Gore Vidal, uno de los filósofos y escritores más prolíficos de nuestra era, engendró la Teoría de la Conspiración, aquélla que siempre señaló a la familia Bush como la autora real, junto con el aparato científico y militar estadounidense, del atentado a las neoyorquinas Torres Gemelas.
Siempre sostuvo que formó parte de un programa expansionista imperial que se proponía atacar Afganistán e Irak, imponer el Acta Patriótica y tener la excusa para espiar e intervenir a todo el mundo, como siempre sostuvo también el argentino Víctor E. Ducrot en su libro Bush y Bin Laden, S.A.
El Acta Patriótica, un Frankenstein jurídico aprobado a ciegas por el Congreso estadounidense, incluía normas abusivas que permitían búsquedas, cateos, detenciones y espionajes sin orden judicial, sólo con la condición de arrestar ciudadanos acusados de “sospechosos” por quítame allá estas pulgas.
“Las autoridades pueden recabar cualquier información –qué conversas, qué correos recibes, qué lees, con quién te acuestas– desde el río Bravo hasta los Apalaches y las Rocallosas –ahora sabemos que es a nivel planetario–,sin aprobación judicial, ni permiso alguno de cualquier afectado en sus mínimos derechos constitucionales”, reclamaba Vidal, el mismo ensayista que dijo: “Estados Unidos fue fundado por la gente más brillante. Y no la hemos visto desde entonces”.
Los halcones republicanos con Bush II a la cabeza crearon el estado sicótico actual. El mismo que apoyan muchos descerebrados que siguen siendo tan retardatarios como sus peores referentes internacionales, de un autoritarismo ramplón y de un totalitarismo pre-nazi.
Sin derecho de réplica: perla de la inmundicia
El ejemplo lo tenemos al alcance de la mano. Hace unos días el inefable Senado mexicano aprobó la “Ley reglamentaria en materia del derecho de réplica”, una verdadera perla de la inmundicia. Se sustituye, gracias a ella, la reclamación ciudadana de la famosa “carta a la redacción”, por la obligación….
… a cargo del afectado, injuriado o calumniado, de presentar una demanda o una controversia constitucional para poder exigir la reparación de su honra, dignidad o valores conculcados por cualquier publicación, nota radial , libro o comentario televisado en todo el territorio nacional.
Es todavía una afrenta mayor a cualquier desaguisado que se le hubiera ocurrido a los redactores de la nefasta Acta Patriótica. Porque, siquiera aquéllos se inspiraban en supuestos actos atentatorios contra la Nación, aunque sus razonamientos fueran deplorables y ahistóricos.
Pero nuestra “Cámara Alta” de huarache, rebasa esas aspiraciones fascistas, y nos propina una patada barriobajera a las partes nobles, un auténtico insulto a los derechos fundamentales de la vida en convivencia, a través de un ordenamiento que viola cualquier principio que nos podamos imaginar.
No cabe la menor duda que en su obsesión existencial por aferrarse al hueso, el yucateco Emilio Gamboa “Coordinador” de las bancadas senatoriales priísta y verde, por ignorancia e impudicia, ejecuta al pie de la letra las instrucciones del “senador 129” Humberto Castillejos Cervantes, “Consejero Jurídico” del Presidente Peña , que nos conduce al tiempo de las cavernas.
Es tan esquizofrénica la obsesión de ambos personajes, por pretender blindar de cualquier asomo de crítica al grupito de pandilleros en el poder, que arrastran el poco prestigio —si aún queda algo—del Derecho Positivo mexicano y de todas las garantías constitucionales establecidas a lo largo de dos siglos de “vida (in)dependiente”.
“No voy a hacer lo que la mayoría diga”: EGP
No sólo eso, en los lugares de reunión de analistas y periodistas críticos se recordó el último desplante del “parlamentario” Gamboa, un ignorante arrastrado, cuando la mayoría de las bancadas exigió airear en tribuna los sucesos macabros de La Montaña guerrerense.
Asustado y fuera de sí, el yucateco exclamó a todo pulmón, frente a cámaras y micrófonos nacionales y extranjeros acreditados en el Senado, una frase que refleja de cuerpo entero su lambisconería: “De ninguna manera voy a dejar que aquí se discuta lo que la mayoría quiera”!
Sí, leyó usted bien: “lo que la mayoría diga”.
Ha provocado la burla total. Circula en todos los medios digitales independientes su postura de lamebotas y palafrenero del toluquismo. Una mancha inaceptable para cualquier sistema político democrático o anarquista del universo que se respete. Una muestra palpable de su trayectoria “profesional” al servicio de cualquier po$tor.
Ha puesto sobre el tapete de la objetividad su descarriada propensión a quedar bien con el que mande, sea del color, la ideología o la preferencia que sea. Si él queda bien, aunque se hunda el mundo, su partido, su representación, vamos, aunque se desate la desobediencia civil de una sociedad masacrada en sus exigencias mínimas de pan y libertad.
Su obra pictórica, valuada en, mínimo, $ 550 mdd
Pero así es Emilio Gamboa. Baste recordar su traición a quién lloró pidiendo cobijo y después apuñaló por la espalda, el original secretario particular de Miguel de la Madrid, Alfonso Muñoz de Cote.
La manera tan ruin en que filtró de su escritorio a la revista “Proceso” el documento en que se culpaba a Jorge Díaz Serrano por construir la Torre de Pemex y, según sus secuaces, desplomar el precio del barril de crudo en los mercados internacionales. Todo, por desbarrancarlo de su cercanía con De la Madrid y quedarse en el lugar de su benefactor Muñoz de Cote.
