera, esa que siente la mayoría de los mexicanos, que sólo sacian con una Guajolota por la mañana, si bien les va, o unos sopes al medio día, si les va mejor, y en la noche, pues una taza de agua de calcetín y un pan con horrendo sabor a bicarbonato.
No puede decirse lo mismo de los empresarios, aunque muchos de ellos que han sufrido para hacer crecer a sus empresas. Y para salvarlas de las huestes del SAT.
No. Aunque muchos digan que corre el dinero en los mercados mexicanos, para las mayorías de ciudadanos está fea la cosa, aunque muchos le ponemos al mal tiempo buena cara. Mejorías, no las han visto millones. Aunque sí entiendo el entusiasmo sin igual de don Ildefonso cuando alega, y creo que tratando de rescatar el optimismo, que la economía mexicana sí está creciendo. Y ya estoy oyendo al presidente también homenajeando al optimismo desde el atril donde lee sus discursos.
Pero sí tienen la mitad de la razón los optimistas. Si hay crecimiento pero en sus carteras y en sus cuentas bancarias. Políticos de los primeros círculos del poder y potentados de la llamada iniciativa privada claro que no están en crisis. Para ellos, mientras tengan la sartén por el mango, nunca habrá crisis, nunca pobreza, jamás apretones del cinturón. Ellos se cuecen aparte. Los dueños de las grandes empresas, las exportadoras, las de servicios como las de Slim, tampoco sufren ni sufrirán. Puede empobrecer la empresa, pero nunca empobrecerá el empresario.
Así que hagámonos a la idea. Idea realista. No pesimista. En este año la economía no rebasará el 2 por ciento (¡Espero!) aunque el Inegi, el Banxico y don Luis digan que crecerá a 2.5. Otro tanto en 2016, y no existen los milagros. El único milagro que yo he palpado es el de la vida y la muerte.
Ni sueñe que las cosas mejorarán en 2017. En ese año a nadie le importará el país, sino sus “ahorros” millonarios, cómo cuidarlos, cómo hacerlos crecer, si conviene invertir en la Joya o en Miami, o en la Riviera Francesa. Y ya. Se acabó porque en el 18 viene ese emocionante fenómeno, como el que ocurrió este jueves en el cielo con el sol abrazado por un anillo luminoso, ese competitivo fenómeno de la cargada…
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