• El Senado tumbó la reducción del IEPS a refrescos
• Saña contra los dirigentes del magisterio disidente
Los senadores, hay que celebrarlo, echaron para abajo un desaguisado mayúsculo de los diputados: el impuesto a lo que se llama aguas saborizadas (el IEPS, o sea el Impuesto Especial de Producción y Servicios), que en realidad son los refrescos de cola, principalmente.
Al revisar la miscelánea fiscal para 2016, los diputados priístas y sus satélites oportunistas, el verde y nueva alianza, votaron a favor de bajar en un 50 por ciento el impuesto a los refrescos. A todas luces, la medida tomada por la mayoría de los diputados iba encaminada a beneficiar a los grandes pulpos de la refresquería, principalmente a las cocacolas y pepsicolas.
La reforma hecha por los diputados, que obviamente inconformó a la oposición de las izquierdas (PRD, MC y Morena), por claramente beneficiadora de los empresarios refresqueros y francamente impulsora de la mala costumbre del mexicano de beber litros y litros de coca, y samparse una torta de tamal cuando menos, causas, entre otras, por las que le estamos ganando a los gringos en obesidad y ya desde niños.
Entonces, el fisco debería de encarecer aún más ese tipo de productos, como las aguas saborizadas, que de todos modos son consumidas por millones de personas, aunque sean caras.
Los refrescos, el alcohol o sea el trago de todos los calibres (aguardientes, vinos, licores) deben ser más caros, infinitamente más caros, que un litro de leche de vaca industrializada, que aunque sea industrializada no debe tener impuestos millonarios, o el precio de los medicamentos, que aunque no paguen el impuesto al valor agregado, son inmensamente caros en relación con su precio de producción.
Pues eso fue lo que hay que celebrarle a los senadores que se plantaron, inclusive los senadores panistas, y revocaron una pésima decisión de la mayoría de los diputados, que se vieron plenamente a favor de las clases poderosas.
Por lo demás, este jueves, la Cámara de Diputados tuvo una sesión maratónica para sacar de una vez la ley de ingresos para el año venidero, que recibió del Senado con importantes reformas, como esa del impuesto a los refrescos. Lo aprobado definitivamente pasó ya al Poder Ejecutivo para su publicación.
En otros frentes, las autoridades gubernamentales se están cebando sobre los líderes del movimiento democrático del magisterio. Quieren destruir cualquier vestigio de oposición. Debo aclarar que la CNTE no es de ninguna manera santo de mi devoción, pero ciertamente responde a una corriente ideológica dentro del movimiento de los trabajadores, y en este caso de los de la educación.
Como vamos, el gobierno, representante ya no de una revolución social que pugnó por la justicia social, sino de un modelo capitalista de palenque de gallos, o de hipódromo, o de casino, o de garito, vamos a terminar siendo una sociedad al estilo de la Granja de George Orwell.
Ya estoy viendo a los trabajadores, con niveles de vida de tercer mundo, con condiciones económicas y laborales al estilo americano.
En Estados Unidos, los trabajadores ganan muy bien, tienen capacidad de pagar su seguro social, la hospitalización y la cirugía por parto, el uso hospital, sus vacaciones etc., pero tienen capacidad.
Aquí, el gobierno está decidido a implantar un estilo americano de alta calidad para trabajadores de baja calidad de vida. Y eso no es posible. Seguro que ahora están decididos a vender Pemex al mejor postor, y para ello están haciendo la propaganda de las enormes pérdidas que ha registrado la empresa. No, el gobierno no puede seguir administrando la petrolera. Está perdida si sigue por el mismo camino. Por lo tanto hay que traspasarla a empresarios particulares. Esa es la divisa del peñanietismo.
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