El último rector de la UNAM verdaderamente universitario, el que impidió que el PRI utilizara el campus para dirimir sus batallas sucesorias, fue Javier Barros Sierra. A partir de ahí, todos quienes han encabezado a mi Alma Mater han llegado por dedazo presidencial —el caso más notorio es el de Juan Ramón de la Fuente, “el-fallido-candidato-a-todo”, todavía cabeza del grupo al que pertenece el saliente José Ramón Narro Robles… quien quiere establecer su propio cacicazgo.
Javier Barros Valero, describe a su padre y a su circunstancia, con precisión científica que vale la pena reproducir:
“Al mediar el año de 1968 asoman en el país signos ominosos. Se desencadena la lucha por la sucesión presidencial de 1970. Los poderosos contendientes hacen de las instituciones de educación superior su campo de batalla. La UNAM encabeza la lista.
“A un tiempo y paradójicamente en un ambiente de bonanza económica, surge un clamor por mayores posibilidades de participación política, sobre todo por parte de algunos sectores de la izquierda, los cuales operaban prácticamente en la clandestinidad, constreñidos sus márgenes de expresión.
“Junto con ello, la inminencia de los Juegos Olímpicos, ocasión para que el gobierno expusiera el país ante el mundo como una entidad moderna, aunque sin haber hecho su tarea de fondo, la de acompañar al buen desempeño económico con la democratización de la vida nacional.
“Era casi imposible enfrentar esa conjunción de elementos —había otros—desde la rectoría de la Universidad, contando sólo con algo más que autoridad moral.
“El rector Barros Sierra protestó enérgicamente por la agresión a la Preparatoria Nacional; peligraban la autonomía de la Universidad y, peor aún, la libertad en México. El Estado empleaba la bazuca en contra de sus creaturas.
“El rector guió dignamente la memorable manifestación del primero de agosto de ese año aciago. Condujo la protesta liderando a los universitarios y también a los politécnicos, los normalistas, los agrónomos. Los llamó a expresar su repudio ordenadamente dentro de las instalaciones escolares. Pero la mítica tinaja de los males ya estaba descubierta.
“En adelante, Barros Sierra hubo de lidiar con la incomprensión y aun con el encono de unos y de otros; debió caminar solitario ‘contra los jirones de fuego’, aunque armado con el poder magnífico de los principios.”
La Junta de Gobierno juega con fuego
Hoy las cosas son diametralmente distintas. La gente está ofendida. Está dispuesta a someterse a una terapia sicológica de shock… ¡y los pretenciosos líderes académicos insisten en jugar con fuego!
El escenario de la nueva farsa es –otra vez– la sufrida UNAM. A punto de aportar su cuota de pasmarotes al ridículo total.
Poner al favorito es el nombre del juego. Una de dos. O es el premio a José Ramón Narro Robles, a cambio de no haberlo dejado llegar al codiciado manejo de las nóminas concentradas de los pagos magisteriales en la SEP.
O Narro les está jugando las contras a los toluqueños, sin que –como siempre– ellos se den por enterados.
Uno, porque como la silla de Vasconcelos estaba destinada al favorito Aurelio Nuño, los mandarines del caprichato deben “pagar ” cualquier precio, como siempre, a costa de nuestros estragados bosillos de causantes cautivos y más perseguidos que una bruja de Walpurgis.
Dos, y ese precio del engaño implica exhibir, en una lista destinada al escarnio público, a una serie de ilusos universitarios que han sido enfrentados entre sí para que a la mera hora sufran la frustración de que arribe a la rectoría un protegido de siete suelas, odontólogo por más señas, que responde al nombre de Javier de la Fuente Hernández, consuegro del segundo al bat de la Junta de Gobierno. Carta marcada, “caballo negro” de Narro.
De los 16 que tenía, ya no’más le quedan 10
En orden alfabético, tal y como fueron presentados por los 15 notables que integran la Junta de Gobierno, la relación ya depurada de suspirantes está integrada por:
Sergio Alcocer Martínez de Castro, ex subsecretario para América del Norte y ex secretario general de la UNAM; Francisco Bolívar Zapata, ex coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Presidencia de la República e investigador emérito de Instituto de Biotecnología; Fernando Castañeda Sabido, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y el “favorito” de Narro, el único que podría cuidarle las espaldas, Javier de la Fuente Hernández, director de la ENES-León, ex secretario de Desarrollo Institucional, ex director de la Facultad de Odontología.
En el reparto de “extras” también aparecen Enrique Graue Wiechers, director de la Facultad de Medicina; Héctor Hernández Bringas, coordinador de Planeación, Presupuestación (sic) y Evaluación de la UNAM; Juan Pedro Laclette, coordinador de Posgrado; Leonardo Lomelí, director de la Facultad de Economía; Suemi Rodríguez, ex directora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, y last but nos least, Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias y ex secretaria de Desarrollo Institucional a quien se liga con AMLO, quién sabe si con razón o sin ella.
