El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de estos tiempos, no cabe duda, ha logrado consolidar una tarea muy importante en el sentido de divulgación de sus trabajos y que en muchos de los casos hacen dudar si las cifras de distintas instancias que aporta el Gobierno federal son mera promoción institucional, más que metas cumplidas con organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Organización de las Naciones Unidas (ONU), Fondo Monetario Internacional (FMI) y hasta el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En estos días al interior del INEGI se viven momentos de indefinición por quién ocupará el puesto de nuevo presidente de la institución, luego de que Eduardo Sojo Garza Aldape, deje de dirigirlo el próximo 31 de diciembre.
De la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto para dirigir al INEGI poco se sabe, misma que luego tendría que ser aprobada por los senadores, pero ya el Centro de Estudios Especializados del Sector Privado (CEEPS) ha detallado las características de quien presida al Instituto: Probada ética, experiencia en el campo de la estadística y estar familiarizado con la información que se genera.
El INEGI debe ser imparcial y no servir a los fines mediáticos de la Administración en turno, como se advirtió apenas en septiembre de este año cuando el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), advirtió que el número de pobres en el país de 2012 a 2014 –al frente de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles–, había aumentado de 53.3 millones a 55.3 millones de pobres.
Pero de manera más que rápida el INEGI corrigió al Coneval, pese a que este usa los indicadores del mismo instituto para medir la miseria tales como: Ingreso corriente per cápita; Rezago educativo; Promedio en el hogar; Acceso a los servicios de salud; Acceso a la seguridad social; Calidad y espacios de la vivienda; Acceso a los servicios básicos en la vivienda; Acceso a la alimentación, y Grado de cohesión social.
Es quizá por eso y otras cosas más, que nadie advierte que el nuevo director del INEGI, ojalá y cubra los estándares del actual, sin embargo se pide en primera instancia, probada ética.
Acta Pública… Del Código de Ética del INEGI se advierte: Independencia igual actuar libre de cualquier tipo de presiones de grupos de interés en la producción y difusión de la información.
Para advertir… Si hasta el 31 de diciembre no existe designación o el nombramiento y a la vez no ha sido aprobado por el Senado el nuevo director del INEGI, entonces la Comisión Permanente, la Junta de Gobierno del instituto, será presidida de manera interina por el integrante con mayor antigüedad en el cargo. Mario Palma, vicepresidente del Subsistema de Información de Gobierno, Seguridad Pública e Impartición de Justicia sería en interino.
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