• La economía no sólo no se levanta; está en picada
• La Bolsa, termómetro de la actividad, en la lona
El problema no es la devaluación o revaluación de la moneda, porque unos ganan con la depreciación y otros con la apreciación. El asunto es que la política cambiaria está errada y revela que no se tiene ni idea de cómo manejar los criterios económicos para salir de una crisis que es más culpa de nosotros que de la volatilidad de los mercados internacionales. Y toda la culpa la evadimos y se la echamos a la Fed, el banco central de los Estados Unidos, por ejemplo.
La política cambiaria, ejercida por Luis Videgaray y Agustín Carstens, está errada. Es exactamente para promover e impulsar la especulación que practican, a río revuelto, los grandes tenedores de moneda extranjera, concretamente el dólar estadounidense, en tiempos de guerra de divisas.
Pero si hay afectados, y grandes afectados al final del día, aunque aparentemente algunos sectores se beneficien de una devaluación porque aumentan sus ingresos en pesos. Falso porque ese tipo de sectores, como el turismo, todo lo que ganan con una devaluación se lo echan a un barril sin fondo porque dependen de productos, bienes y servicios cotizados en dólares, cuyos precios se incrementan considerablemente, cuando el peso se devalúa. Y así resulta bastante demagógico decir que hay ganadores de la política cambiaria.
No. Ayer martes decíamos en este espacio que los precios de todos los productos y servicios se han elevado un 20 por ciento desde que se inició la apreciación del dólar. O sea que más o menos nuestra inflación total, medida en base al índice nacional de precios al consumidor ya no es del 3 por ciento como presumían las autoridades, sino de alrededor de 20 por ciento. Una inflación que no aguanta ni la economía venezolana, tan criticada por los amantes del neoliberalismo y del capitalismo de casino como el que se practica en México.
Con la devaluación suben todos los precios. Hasta los que no deben hacerlo, como los del turismo, por ejemplo. Pero los productos que tienen contenido importado en su elaboración indudablemente que se van para arriba. Y los productores de bienes nacionales se aprovechan y elevan los precios de productos que no deberían elevarse porque no usan partes importadas.
Y la cosa no va a parar todavía. Como decía mi madre, son las primeras cuentas del rosario. Este miércoles, el dólar llegó a valer cas 19 pesos por unidad en las ventanillas de los bancos. Y eso me confirma que no estoy errado al augurar que este año podríamos estar pagando al final del año unos 25 pesos o me atrevería a aventurar que hasta 30 pesos por dólar.
El peso mexicano pues está hundido en un cenagal. Este miércoles experimentó un nuevo nivel mínimo histórico de 18.66 por dólar ante el persistente descenso de los precios internacionales del petróleo, que se desplomaban a sus mínimos desde 2003 arrastrando a los mercados globales.
La Bolsa Mexicana de Valores por supuesto cayó a su nivel más bajo desde agosto del año pasado, en una sesión volátil en la que llegó a operar por debajo de la barrera de los 40,000 puntos.
El IPC llegó a caer más temprano hasta las 39,924.09 unidades.
Y el Banco de México (Banxico), o sea Agustín Carstens, que cree estar en el FMI, insiste en seguir cometiendo sus crasos errores (bueno, más que el banco, la comisión de cambios, en la que participa Videgaray Caso, que, perdón, debería de estar de tesorero del municipio de Atlacomulco, pero de ninguna manera de rector de la economía nacional), Colocó 400 millones de dólares mediante dos subastas para proveer de liquidez al mercado cambiario. Y, otra vez perdón, para apoyar a los especuladores. En buena medida, las autoridades son las que han estado propiciando la revaluación del dólar. Y les vale que la inflación se vaya para arriba, que en última instancia es el impuesto que pagan los pobres, digo la inflación.
Y el gran problema, digo yo, es que los funcionarios de Hacienda y el Banco de México manejan la economía como un grupé maneja un casiño. La economía mexicana es u na economía casino, o una economía Palenque de Gallos, o una economía Garito. Lamentable.
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