Alcocer, de Videgaray, Meade y Nuño
Y sí, como siempre sucede desde que el priísta Guillermo Soberón –con su propio cacicazgo en el sector salud, donde pone y quita funcionarios gubernamentales a su antojo– la sucesión en la UNAM es un campo de batalla, donde se miden las fuerzas antes de “la grande”.
Ahora los grupos están muy flacos: Videgaray, Meade y el impulsivo Nuño –“los tres son lo mismo”, ha dicho el ya casi ex embajador de Barack Obama ante los toluqueños– que ya andan dando bandazos porque no entienden la jugada. Los tres apadrinan al oscuro Sergio Alcocer, candidato habilitado por ellos mismos, desde hace algunas quincenas.
La izquierda sesentayochera, del lado de Rosaura Ruiz, una buena carta, que pinta para la frustración. Los investigadores de carrera, con Bolívar Zapata, que de esto sabe un resto. Pero la autorización para enfrentarlos y declarar ganador la tiene Narro, quien trae a Agustín Rodríguez, capataz del Stunam, cual periquillo propio, pues el dirigente tiene sus plazas en Odontología, al resguardo de Javier de la Fuente.
Sucesión del rector, entre familia
Los dados ya están cargados. Pero hacía falta que apareciera el pelito en la sopa, el que reveló el enjuague: la hija del académico Alejandro Mohar, Alejandra del mismo apellido, es la pareja sentimental del hijo del adelantado Javier de la Fuente, el “caballo negro” de Narro.
Y Alejandro Mohar es el segundo de a bordo, por su antigüedad, en la inquisitorial Junta de Gobierno de la UNAM.
Es más, para amarrar mejor el tamal, Diego de la Fuente, hijo del predestinado Javier, el odontólogo enviado por Narro a ejercitarse en la ENES de León –qué él mismo se diseñó, como sastre que se hace un traje a la medida– hoy aparentemente está becado por la Máxima Casa de Estudios en el University College de Londres con nuestras contribuciones. Ello porque, recién egresado del ITAM, ¡es el flamante asesor político del actual rector de pacotilla!, el que se autonombró Doctor Honoris Causa, algo a lo que no se atrevió ni Barros Sierra en vida.
Discutible la trayectoria de De la Fuente Hernández
Lo peor de todo es que, quienes conocen la trayectoria universitaria de De la Fuente Hernández –nada que ver, ningún parentesco con “el-fallido-candidato-a-todo” Juan Ramón de la Fuente– no están muy ciertos de sus entorchados ni de sus credenciales académicas.
Algunos describen cómo se ha apropiado de investigaciones llevadas a cabo por otros –el problema del plagio en la UNAM está “a todo lo que da”, a partir del “descubrimiento” del copy-paste y hasta hace pocos meses fue que se implantó un Código de Ética–; otros han revisado las relaciones de egresados de las universidades extranjeras donde pretendidamente ha realizado masters y maestrías ¡y no’más no aparece en ellas!
Hay otros, al seno de su Facultad de origen, que cuestionan el manejo de recursos. Las compras de materiales para los servicios odontológicos que ahí se prestan al público… los cada vez más frecuentes congresos, simposios, cursos patrocinados por transnacionales de dentífricos, cepillos para el aseo bucal, hasta de sofisticados aparatos para la curación de todos los males que afectan a las dentaduras.
¿Cuáles son sus méritos, entonces? Ser la creatura que pacientemente, durante los últimos seis años, ha creado Narro Robles para que, llegado el momento, le cubra las espaldas y ¡hasta salva sea la parte!
Narro Robles, “chile de todos los moles”
José Narro Robles, el que opina y se mete en todos los moles, el que ha descuidado la UNAM, hasta convertirla en lo que ahora es, una institución que no aparece ya ni entre las 500 principales del mundo… a no ser que la publicación sea una gacetilla pagada.
Narro Robles, el que ha postergado la excelencia académica para favorecer las grillas del antiguo lamesuelas del insípido José Sarukhan, de irrelevante memoria.
Es tal la sorna que provoca el protagonismo ñoño en la UNAM, en la búsqueda de las prebendas del billete, que hay quién opine que falta que se dé una alianza anti natura entre el PAN y el PRD, o lo que quede de las franquicias, para entrar en la puja, que siempre algo queda.
Entre inflados cataclismos, derroche de vituallas, declaraciones desafortunadas, filtraciones de los de confianza y jueguitos insulsos de poder, la nave va al precipicio.
El billete ante todo, así cueste el protagonismo que sea.
Aquí se vale todo.
Total, sigue pagando el exprimido ciudadano.
Índice Flamígero: Ese “ya basta de culpar al gobierno” del pachuco Miguel Ángel Oso…rio Chong –en referencia a los 43 desaparecidos en Iguala– va en la misma línea del #YaChole que los anti-publicistas de Los Pinos tuvieron que echar abajo en menos de 24 horas de transmisión. Pero más allá de ello, lo que deja ver es que ya están desesperados, que su frustración es enorme ante su incapacidad de cumplir las mínimas obligaciones de sus respectivos encargos, ¿a poco no?
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