El triunfo de Michelle Bachelet en la segunda vuelta chilena del 2006 auguró la expansión a Bolivia, Perú y Ecuador de una forma de gobierno contrastante con el neoliberalismo y el Consenso de Washington.
Se iba formando un arco del Pacífico Sur latinoamericano, que nació a fuerza de candidaturas ciudadanas dispuestas a hacer privar, desde el poder, valores democráticos y de justicia social.
Es refrescante recordar lo que significaron las opciones ciudadanas en un entorno mexicano que ya no da para más. A partir de ellas, saber lo que se puede lograr en base a profundizar, de verdad, las intenciones democráticas de los mandatarios.
Urge fortalecer, como lo propuso Bachelet, la integración regional, tomando en cuenta las realidades industriales, agrícolas y arancelarias y la profundización de un regionalismo que diera la cara abiertamente frente al opresor.
La sociedad chilena tuvo que crecer y madurar, tras sufrir golpes muy duros, en una tarea que exigió serenidad y sabiduría. La dictadura de Augusto Pinochet, impuesta por Richard Nixon, las transnacionales y la “desinteresada” ayuda de nuestros anticomunistas criollos, dejó heridas profundas.
A pesar de pertenecer al mismo Partido –Concertación Democrática– que el entonces presidente Ricardo Lagos, Bachelet se ubicó a la izquierda.
Tanto en la primera, como en la segunda vuelta, la candidata arrasó con cualquier otra expectativa. El capital chileno conspiró para ponerle enfrente a todo un trabuco, pensado para pulverizar el voto y finalmente unir a las derechas.
Recordamos que la diestra de Renovación Nacional registró cómo candidato a Sebastián Piñera –hoy puesto de moda por Antonio Banderas, en el rescate de los mineros, siendo Presidente– y Joaquín Lavín, pinochetista jurado, por la Unión Democrática Independiente.
Los dos iban por lo mismo: bajar del carro a Bachelet. Disfrazados de buenos samaritanos, fueron adoctrinados para espetar un discurso impúdico, pero eficaz por demagógico, de denuncia de la pobreza y la inequidad
Combate a la desigualdad, en el centro de su agenda
El Imperio les dictó esa ruta a los candidatos de derecha, porque sabía claramente que el lastre hacia la segunda vuelta de la elección era la política económica neoliberal seguida a pie juntillas por Ricardo Lagos.
Si ganaba Bachelet la segunda vuelta era el fin del mundo para la derecha transnacional, pues representaba una tendencia continental contraria y favorable a la consolidación de los gobiernos del Mercosur, el ogro de Estados Unidos en aquél tiempo.
Finalmente triunfó la estrategia de Bachelet, asentada sobre poner en el centro de su agenda el combate a la desigualdad, con mayor énfasis que las izquierdas y derechas utilizan para convencer al pueblo de sus opciones.
Y eso que, frente a la pequeñez de las élites políticas de esa región en aquél escenario, Lagos y sus antecesores habían logrado reducir la pobreza. Aparecían en los primeros lugares de transparencia, competitividad y buen gobierno.
Casi 16 años de gobiernos de la Concertación Democrática y sus gobiernos sociales, habían logrado atenuar la infame huella de Pinochet, declarado por los Estados Unidos “líder ejemplar y estadista de la nueva Latinoamerica”.
El padre de Bachelet, es necesario recordarlo, fue un General constitucionalista de la Fuerza Aérea de Chile, que murió torturado por los militares golpistas de Pinochet.
Bachelet y su madre, fueron apresadas y torturadas en 1973 por la Dirección de Inteligencia Nacional y salieron al exilio, del cual regresó Bachelet a finales de los ochenta para integrarse a un centro de lucha política clandestino.
Responsable de los ministerios de Salud y Defensa, encomendados por Lagos, trabajó en las Fuerzas Armadas chilenas. Desde esos cargos, logró la empatía con la gente que la llevó a la Presidencia el 15 de enero del 2006.
Prioritario el gasto público en salud y educación
Como trabajadora, recorrió en un mini-tanque zonas de desastre natural, visitó hospitales y dirigió al alto mando masculino. Las simpatías se expresaron en un alto índice de popularidad en cuanto sondeo de opinión se hizo.
Surgió lo que los chilenos llamaron “la candidatura ciudadana de Michelle Bachelet”.
Ella misma afirmó en un encuentro con mujeres que “sí los partidos hubieran tenido que decidir, hoy yo no sería candidata”. Se metió en un escenario político masculino, autoritario, machista, conservador, expresando sensibilidades que parecían desterradas de Chile.
”Necesitamos desarrollar en Chile una cultura política distinta, con claves ciudadanas” dijo en repetidas ocasiones. Los analistas coincidieron en señalar que el fenómeno de esa candidatura era algo lógico.
