Es un hecho que la reforma fiscal y la reforma energética no tuvieron la base consolidada para despegar como en el discurso nos prometieron y de lo que son cómplices y responsables todos aquellos que signaron el llamado “Pacto por México”, que no fue sino el permiso para que el presidente Enrique Peña Nieto pusiera sobre la mesa sus tan famosas y ahora frustrantes reformas estructurales, para que a la vez, el Congreso las aprobara.
La reforma energética tiene noqueada a Petróleos Mexicanos (Pemex) y ni siquiera sus fases uno y dos de subasta de la famosa Ronda Uno con la que la petrolera comparte ya la explotación de los hidrocarburos, tuvieron un éxito moderado. Por el momento extraer y refinar crudo no es un asunto que atraiga del todo.
Qué decir de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que de ser una empresa de clase mundial en el slogan, pasa a ser una entidad a la que los contribuyentes tendremos que apoyar, además de que nos cobra sus servicios a precios altísimos y a veces impagables.
Y aunque la reforma laboral no fue aprobada en la presente Administración, sino durante el final del sexenio del panista Felipe Calderón, también ha sido un total desastre. Tan sólo para ejemplificar tal sentencia aquí la frase del secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el mexicano y arrogante José Ángel Gurría quien destaca en su último comunicado que México es el país con peor calidad de ingresos entre los trabajadores de los 33 países miembros de la organización, y que representa para nuestro país sólo una de las conclusiones –malas nuevas— dentro de la totalidad del estudio que lleva por título “¿Cómo de bueno es su trabajo? Medir y determinar la calidad del empleo”.
Con todo y lo anterior, sabedores los grandes estrategas de la economía y finanzas nacionales, nos vienen a decir a los mexicanos con su discurso plagado de tecnicismos, que la economía sufrirá aún más reveses.
Todo eso de las cifras históricas de empleo que presume esta Administración, no encajan con la realidad nacional. Tampoco la presunción de que a los trabajadores mexicanos el alza salarial nos ha beneficiado.
El país está por reventar. Signo de esto es el ya no me sirves, no respondes a mis intereses y mis proyectos, te saco de la jugada y hasta me encaro contigo. Pero los “amigos” del titular de Hacienda, Luis Videgaray, que hoy ya no cobran en la nómina del Gobierno o que han sacado varias veces la cara por él, ya están fastidiados de tanta estulticia. Ahí tiene usted al mismo Gurría que en enero defendió la política fiscal de México y ahora señala los fracaso de la política laboral, tal y como hace unos días lo hizo Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, al señalar ajustes urgentes en el gasto público.
Acta Divina… “Ajuste al gasto será inevitable, con petroprecios bajos” Luis Videgaray, secretario de Hacienda.
Para advertir… Y de la pulverización del salario y el raquítico poder adquisitivo de los trabajadores, mejor ni hablar.