Los mexicanos nos hemos hecho famosos por echar a perder, descomponer y quemar todas nuestras riquezas. Lo único que nos hacía falta es el desprecio y la desconfianza internacional por la rapiña que la actual casta en el poder practica cotidianamente con una voracidad insaciable.
Libros tan reveladores como El perfil del hombre y la cultura en México del cultísimo Samuel Ramos; El mexicano, psicología de sus motivaciones del icónico Santiago Ramírez, y Los hombres verdes de Abel Quezada, son emblemáticos.
Demostraron que el mexicano es el único ser en el mundo que no nace para construir. Nace para acabar con lo que encuentra, incluso consigo mismo. Decide que lo único que le queda es sacarle ventaja al medio en que se desenvuelve; una ventaja –claro– que lo beneficia sólo a él.
El cartón de Quezada, aparecido el 16 de Octubre de 1974, en aquél Excélsior, desparramó el humor negro: “…Estando Dios en el Universo, llamó a su ayudante y le ordenó: A este lugar me le pones mucho oro, plata, uranio, petróleo, ríos, campos para el ganado y la agricultura, y hermosos bosques…”
El ayudante le dijo: “Pero, Señor, ¿no crees que es demasiado; que es injusto darle a esta región más que a otras? Y el Señor respondió: “No te preocupes; para que se empareje, vas a ver la clase de habitantes que le pongo”. Y le puso a los mexicanos.
Todo nos lo acabamos. No queda casi nada. La última súplica para que vengan a saquearnos, correrá a cargo del infausto Peña Nieto, quien ya avisó de su próxima gira a los Emiratos Árabes, para que desde allá arrasen con las reservas petroleras, el agua y abrir todas las formas de penetración comercial.
Abandono de las escuelas de agricultura
De las escuelas de agricultura y zootecnia que dieron lustre al arranque de la misión para llevar tecnología y conocimientos al campo, la “Hermanos Escobar”, de Ciudad Juárez, se convirtió en un bodegón de carnes asadas. Hace 22 años fue cerrada por la obsesión demagógica y enfermiza del espiritista Francisco Barrio, argumentando riñas estudiantiles.
La “Antonio Narro”, de Saltillo, destinada a producir técnicos para las zonas áridas, funciona en precarias condiciones, con unos cuatro mil alumnos, sin brújula ni timón. Totalmente insuficiente y abandonada. No hay un solo programa educativo que atienda a este importantísimo sector.
Pero la que está convertida en un auténtico desastre es la de Chapingo. A pesar de todos los intentos para hacerla florecer, que datan desde que Santa Anna le compró el Convento a los dominicos de San Jacinto para instalarla, hasta que Álvaro Obregón la trasladó a Texcoco para convertirla en un centro de excelencia, hay una distancia abismal.
Los tecnócratas acabaron con la enseñanza
A Chapingo ingresaban los alumnos mejor preparados de la educación media básica del país. Los que no contaban con recursos económicos para cursar carreras universitarias, y encontraban en su recinto manutención, vestuario y equipos para la investigación agropecuaria.
Egresados ilustres que orientaron sus principios rectores en favor del país. La fiebre burocratizadora de los ochentas y la influencia en el gobierno delamadridista de infiltrados de agencias extranjeras de dominación financiera, le pusieron enfrente —para acabar de rematarla—a dos elefantes insufribles:
El famoso Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y el Centro de Inseminación de Palo Alto .El INIFAP, comenzó a repartir doctorados en agronomía a los estudiantes que producían cualquier prescindible monografía sobre la historia del chile en México o los antecedentes prehispánicos del maíz.
Mafias criminales en la escuela de Texcoco
La burocracia de cuello dorado de Palo Alto, complicitada con aventureros y contrabandistas, se dedicó a trasegar con semen de razas vacunas brasileñas y holandesas, que entraban en peroles como Juan por su casa, autorizadas por todas las garitas y aduanas del país y del Aeropuerto de la CDMX, para destruir los hatos de alto registro que se empezaban a producir en México.