Tenía que ver, al final de cuentas, “con hacernos cargo de la evolución política, social y antropológica que hubo desde hace muchos años en el país”, reconocieron los editorialistas de El Mercurio de Santiago.
Las claves desde la campaña fueron terminar con el excluyente sistema electoral, hacer una profunda reforma a las pensiones privadas, apoyar el proceso de sindicalización de trabajadores y dar prioridad al gasto público en educación y salud.
El 11 de marzo de ese 2006, Michelle Bachelet, la torturada pediatra, recibió la banda presidencial en Valparaíso, sede del Congreso Nacional. Juró modificar la simple administración socialista de los modelos neoliberales, rescatando el legado de Salvador Allende
Y aquí hacen exactamente lo contrario…
El 11 de marzo del 2014 regresó Bachelet a la Presidencia chilena. En los tres días que siguieron a la toma de posesión, entregó bonos para las familias más pobres de Chile y creó el Consejo de la Infancia y la Adolescencia.
Frenó y dip para atrás a cuanto proyecto legislativo había mandado a las Cámaras su predecesor, el derechista Salvador Piñera, en materia educativa y sanitaria, regresivos y populistas de derecha.
Creó el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, con el objeto, entre otros, de lograr un salario igual para hombres y mujeres de toda condición que se desempeñen en el mismo rango.
Una reforma tributaria para que las empresas cumplan efectivamente con sus obligaciones tributarias y para que reinviertan excedentes que capitalicen sectores rezagados e incluso abandonados por otras administraciones.
Una Comisión eficaz para el desarrollo regional y para combatir los desequilibrios del crecimiento. Bono de invierno para adultos mayores. Revisión total del sistema de pensiones.
Encabezó una manifestación popular para exigir la liberación de las 200 estudiantes argelinas secuestradas por los terroristas de Boko Haram.
En poco tiempo ha inaugurado cientos de casas de rehabilitación para poblaciones vulnerables o en indefensión social, adultos mayores, enfermos en estado de postración, así como Centros de Desarrollo Artístico para niños y jóvenes.
Bachelet es el claro ejemplo de lo que se puede hacer con presupuestos marginales, comprometidos y “etiquetados” por las burocracias civiles y militares. Entiende que existe un intersticio por donde los gobiernos comprometidos pueden incursionar para desarrollar la política social latinoamericana, ejemplar en el mundo por su alto contenido reivindicatorio.
Contrasta necesariamente con los metecos de nuestro solar, que hacen exactamente lo contrario.
Aquí andan viendo cuánto sobra del presupuesto para destinarlo a cuestiones más jugosa$.
Falta que corran del “gobierno” a quien se le ocurrió invitarla a México.
Índice Flamígero: De la entrevista, el sábado, a Miguel Ángel Mancera tras un evento social en Venustiano Carranza:
P: ¿El mensaje que dio ayer en Xochimilco entonces se reduce únicamente a una alusión literaria como lo mencionó ahorita, porque fue un mensaje fuerte y…?
R: Yo creo que se debe entender en el sentido de los programas sociales, los programas sociales de la capital son unos programas sólidos, transparentes, de contacto, tienen evaluación permanente, y eso es lo que podemos comparar entonces, ante cualquier alusión, mención o referencia que pudieran tener los programas pues ahí están, nosotros los ponemos sobre la mesa, que se revisen, que se vean, yo creo que cuando se refieren a los programas de esta capital hay que tomar en cuenta y hay que valorar todos y cada uno de estos puntos.
P: Pero compararlos con quiénes, porque usted habla de… ¿federales?
R: Con los que quiera, absolutamente con los que quieran. Antier precisamente estaba yo platicando con la secretaria ejecutiva de CEPAL y nos hacía el comentario de que ella observa que los programas sociales en la Ciudad de México, concretamente hablábamos del tema de adultos mayores lo ve muy consolidado, muy avanzado. Estamos en una evaluación permanente con ONU. Es la única entidad de todo el país que tiene firmado el memorándum de entendimiento para todos los trabajos con las mujeres. Estamos en un avance sustancial en 10 por la Infancia. Yo creo que todos y cada uno de los programas que manejamos están en ese foco de evaluación y de transparencia, porque cuando se habla de los padrones, este ha sido un tema recurrente, lo que dice la Ciudad de México y lo que nosotros contestamos es que nuestros padrones están ahí, están de manera transparente y pública.
P: ¿Se va a marcar una diferencia a partir de ahora con el Gobierno Federal, es un parteaguas este discurso de ayer?
R: Yo creo que nada más tenemos que estar pendientes cada una de nuestras áreas de responsabilidad y de lo que estamos haciendo. Yo diría que la Ciudad de México va a seguir fortaleciendo en todas y cada uno de los rubros los programas, a lo que nos comprometemos, ahí vamos y lo cumplimos.
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