Por Aurelio Contreras Moreno
Para nadie en el ámbito político de Veracruz es un secreto que el gobernador Javier Duarte de Ochoa es una persona absolutamente visceral, a quien le cuesta un enorme trabajo controlar sus emociones.
El gran problema que esto representa es que ha sido de esa manera como ha gobernado al estado de Veracruz durante casi cinco años. Y los resultados están a la vista, en lo político, lo social y lo económico: un completo desastre.
Lo más grave es que además de la visceralidad, la irreflexión y la ausencia total de autocrítica son también marcas indelebles de su manera de conducir la administración pública, lo que de ninguna manera puede tener consecuencias positivas.
Este domingo, Javier Duarte dio una muestra más del estado emocional por el que atraviesa. En su batalla campal contra todo lo que suene al apellido Yunes, el mandatario perdió la compostura y utilizó una tribuna pública, la toma de protesta del nuevo dirigente del sector campesino del PRI en la entidad, para atacar a los senadores priistas por Veracruz, burlándose de uno y retando al otro.
Al senador Héctor Yunes Landa le regaló, aprovechando que era su cumpleaños, una caña de pescar. Esto porque en días pasados el legislador declaró que de llegar a la gubernatura, inhabilitará a los funcionarios públicos que hayan incurrido en desvíos de recursos y que empezará por investigar a los “peces grandes, lobos, pececillos y demás, con el fin que devuelvan lo sustraído en forma indebida”.
Duarte de Ochoa se debe haber sentido aludido, y en un tono burlón y ofensivo, le entregó la caña de pescar a Yunes Landa y le dijo que ojalá se fuera a “pescar” por el rumbo de El Estero, la zona residencial de la congregación de Antón Lizardo en donde vive la familia Yunes Márquez, contra la que su administración y sus diputados emprendieron una campaña de denuncias por supuesto enriquecimiento ilícito.
Encarrerado, fuera de control, Javier Duarte se lanzó contra el senador José Francisco Yunes Zorrilla, a quien le “recordó” que siendo diputado federal votó en favor de la Reforma Hacendaria y de aumentar la tasa del IVA. Esto en respuesta a una crítica que hizo a la intención del gobierno estatal de incrementar 50 por ciento el impuesto a la nómina en el estado.
La respuesta no se hizo esperar. Mesurado, José Yunes respondió que antes de recurrir a aumentar impuestos para salir del atolladero, primero debe eficientarse el gasto público con medidas de austeridad y mediante una reingeniería administrativa, pero principalmente, que debe haber transparencia y rendición de cuentas, palabras que no existen en el vocabulario del gobierno duartista.
Pero a Héctor Yunes le caló hondo la burla de Javier Duarte, a quien le contestó en sus mismos términos. Primero, le mandó de regreso la caña de pescar, que fue entregada en Casa Veracruz, tras de lo cual emitió un comunicado en el que deploró la ofensa que le profirió el gobernador, a quien le dijo que “no es con ocurrencias ni con escándalos como se gobierna.
Lo escandaloso es la incapacidad de resolver los problemas de la gente y ser permisivo con quienes, según el dominio público, han defraudado a Veracruz. México no admite más corrupción. Veracruz tampoco. Esto es un tema de gran importancia que no debe tratarse con ligereza ni con burlas, porque además de saqueada la sociedad veracruzana percibe el escarnio que hacen de esto los responsables de la corrupción y de la impunidad en Veracruz.
“Le devuelvo al gobernador su caña que sólo sirve para pescar charales. Me es inútil. Si quiere ayudarme, que me envíe un barco para pescados de gran tonelaje. Apenas será suficiente para lo que vendrá”, concluye el mensaje de Héctor Yunes.
Lo primero que queda de manifiesto es que en su afán por imponer al diputado federal Alberto Silva como su “delfín” para la gubernatura, Javier Duarte provocó una fractura dentro de su propio partido, que pone en riesgo incluso su permanencia en el poder.
Pero lo más preocupante es la inestabilidad emocional de quien tiene en sus manos la responsabilidad de gobernar a un estado con ocho millones de habitantes, y que acorralado por sus propias pifias, ya no respeta ni la investidura de titular del Poder Ejecutivo de Veracruz que ostenta.
Veracruz está siendo gobernado con las vísceras. ¿Hasta cuándo se lo van a permitir?
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Twitter: @yeyocontreras
Excelente análisis. Lo único que me preocupa es que tal vez, por esa misma visceralidad, ahora lo tache a usted de “portarse mal”.