Los grandes ganadores de la jornada electoral: El Bronco y AMLO. Los evidentes perdedores: Los Mexicanos.
El virtual triunfo de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, a la gubernatura de Nuevo León como candidato independiente marca un hito en la historia electoral de México. Ha causado estupor, admiración, además de muestras solidarias al singular y folclórico candidato. También es una clara manifestación de descontento del electorado a los partidos tradicionales.
El hecho de que Jaime Rodríguez ganase por amplísimo margen a la candidata del partido en el gobierno PRI, Ivonne Álvarez con tan solo 26%, mientras aquel, con 49% de los sufragios a favor, amarra incuestionablemente la gubernatura generando cuando menos un par de cuestionamientos.
El primero, ¿podrá gobernar el estado sin plataforma política? Como candidato independiente no cuenta en principio con el apoyo de regidores, presidentes municipales, diputados y senadores, de los partidos que están gobernando en la entidad, más los que también contendieron en los comicios de ayer a otras posiciones. ¿Quiénes formaran su equipo de trabajo? Amigos, parientes, asesores y operadores, sin descontar a quienes fondearon la campaña. ¿O cohabitara únicamente con sus correligionarios del PRI con quienes compartió 33 años de vida partidista?
El segundo, ¿el triunfo del Bronco representa un detente para el INE y los partidos? Deberían replantear la opción de candidatos independientes y analizarla con lupa de cara a las elecciones presidenciales del 2018, sin erosionar más, el pobre dialogo entre el electorado, por ende los partidos y la presente administración.
AMLO. Manuel López Obrador con su partido MORENA, le arrebata en esencia al PRD; 5 delegaciones en el distrito federal y 40 diputaciones, poniendo en jaque a la seudo izquierda mexicana mal liderada por Carlos Navarrete quien descarta renunciar a pesar de la debacle.
El clamor de los connacionales, en la Zona Triestatal conformada por Nueva York, New Jersey y Connecticut, es de rabia, descontento, frustración. Ayotzinapa albergó esperanza de cambio por las movilizaciones constantes a todo lo largo de México y EEUU, inclusive en algunos países de Europa y otros latinoamericanos. Están cansados de cansancio porque nada cambia, lo contrario, cada elección es perpetuar el pasado sin porvenir.
Los evidentes perdedores: Los Mexicanos. Igual que los connacionales en EEUU comparten las frustraciones, ni el voto de castigo sirvió para alentar alguna luz en el túnel. Mas distanciamiento entre población e instituciones, ceguera ejecutiva de la realidad nacional, tres larguísimos años para salir de la presente vorágine sin rumbo. Después, ojala, encontremos un horizonte donde el destino de esta gran nación arribe por fin a un porvenir luminoso; justo; equitativo; de oportunidades; sin corrupción ni impunidad; con amplios servicios de salud y sociales, educación de punta en todos los niveles, tecnología e investigación como punta de lanza del desarrollo socioeconómico, macroeconomía estable, creciente, superior a los dígitos internacionales, líderes y funcionarios públicos comprometidos sirviendo a los mexicanos no medrándolos. ¿Una quimera? Espero no.