Por Magdalena García de León
En días recientes tres personas declararon abiertamente sus intenciones de ser Presidentes de sus países. Nos referimos, por supuesto a Margarita Zavala, Miguel Mancera Aguayo y Donald Trump. Como es sabido, Margarita por el PAN, Mancera por… ¿una candidatura independiente? Y el gringo, que no se acepta a sí mismo y tiene que fingir que tiene pelo para sentirse bien, por el Partido Republicano estadunidense. Anteriormente lo habían hecho Hilary Clinton, por el Partido Demócrata estadounidense y el eterno aspirante mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Más tardó en ofendernos que en dar marcha atrás a sus comentarios. El republicano Donald Trump, quien en días pasados sostuvo que levantaría un muro para sellar la frontera con México, ya declaró en las redes sociales que “Le gusta México y ama el espíritu de los mexicanos, pero que deben defender las fronteras de todas las personas que intentan ingresar a Estados Unidos”. Es decir, o bien piensa que no somos tan despreciables o sus asesores ya lo alertaron sobre la importancia del voto latino. Sin embargo, los mexicanos no reculamos; no nos gusta y no lo queremos, señor Trump.
Muchos de nosotros recordamos aún el numerito de los “Tapados”, los supuestos precandidatos o aspirantes del PRI a la presidencia. Muchos creían que tenían posibilidades, otros sabían que estaban engordando el caldo y por ello recibirían un premio de consolación, pero era una burda manera de cubrir el dedazo presidencial para elegir al sucesor.
En un régimen que ha sido calificado como la dictadura perfecta o una “dictablanda”, en el que durante 75 años gobernó el PRI sin tener un verdadero contrincante, con partidos satélite, como el PARM, el PPS anteriormente, o el Verde, en la actualidad. Unos auténticos cínicos que recibían y reciben prebendas, diputaciones y otros premios por seguir el juego al ya no todopoderoso PRI.
Y como recordamos, ese PRI fue derrotado por Acción Nacional, que encabezó el gobierno durante 12 años —no me atrevo a decir que gobernó, pues no estoy muy segura de si lo hizo—.
Pero bueno… regresó el PRI y todos estamos padeciendo esa desafortunada elección.
Por eso creo que sería saludable saber quiénes aspiran a la Presidencia y cuál será el apoyo que recibirán para competir por dicho cargo. A lo mejor así podemos conocer los verdaderos planes y proyectos de cada uno y elegir conforme a nuestras convicciones al que creamos que será el mejor, y no seguir votando por el menos peor o para castigar a los que no han cumplido con sus promesas de campaña.
Es aterrador que un racista de ultraderecha quiera ser el presidente de Estados Unidos, pero dice el refrán que por la boca muere el pez. Él ya abrió la suya y, de entrada, debió perder los votos de los migrantes latinos que legalmente viven en ese país, que no son pocos. Esos electores cuyo favor buscaron con ahínco conquistar los últimos presidentes.
Por eso, si todos los mexicanos, que no somos sus amigos —por su decisión y nuestra conveniencia— empezamos a dejar de comprarle sus bienes inmuebles, de participar en sus concursos de belleza y no vemos sus programas de El aprendiz, —por cierto, copia de un programa original inglés—, de pagarle rentas, membresías de clubes de golf y hospedajes, le podríamos dar una lección y demostrarle que somos una nación en la que los ciudadanos velamos juntos por nuestros intereses, y le damos donde más le duele: el bolsillo. Así le demostraremos, sin lugar a dudas, nuestro desprecio.