La confianza desbordada que intentan transmitirnos los estrategas de la economía y finanzas nacionales, sólo a través del discurso, no logra trasminar ni siquiera entre los empresarios de este país, que ante el escaso movimiento del mercado interno, ven que día a día ganancias decrecen y en los casos de las pequeñas y medianas empresas la situación se recrudece aún más, al grado que se prefiere cerrar para siempre las cortinas, ante lo incosteable de subsistir en números rojos.
No faltan los que aún alaben la tarea del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, al grado de advertir que sigue teniendo la fórmula –¿alguna vez la tuvo?–, para enfrentar el adverso entorno económico. La pregunta es si es para la tormenta de capital que se avecina o en la que estamos instalados.
Aunque ya no tan sonriente, Videgaray señala que México tiene fortalezas como su política monetaria autónoma del Banco de México, inflación baja, estabilización de la deuda, reservas internacionales de 177 mdd y por si se necesitara líquido, una línea de crédito flexible de hasta 70 mdd con el Fondo Monetario Internacional (FMI); cobertura petrolera de 40 dpb y la mentira del siglo respecto a que las reformas energética y de telecomunicaciones han abaratado las tarifas de servicios al público.
Para el titular de Hacienda, Videgaray –junto con otros hombres del gobierno y de instituciones financieras—, no hay de qué preocuparse, pues señalan que las anomalías son mínimas y que se exagera con el valor del dólar frente al peso que no tarda en tener una paridad de 1 a 20 y que esa volatilidad en los mercados cambiarios no se ve reflejada en el aumento de precios del mercado interno, asimismo advierten que el valor del barril de petróleo ya en mínimos históricos de 23 dólares o menos no tiene nada de extraordinario y que no es más que asunto de ajustes del mercado petrolero internacional.
Sin embargo, no sólo el valor del peso frente al dólar o el precio del barril de petróleo mexicano son las anomalías de la economía nacional, que además no son menores y sí impactan en otros factores del mercado interno.
A Videgaray, Carstens del Banco de México (Banxico), Aristóteles Núñez del Sistema de Administración Tributaria (SAT) y al mismo José Ángel Gurría ahora secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se les hace fácil obviar que los bolsillos de los mexicanos están vacíos y que cuando tienen dinero las más de las veces no les alcanza ni para comprar lo básico, luego de haber cumplido millones de ellos, eso sí, con el rapaz sistema de pago de impuestos.
El optimismo de Videgaray es sólo mediático, su apuesta de que estamos preparados para cualquier tormenta internacional de orden financiero es sólo una pose, una parte de la escenografía bien pintada pero desvencijada de cara a las elecciones locales de este 2016.
Acta Divina… Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP): “México es uno de los mejores lugares para invertir”.
Para advertir… La cuesta de enero dura doce meses.
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