• Los sistemas de seguridad están hechos trizas
• Los culpables son todos con Osorio a la cabeza
Gravísima es la coyuntura por la que está atravesando el gobierno de Peña Nieto y, con él, la vida de los mexicanos toda. Con qué cara se le va a vender México a los poderosos inversionistas del primer mundo. Tan necesitados que estamos de que vengan. Con qué cara les está hablando en estos momentos el presidente de la república a los ricachondos franceses.
La huida de un reo del máximo penal de alta seguridad es imperdonable. No es posible. Es imposible. Es una cárcel de máxima seguridad. Por esa seguridad es totalmente increíble que El Chapo haya mandado construir un túnel de las dimensiones del mostrado en imágenes por Rubido y que presuntamente corroboró la procuradora general. Para construir un túnel de esas dimensiones habría que haber hecho mucho ruido por lo menos. Y qué curioso que nadie se dio cuenta de nada, suponiendo que empezó a ser construido poco después de que El Chapo fue enchirolado allá por febrero de 2014.
Por esa condición de alta seguridad, la evasión del reo más parece producto de una negociación entre el Cártel de Sinaloa, comandado por mismo El Chapo, y autoridades federales. Sea lo que fuere, la responsabilidad recae en el máximo jefe del gabinete de seguridad, el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong.
Pero lo de menos es que el gobernante esté rodeado de colaboradores corruptos. Lo más preocupante es que son unos inútiles. Y además corruptos. Ni idea tienen de qué significa la palabra seguridad y menos la palabra justicia. Podría ser perdonable lo corrupto. Pero lo pendejo, jamás. Aunque lo pendejo se trae de nacimiento. Suponiendo que la fuga del reo no haya sido un negocio redondo para los funcionarios.
Pero no se enoje, ni me acuse de antisistémico, si le digo que los responsables o los autores de la evasión de El Chapo son los integrantes del gabinete de seguridad, con Miguel Ángel Osorio Chong a la cabeza.
Y todos tendrían que renunciar. Y muchos tendrían que ir a la cárcel.
Acepto sin conceder que el presidente no tenga culpa o responsabilidad alguna.
Mas me temo que sí.
El más querido narcotraficante, querido en aquellas comunidades en las que ha derramado beneficios económicos, sustituyendo a autoridades gubernamentales corruptas, particularmente en el campo de Sinaloa, anda suelto por segunda ocasión, fugado no a través de un increíble túnel, sino por la puerta principal del más importante penal de máxima seguridad.
Ahora ya no sólo es uno de los “empresarios” más ricos y poderosos de México, como lo ha calificado la revista Forbes. También es el único escapista. Insuperable escapista. Burlador. Engaña idiotas. Corruptor de burócratas corruptos de por sí.
¿Y ahora? ¿Y luego? Y ahora qué le decimos a los franceses: Vengan a invertir en México, Pemex los espera. O la refinería de Salamanca.
Qué van a decir. Sí. Y quién va a pagar el derecho de piso, la protección que cobra la delincuencia organizada para poder trabajar con seguridad, sin miedo a un secuestro, a un levantón, a una extorsión, a un asesinato.
Qué garantía tenemos, si el gobierno de Peña Nieto es incapaz de garantizar la seguridad de los penales de “alta seguridad”, de donde “sería imperdonable” que se fugara un condenado. Pero por segunda vez se fuga (¿) Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, en condiciones inexplicables.
Todo falló. La institución de procuración de justicia, la de justicia, la de seguridad pública, el sistema carcelario. Todo ha sido puesto en evidencia por un personaje dedicado al negocio de lo prohibido, de lo ilegal, de lo venenoso: los estupefacientes. Todo falló por estar en manos de una bola de inútiles.
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