Todo por abandonar el barco en que se hundía su jefe, el extinto Ricardo García Sainz, y servir de rodillas al nuevo ocupante de la Secretaría de Programación y Presupuesto, el nefasto “hombre gris” que después sucedería a José López Portillo.
Ya en Los Pinos, Emilio recibía los fondos de “caja chica” que el Banco de México proporcionaba a la casa presidencial diariamente –un mill+on de aquellos pesos– “para gastos imprevistos”. Los viernes en la noche, Gamboa y sus achichincles sacaban los “sobrantes”, escondidos en cajas de champaña para engordar su peculio personal.
Una fortuna que, sumada a todos los negocios que acumuló a su paso, arroja –sólo en obra pictórica de Dalís y Picassos, valuada por una casa de arte y subastas neoyorkina– un monto de 550 millones de dólares, mínimo. Esto, independientemente de otras propiedades, que lo hacen uno de los “políticos” más ricos del país. De esa estofa es esta figurita.
Propiedades de su papá, arrebatadas a los mañosos
De todos sus obscenos latrocinios e iniquidades, se recuerda el episodio quintanarroense, cuando el gobernador Mario Villanueva, despues caído en la desgracia y en la vejación absoluta, perdió su patrimonio familiar en propiedades que pasaron a manos de Emilio Gamboa Martínez, coincidentemente papá del yucateco voraz.
Sucede que un empresario que había sido contratado por Víctor Cervera Pacheco para desarrollar un proyecto exitoso de hidroponía en Yucatán, fue contactado por el gobernador de Quintana Roo para replicarlo en su tierra, por un costo de 430 millones de pesos, suma de la que Villanueva pidió el 10 por ciento de comisión.
El empresario en cuestión compensó a Mario Villanueva con propiedades que tenía en Veracruz y le traspasó las escrituras a Mario. Hasta ahí lo normal.
Pero un mal día, se presentó una pandilla de gangsters en las oficinas del empresario en las calles capitalinas de Gral. Prim, “levantaron” al infeliz empresario, lo secuestraron en una casa de Cuernavaca y lo torturaron para preguntarle por qué tenía esas escrituras el gobernador Mario Villanueva.
Pocos meses después, Mario Gamboa Patrón, hermano de Emilio, amenazó de muerte al empresario y al cabo de un tiempo, los documentos notariales aparecieron a nombre del señor Emilio Gamboa Martínez. En un acto de “magia” inexplicable, las propiedades habían pasado, de manos de los narcosecuestradores, a las del papá del “prócer” Gamboa Patrón!
Al serle reclamadas las propiedades al gerifalte, éste aceptó — tras negaciones primero y estira y aflojes, después–, con todo cinismo el hecho y ofreció regresarlas pues el escándalo era inminente, “a cambio de un millón de pesos para los gastos notariales” ¡Vaya descaro! La pregunta que todos los observadores se hicieron fue obvia: ¿Cómo habían cambiado de manos las propiedades? ¿A quién beneficiaba el secuestro del empresario?
“Hay que ayudarle al señor Presidente, hermanito”
Este suceso se dio casi al mismo tiempo en el que se revelaban las aventuras de pederastia del senador con su “cuatazo”-“hermanito” Kamel Nacif, y el recuerdo de las niñas, adjetivadas como “botellitas de cognac” al servicio de sus abusadores.
Las grabaciones telefónicas en las que el senador se comprometía con Kamel Nacif a modificar la aprobación de leyes y decretos sobre juegos y sorteos para establecer casas de juego al interior del Hipódromo de Las Américas en favor del libanés y toda una serie de fantasías y manipulaciones como infames ganchos para extorsionar al pederasta textilero.
¿La gente se pregunta cuál es el sistema que utiliza Gamboa para permanecer eternamente aferrado al hueso?
El mismo que ha utilizado siempre: el quedar bien por medio de obsequios de lujo y permisos de gran tamaño a quienes se perfilan a ocupar la Presidencia y a sus familiares más cercanos, al costo del dinero y la indignidad que se necesite, no le importa si proceden del tricolor o del blanquiazul.
Haciendo llegar a los oídos del poderoso en ciernes, que no deja pasar oportunidad para pedir a los poderosos “ayuden al Presidente”, sea quien sea, lo que se conoce en la jerga de los publirrelacionistas como la “técnica Galindo Ochoa” de los trepadores.
Toda barrera puede ser franqueada por su extrema ignorancia y hambre de poder. Así se ha ganado secretarías particulares, fortunas, diputaciones, senadurias, ministerios y privilegios de todo tipo como seguir manejando Fonatur y las API’s de todos los litorales, una personita que no tiene la mínima formación política, ya no digamos intelectual.
Dejando en el camino de su ambición cualquier zalea, cualquier prestigio, cualquier compromiso, sin importar quién tenga que solventarlo, que ya habrá ocasión de cobrar y repartir, siempre y cuando le toque a Gamboa la parte del león.
Todo, en aras de aferrarse a la obsesión existencial del “hueso”.
Pero, usted sabe, nada es más barato que lo que se puede comprar con dinero. ¿O no?
Índice Flamígero: El más reciente escándalo político-pecuniario en el que se vio envuelto Emilio Gamboa Patrón fue estelarizado por su secretario particular de apellido Lecanda –el regalo de bodas de EGP para la hija de este, hace un par de años, fue “un depa’ en Acapulco”—cuando, en conversación con el ahora diputado Jorge Estefan Chidiac, le pregunta si van a seguir llegando a las oficina de la coordinación priísta en la otrora Cámara Alta “las maletas” de Bansefi, institución bancaria gubernamental que encabezaba el segundo. “Lana es lana”, rubrican.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
Este Yucateco es uno de los mejores ejemplos de la impunidad reinante en el ámbito político PRInosáurico. ¿Hasta cuándo lo permitiremos?