Justo a principios del año que vivimos, no pocos empresarios mostraban su enojo ante la política fiscal infringida por la Administración federal y que por ende, acarreaba fuertes críticas en directo a la propia gestión del presidente Enrique Peña Nieto.
Entonces como ahora, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) durante la firma del Código de Integridad y Ética, en el que el principal orador fue Lorenzo Servitje, fundador del Grupo Bimbo; el mismo señaló que Peña Nieto pasaba por su peor momento como presidente, por lo que se hacía necesario que los empresarios en conjunto respaldaran al mandatario mexicano.
No obstante, Servitje no ofertaba tal apoyo al presidente de México de manera tácita, requería que las instancias federales promovieran el empleo, fomentaran la inversión pero sobre todo, que se garantizara seguridad en el país.
El respaldo empresarial exigía se cumplieran sus exigencias, pero Peña Nieto les falló a los hombres de negocios y al resto de los mexicanos también y hoy su peor momento histórico rebasa al señalado en enero.
Pero ahora las cosas se tensan aún más. Antaño eran los empresarios los privilegiados, los intocables, los de ganancias rapaces y condonaciones fiscales por amiguismo, compadrazgo e interés político; hoy como al resto de los contribuyentes la famosa reforma fiscal del señor Videgaray, los golpea en sus finanzas de forma rapaz.
No es gratuito que los poderosos hombres de negocio no quiten el dedo del renglón respecto a la solicitud de flexibilizar la deducibilidad fiscal inmediata hacia las medianas y grandes empresas y que tras la negativa descortés del titular de Hacienda, enfoquen ahora sus baterías hacia el Congreso y representantes de partidos políticos.
Los empresarios perdieron la anterior batalla, pero la que se librará en el ámbito Legislativo puede ser favorable a ellos.
Lo que habría que reclamarle a los hombres del dinero en México es en dónde está su gestión social favorable, porque los actos de beneficencia o la deducibilidad que hacen a costa de sus propios consumidores, no los deja muy bien ante quienes consumen sus productos.
El caso es que el peor momento de Peña Nieto va en aumento y a todos aquí como desde hace muchos meses “ya nos cargó el payaso”.
Acta Divina… En enero de este 2015, Lorenzo Servitje, fundador de Bimbo, llamó a cerrar filas con Peña Nieto, pero le exigió facilidades para los empresarios a cambio de su respaldo: El “planteamiento surge en un momento difícil y triste para el país pues en América Latina, el Ejecutivo federal —como nunca— cuenta con uno de los más bajos reconocimientos sociales y eso es algo que no podemos aceptar porque puede ser muy peligroso”.
Para advertir… Y el peligro ya nos ahoga.
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