Está bien claro. Al presidente Enrique Peña Nieto le gusta ser ovacionado. Peña Nieto extraña los días de campaña como candidato presidencial y tal vez los momentos de reconocimiento cuando gobernó el Estado de México.
Al mandatario priista le encanta llamar la atención y se sabe mirado, pero él quiere más. Le encanta que le reconozcan y le agradezcan.
No es un asunto cómico ni sólo anecdotario cuando luego de dar un mensaje a medios el presidente acotó: “Ya sé que no aplauden”. Y más cuando lo que anunciaba eran medidas de transparencia en su gobierno, sobre todo para intentar responder a las críticas sobre presuntos conflictos de interés en su administración, como indagar que se investigara la forma en que su esposa obtuvo un inmueble de casi 90 millones de pesos en Las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México.
La reciente incursión pública deportiva de Peña Nieto al participar en la llamada carrera Molino del Rey, mostró a un presidente por demás saludador al público que lo ovacionaba, al grado que en los primeros minutos de la carrera desconcertó al propio jefe de Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, quien por cierto mostró más tono deportivo que su propio jefe.
Ahora que en Apatzingán, Michoacán el mandatario priista inauguró el hospital regional, remarcó que su administración realiza este tipo de obras porque representan cambios importantes para elevar la calidad de vida de los mexicanos pero parece que en ocasiones no se les da –damos–, la justa dimensión y acotó Peña Nieto: “Pareciera que fueran parte de algo ordinario y común”. Es decir, lo que mañana quisiera ver el presidente en las primeras planas de los diarios nacionales, es con grandes letras la inauguración del hospital regional de Apatzingán por él mismo y que el evento y su significado sean comentados una y otra vez. Lo que quiere el presiente es que le aplaudan.
Malas noticias señor presidente. Poca importancia le dieron los portales de medios a su tarea ayer en Michoacán y de la misma manera lo tomaron los programas de noticias la tarde de ayer.
Hospitales, escuelas, vivienda, infraestructura vial, así como empleos, oportunidad de estudio, una economía sana y seguridad es por decir lo menos, lo que los mexicanos requerimos de manera cotidiana y no hay porque ovacionar, ni aplaudir; si acaso agradecer.
Permítame anotar señor presidente Peña Nieto, que la rechifla está más cerca que la ovación.
Para advertir… La tarea del gobierno por elevar la calidad de vida de la sociedad mexicana incluye la realización de obras a las cuales en ocasiones no se les da justa dimensión “pareciera que fueran parte de algo ordinario y común”, señaló el presidente Enrique Peña Nieto al inaugurar el hospital regional de Apatzingán.
Para advertir… Y si ya sabe que no le aplauden, para qué implora.