Arrasaron con los esfuerzos de productores agropecuarios, empeñados en producir razas de dobles propósitos –leche y carne– adaptadas a nuestros suelos y climas, para contribuir a la alimentación popular. En lugar de ello, fortalecieron mafias de traficantes que se enriquecieron bestialmente, en complicidad con famosos veterinarios e “investigadores” traidores y mercenarios.
Sin embargo, lo peor estaba por suceder: mafias criminales, coludidas con agentes ministeriales y jefes policíacos del estado de México y Michoacán, están posesionadas de lo que antes fueron las rutas de investigación forestal y agropecuaria, obligadas para levantar estudios, investigaciones y encuestas, donde los alumnos se capacitaban para servicios posteriores a las comunidades.
Coludidas autoridades escolares y del MP
Pesquisas judiciales y ministeriales realizadas en el lugar de los hechos, ubican la culpabilidad y /o complicidad de la “maestra” de Chapingo, Celia Moreno Zárate, con domicilio en la calle Limones 12, colonia Sector Popular de Texcoco, estado de México, como el principal vínculo en la cadena de ilícitos que se cometen contra los jóvenes estudiantes.
Desde hace por lo menos treinta años esta persona comanda los grupos que deben llevar a cabo las prácticas de campo relacionadas con los manejos forestales de las comunidades indígenas de los estados aledaños a la Universidad de Chapingo.
En noviembre pasado ejecutó el mismo numerito con un grupo de jóvenes a quienes condujo al centro ecoturístico de Pantzingo, ubicado en la comunidad indígena de Nuevo San Juan Paranguricutiro, Michoacán, dejándolos abandonados a su suerte.
Durante la noche, se ejecutó el homicidio de Mario Ismael Cárdenas Anaya, alumno universitario sobresaliente, al que acusaron post mortem de haberse suicidado por ingerir alcohol y por altos niveles de consumo de marihuana.
Contradiciendo todo lo anterior, al presentarse sus familiares a reclamar el cuerpo y a exigir la exhibición de la necropsia de ley, se encontraron con la sorpresa de que en la misma, no aparece un solo rastro, ni una prueba química que constate la existencia en el cadáver de residuos etílicos ni alucinógenos.
Las autoridades ministeriales y policíacas se coludieron con la “maestra” Celia Moreno Zárate, avalando por escrito, sin comprobación alguna, que Mario Ismael Cárdenas Anaya había perecido por una intoxicación, que sólo existió en sus máquinas de escribir y en sus bolsillos.
Autoridades deben pagar por el crimen
Es urgente que alguna autoridad relacionada con lo que acontece al interior de la antes prestigiada Universidad tome cartas en el asunto, se castiguen los hechos denunciados por los familiares y se impida, de una vez por todas, que gentuza de la calaña de Celia Moreno Zárate y los actuales directivos vuelvan a pisar sus terrenos.
Asimismo, urge que en las tan cacareadas como inútiles reformas educativas, se integren, a la brevedad, los contenidos educativos y de seguridad extraescolar que exigen las instituciones que tanto prestigio nos dieron en el exterior, y que hoy están convertidas en madrigueras de maleantes, con títulos samaritanos.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Una propuesta: Premio Nacional (e Internacional) de Periodismo para Sean Penn. ¿Se suma usted?
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
como q un premio asi namas??? no señor mio, el Pulitzer.
oye cabron solo hablas porque tienes boca verdad wey, Chapingo sigue siendo la mejor universidad de agronomía de América Latina aun que te duela pendejo. a ver dime que has hecho por mejorar el país, solo criticar a los demás pendejo idiota tu eres el único que haces las cosas bien México no te merece.
Y tu aparte de escribir con las nalgas no creo que hayas hecho gran cosa. Cerebro de moco.
ASCO DE ARTICULO!!!!!!!!!!