Si anda como pato, tiene pico y plumas de pato, y grazna como pato, es pato; de igual forma si sus instituciones políticas mantienen influencias importantes del narcotráfico y distintos funcionarios públicos y gobernantes también participan o encubren a las redes de la delincuencia organizada, usando para eso sus propios cargos, entonces de manera indudable tiene características de narcoestado.
La doble fuga del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, de penales catalogados o presumidos de máxima seguridad, no pueden poner en duda las características de un Estado con claras nexos y fuertes influjos con la delincuencia organizada.
Debe quedar claro que en México, la delincuencia de altos vuelos no se mueve en un escenario paralelo a las instancias de gobierno e incluso de justicia y hasta de la iniciativa privada. No. La ilegalidad y la violencia están insertas en las áreas de gobierno y decisión.
El Estado en nuestro país no se conforma sólo de la organización social, política y económica que se enmarcan en nuestra Constitución; también se adhieren otras más estructuras de índole criminal que tienen franco peso entre los Poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La existencia de nueve grandes grupos delictivos en nuestro país, reconocidos por la Procuraduría General de la República (PGR), no son entidades decorativas, tienen grandes dominios en el territorio nacional e incluso se han expandido hacia el extranjero.
El Cártel del Pacífico, Los Arellano Félix, La Familia Michoacana, Carrillo Fuentes, Beltrán Leyva, Los Zetas, El Cártel del Golfo, Los Caballeros Templarios y El Cártel Jalisco Nueva Generación; son los imperios delictivos que han crecido al amparo de las instituciones gubernamentales y no sólo eso, también han participado en su expansión. No es gratuito que de los nueve grandes existan otras ramificaciones de las que El Cártel del Golfo cuenta con 12, nueve de Los Zetas, ocho de El Cártel del Pacífico y seis de Los Beltrán Leyva. Las restantes organizaciones criminales de igual forma tienen sus escisiones que se diseminan en todo el territorio nacional.
Superamos a Colombia en el problema del narcotráfico, del que incluso autoridades mexicanas se jactaban de no tener tintes de colombianización. Hoy las características de narcoestado nos delatan y nos someten, pero hay los que con todo y la realidad abrumadora señalan que vamos por buen camino.
Acta Divina… A finales del año anterior, José Antonio Meade entonces secretario de Relaciones Exteriores, negó que México sea visto como narcoestado y señaló que el país tiene retos pero los enfrenta de manera transparente.
Para advertir… No reconocer tanta inmundicia presume colusión.