Javier Peñalosa Castro
Llama poderosamente la atención que, contra su costumbre, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haya decidido invalidar las elecciones para el gobierno del estado de Colima adjudicadas al candidato del PRI, José Ignacio Peralta, por un estrechísimo margen (503 votos más, que representan una diferencia de 0.17% frente al panista Jorge Luis Preciado), por la “intervención ilegal” del aún gobernador, Mario Anguiano en el proceso.
Sí. Usted recuerda bien. Se trata de la misma falta por la que el TEPJF decidió reconvenir a Vicente Fox, pero no anular la elección que se dio al término de una campaña plagada de irregularidades e iniquidades, a través de la cual Fox cerró a Andrés Manuel López Obrador el paso a la Presidencia, y logró imponer a Felipe Calderón, tras un proceso que causó grave indignación y que obligó al delfín de Fox a asumir el cargo de maner indigna, en el marco de una maniobra que implicó su arribo al recinto del Congreso por la puerta trasera y su asunción en una ceremonia tan apresurada como deslucida.
El mismo Calderón que, con el mayor cinismo, habría de expresar su memorable: “haiga sido como haiga sido” para intentar dar vuelta a la hoja y pretender que se le reconociera como presidente de facto.
Esa misma instancia decidió anular los comicios en Colima y llamar a una nueva elección.
En otras circunstancias, una resolución de esta naturaleza sería ejemplar y digna de encomio –en principio lo es–.
Sin embargo, uno no puede ser ajeno a la sospecha, y menos aún dejar de vislumbrar los signos ominosos que se dan en el contexto de esta decisión, como el reciente acribillamiento del que saliera inexplicablemente con vida el exgobernador Fernando Moreno Peña, y sus antecedentes: en 2007, la ejecución del también exmandatario colimense Silverio Cavazos, y dos años antes, la muerte, igualmente en condiciones sospechosas, del gobernador Gustavo Vázquez Montes, en un accidente de aviación.
Ciertamente no existen hasta ahora pruebas de qué interses estén detrás del atentado contra Moreno Peña, y menos señales de qué poderosa fuerza logró que se cambiara la decision favorable a Peralta a una semana de la ceremonia en que sería entronizado como gobernante de esta entidad que se ha convertido en enclave estratégico para el trasiego de estupefacientes durante los últimos años. Sin embargo, queda claro que, tanto la anulaciòn de la elecciòn como el atentado comtra Moreno se dan en el marco de una sangrienta lucha por el control de Colima, que es uno de los principales bastiones del narco en la zona del Pacífico.
Habrá que esperar a ver qué fichas del tablero cambian y cuáles nuevos movimientos se dan para poder aventurar hipótesis sobre cómo evolucionarán las cosas en aquel estado. Por lo pronto, sería bueno que la ciudadanía se decida a ejercer presión sobre el TEPJF, para que este antecedente realmente constituya el basamento de una nueva era marcada por la aplicación de la ley y la consolidación de la máxima instancia en materia electoral como referente de equidad y de justicia. Por supuesto, se trata sólo del inicio. Para que ello ocurra, tendrá que labrarse un prestigio como institución que sólo sera posible mediante la suma de voluntades y acciones de quienes integran este tribunal.
Y para “echarles la mano” en este proceso, los ciudadanos debemos estar al pendiente de que los ministros no caigan de nuevo en la tentación de la benevolencia ante quienes detentan el poder y abusan de él.
Chihuahua. Los saldos de la lucha antinarco
Sobre Chihuahua, entidad que tiene en común con Colima su condición de daminificada en lo económico y lo social por la acción del narcotráfico, Enrique Peña Nieto afirmó que la entidad es líder en Justicia, e hizo un amplio reconocimiento a la reforma en materia de justicia que ha llevado a cabo.
Por lo pronto, si bien han disminuido los hechos delictivos que tuvieron en vilo al estado durante buena parte del sexenio de Calderón, periodo que estuvo marcado por el secuestro, las ejecuciones masivas y otros hechos de sangre, poblaciones como Ciudad Juárez tienen zonas que lucen como pueblos fantasmas; plazas comerciales en las que el 80 por ciento de los locales se rentan, se traspasan, se venden o simplemente han sido abandonados. Viviendas con rentas bajas, casas y departamentos a precios de ganga. Sí, pero en zonas en las que ocurrieron hechos de violencia, donde se toleró e incluso prohijó el cobro de “derecho de piso”, y donde la gente simplemente no quiere vivir ni trabajar.
El miedo entre la población se está disipando paulatinamente. Sin embargo, el riesgo está latente, y es importante que el gobierno federal reasuma su compromiso de impulsar el desarrollo de regiones como ésta, para que su gente pueda volver a vivir en paz y construir para el futuro sin zozobras ni temores. De no hacerlo así, se corre el riesgo de que los gupos criminales, en teoría eliminados, resurjan o den paso a otros nuevos, capaces de destruir la armonía y el equilibrio en muy poco tiempo, tal como parece estar ocurriendo en Colima.