· Méxicos odiosamente opuestos
· El del “va bien” y el del “va mal”
Este país en el que nos tocó vivir, como dice Cristina Pacheco, está polarizado, dividido, confrontado. Y no me digas, amigo, que no tengo razón:
Gobernantes y sus fans, por un lado, y gobernados, por el otro, juegan a las vencidas, o el diabólico juego de jalar la reata.
A ver quién vence a quién. A ver quién cae primero.
Hay, y eso sí es muy grave, odio. Los contendientes no pueden verse ni en pintura.
Qué lástima. ¿En qué momento los mexicanos nos bajamos del mundo?
No estará de acuerdo con la pregunta nadie del grupo gobernante. Obvio. Es interrogante antisistémica. Pero, ¿le cree usted a Osorio Chong? O ¿Le cree usted a López Obrador?
Para los gobernantes y sus simpatizantes, México se mueve, progresa, es más productivo, es más seguro que cuando gobernaba Felipe Calderón, cuando hubo por lo menos cien mil ejecutados por la guerra del narcotráfico.
Hoy, “el gobierno de Enrique Peña Nieto logró detener la escalada de violencia en el país”. ¿Será, Miguel Ángel? El Chapo Guzmán se peló en tus narices. Ni cuenta te diste. ¿O sí?
Para los segundos, hay dolor ante tantos desaparecidos, asesinados, violados. Muchas mujeres asesinadas, agresiva pobreza generalizada, hambre a pesar de la cruzada contra el hambre de la que ya no se habla.
Es lamentable, para quien ama a México, como dicen. Pero a quienes están del otro lado, del de los jodidos, México es dolor. “Me dueles, México”, reza un axioma de los indignados. Y axioma es una verdad evidente que no necesita de demostración. Y hay incredulidad, desconfianza. No le creen a Peña Nieto. Menos a Osorio Chong. Ni los ricos más ricos.
El optimista asegura que México marcha hacia adelante. Este martes, por ejemplo, compareció Miguel Ángel Osorio Chong ante el Senado. Iba a que le plantearan preguntas sobre el apartado de seguridad pública del tercer informe de gobierno. También, claro, iba a ser ensalsado por los senadores del PRI y sus afines. Estos están ahí para defender lo indefendible.
Y está seguro el secretario de gobernación de lo que dice: “El gobierno de Enrique Peña Nieto logró detener la escalada de violencia en el país. Hoy, México avanza en la dirección de menos delitos.”
Sin embargo, Osorio Chong no pudo hacer a un lado la bochornosa fuga de El Chapo Guzmán, por la que debió de haber renunciado desde el día siguiente del escape del narcotraficante.
Claro. Matizó la gravedad de la fuga, un símbolo del poder del narco, apoyado en autoridades a las que les encanta el dinero fácil, venga de donde viniere. Lo importante es tenerlo y no pagar impuestos.
Osorio Chong matizó pues: “La evasión de Joaquín Guzmán Loera demostró que el sistema penitenciario enfrenta importantes retos”. Habría sido demasiado que dijera lo que afirman del otro lado: que el sistema penitenciario es un sistema fallido. Cualquiera, con mucho dinero, sobre todo dólares estadounidenses, de esos verdes, puede evadir a la justicia. Y si cae, puede untar manos con muchos dólares para fugarse. Al fin que todo ser humano, culpable o inocente, tiene el derecho de luchar por su libertad, tiene derecho de fugarse. Y cometería otro gran delito si se deja reaprender. Esto es de derecho natural.
En fin, que unos dicen que todo va muy bien. Y otros, que lo padecen en carne viva, que las cosas van mal. Y será imposible que se pongan de acuerdo. Es como la reunión, que no fue encuentro, porque encuentro significa algo más profundo, más comunicativo, entre Peña Nieto y los padres de los 43 jovencitos desaparecidos hace un año. Un diálogo de sordos.
Y mientras, el país sufre una crisis en derechos humanos. Y no me dejará mentir el ombudsman Luis Raúl González Pérez. Este martes mismo hubo un foro sobre este espinoso, doloroso, vergonzoso tema. Ahí se concluyó que ante tal crisis sectores conscientes de la sociedad demandan acciones inmediatas y efectivas. Pero tengo que ser sincero. A los gobernantes les tiene sin cuidado. Es doloroso asegurarlo. Pero es la verdad. Y ahora ya no hablamos de la crisis económica.
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