Los aplausos que ayer se escucharon al discurso-mensaje del presidente Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional, no pueden ser más que de cortesía y claro, sobre todo de quienes se creen o muestran como sus subalternos, sin ponerse en la línea correcta y entender que muchos de ellos también son parte de la Administración actual y de los Poderes tanto Ejecutivo, Legislativo y hasta Judicial.
Hubo más elogiosos a las palabras de Peña Nieto y claro, a su gestión e investidura –aunque también los que se abstuvieron: ¿Pero de qué manera si no es en la civilidad y el comportamiento políticamente correcto que se puede explicar tanto aplauso a un mandatario mexicano que a pocos meses de llegar a la mitad de su mandato atraviesa por un nuevo histórico porcentaje de desaprobación?
Encuestas más, encuestas menos, todas llegan a la misma conclusión: Peña Nieto en su peor nivel de aprobación y reprobado en cuanto al rumbo por el que transita el país.
El cómo vivió su día en su tercer año de Gobierno el presidente Peña Nieto, muestra en muchos aspectos como a la hora de rendir cuentas todo está perfectamente controlado. Lo escuchan quienes lo quieren escuchar y no todos a los que debe dar explicaciones. Señalar cómo estamos y hacia dónde vamos ante mil trescientos invitados, en un día hábil en un horario de compromisos por más cámaras, micrófonos y reporteros asistentes, es como presentar un ticket de compra en lo oscurito.
Peña Nieto presumió de sus tareas, dio avisos por hacer en muchos rubros, se disculpó por Iguala, por la fuga de El Chapo y claro, citó el asunto de la llamada casa blanca de Las Lomas pero refiriéndose a él en su propio discurso, en tercera persona. No fue él, fue otro el que causó molestias.
El presidente fue breve en su mensaje pero se quedó corto en señalar bien a bien, el estado que guardan varios rubros de la Nación de la Administración Federal a su cargo.
Los mexicanos nos quedamos con las mismas dudas y las propias zozobras. El rumbo del país se construye pues a través de discursos cosméticos y ahora en base a la cultura.
Los aplausos a Peña Nieto son pura cortesía. En la realidad abrupta hay puras rechiflas, incluso de quienes ayer le aplaudieron en el protocolo de Palacio Nacional, pero desde sus trincheras se perciben con más libertad.
Acta Divina… Presidente Enrique Peña Nieto: “El último año ha sido difícil para México. Nuestro país se vio profundamente lastimado por una serie de casos y sucesos lamentables. Los hechos ocurridos en Iguala o la fuga de un penal de alta seguridad nos recuerdan situaciones de violencia, crimen o debilidad del estado de derecho. Señalamientos de conflictos de interés, que incluso involucraron al titular del Ejecutivo, así como denuncias de corrupción en los órdenes municipal, estatal y federal, y en algunos casos en el ámbito privado, han generado molestia e indignación en la sociedad mexicana”.
Para advertir… ¿Presagio el resbalón de la Banda Presidencial?