El 9 de marzo de 2013, el Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano negó el registro a la coalición que llevaría por nombre “Gran Alianza por Ti”, con la que los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática pretendían contender en las elecciones locales intermedias de aquel año, en las que se eligió a los actuales diputados locales y presidentes municipales del estado.
Cuatro días después, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó las decisiones del IEV y del Tribunal estatal, sepultando la alianza que en aquellos comicios amenazaba con desmantelar al PRI en el estado de Veracruz, de haber seguido adelante.
Detrás de aquello hubo una abierta y descarada intromisión del gobierno estatal, que manipuló no sólo a los órganos electorales locales para darle “palo” a la alianza, sino que corrompió las entrañas del Partido de la Revolución Democrática, financiando –económica y políticamente- una asonada que terminó costándole la dirigencia al entonces presidente estatal perredista Juan Vergel Pacheco, lo cual, además, marcó el nacimiento de ese engendro llamado “PRD rojo”.
En aquellos momentos, una coalición opositora como la que se buscó hubiera resultado letal para el PRI, pues no sólo acababa de perder la elección presidencial un año antes en el estado de Veracruz, sino que además cargaba con el estigma de los peores días de la violencia que marcó el inicio del sexenio de Javier Duarte de Ochoa.
Por ello la imperiosa necesidad de reventar aquella coalición opositora, sin importar el precio que hubiese que pagar, y que fue muy alto, pues tuvieron que llamar al mayor experto en guerra sucia electoral para dinamitar la alianza: el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien operó abiertamente en aquel proceso y logró su objetivo, a costa de la imagen de los organismos electorales del estado, cuyo desprestigio y sometimiento llegó a sus niveles más vergonzosos. Y ya qué decir del PRD, cuyos dirigentes se vendieron por lentejas, aunque siguen medrando de lo que queda de ese partido.
Y es que precisamente uno de los responsables –y beneficiario- de aquel episodio es ahora el promotor de la conformación de un Frente Amplio Opositor con todas las fuerzas políticas del estado, menos el PRI y el Partido Verde: el actual dirigente estatal perredista, Rogelio Franco Castán.
Más allá de las motivaciones que impulsen a Franco a actuar en sentido contrario a como lo hizo hace casi tres años, parece que va en serio, pues la propuesta ya fue aprobada por el Consejo Estatal del PRD y ahora se lleva a su Congreso Nacional, a celebrarse este fin de semana.
En la misma sintonía está el dirigente estatal panista José de Jesús Mancha Alarcón, quien también está a favor de una alianza con los perredistas y, según sus propias palabras, está dispuesto a correr el riesgo de que lo “chamaqueen”, como ya lo hizo antes el partido local Alternativa Veracruzana, con el que la coalición duró una conferencia de prensa y una llamada del gobernador Javier Duarte.
El propio diputado federal del PAN Miguel Ángel Yunes Linares hizo suya la idea y llamó a principios de esta semana a conformar ese frente amplio opositor, por supuesto, llevándolo a él al frente como candidato.
Eso de inmediato ha prendido los focos rojos en palacio de gobierno, de donde, por lo pronto y para no variar, comenzaron a lanzar invectivas contra la posibilidad de una alianza PAN-PRD y hasta ya aplican la misma estrategia de 2013, cooptando perredistas para que se opongan a la integración del frente opositor.
Lo cierto es que las condiciones de 2016 serán muy diferentes a las de 2013. De entrada, es Morena y no el PRD el principal partido de izquierda en Veracruz, y con los lopezobradoristas no habrá posibilidad alguna de hacer alianzas, lo que de suyo pulverizará el voto.
Pero también es real el tremendo desgaste de la administración de Javier Duarte, que si hace casi tres años ya tenía mala imagen, ahora está en un abismo de desprestigio popular y mediático.
Y con un elemento adicional: no tiene el dinero que tenía en 2013 para corromperlo todo. ¿O sí?
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