Inmigración. Las migraciones de seres humanos son tan antiguas como el hombre mismo. La primera migración de la que se tiene memoria, es la de Adán y Eva, cuando el Creador los expulsó del Paraíso.
Para comprender la complejidad de este fenómeno social, debemos considerar los motivos por los cuales los hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas, abandonan su lugar de origen. Las principales causas son por persecuciones políticas y religiosas, las guerras y, la finalidad a encontrar mejores condiciones económicas en otras naciones a las del país nativo.
Los flujos migratorios disminuyen desde aquellos países en donde se limita la salida de los nacionales, en especial, los gobiernos fascistas, antidemocráticos, comunistas o dictaduras. Si bien, no es un tema presente sino inmemorial, debemos reconocer que la migración legal, o sin papeles, reporta un movimiento anual de 248 millones de personas en el orbe.
Reconociendo este paradigma como tal, es de “ley”, por razones humanitarias y respeto a los derechos humanos a acoger a los migrantes que sufren algún tipo de persecución política o religiosa. En el ámbito económico, se cuentan con los suficientes elementos para establecer que los migrantes participan positiva y activamente en las economías del país anfitrión.
La participación de los migrantes en el sistema laboral es invaluable, si medible con índices económicos, además de, ser generadores del consumo interno y contribuyentes, engrosando los ingresos fiscales, participan del crecimiento de la derrama económica en beneficio de las economías nacionales que los admitieron.
La crisis migratoria por la que pasa la Unión Europea es a todas luces producto de la guerra en Siria, la persecución religiosa más las consecuencias económicas familiares, sumado a lo anterior a los flujos, ya existentes, de otros países del oriente medio y africanos en donde las condiciones socioeconómicas son fatales.
Para los países anfitriones representa un tema álgido, hay naciones como Canadá que cuentan con programas específicos, legislación al respecto para fomentar la migración. Las razones, obvias, requieren de planta laboral, crecer el consumo interno y la base fiscal.
Otros como los EE.UU., país forjado de migrantes, hoy un desatinado precandidato a la presidencia los tilda de peligro para la seguridad nacional y la economía laboral de casa. No existe uno, sino cientos de estudios al respecto de los beneficios socioeconómicos que generan esos “extranjeros”. Instituciones como las Naciones Unidas, del Banco Interamericano de Desarrollo, universidades de prestigio y decenas de plumas de docentes e investigadores prestigiados lo han demostrado, una y otra vez.
Claro, quien vive en la paranoia es incapaz de argumentar con sensatez, con solides, producto de información dura. Quien carece de los conocimientos o, al menos, la capacidad para escuchar a los especialistas al respecto no merece ni salir al mercado, menos ocupar la Oficina Oval. Este tipo de seudo políticos de banqueta, populacheros exaltan el lado oscuro de los ciudadanos con engaños, triquiñuelas retoricas, haciendo de lado la negociación, la consulta, el diálogo, las decisiones concertadas para el bien común.
En las primarias en Carolina del Sur, observaremos como a esta aberración, muchos despistados, desinformados, ignorantes caerán en la seductora telaraña de falsedades de Donald Trump. Sin descontar que es un estado conservador y Evangélico.
“God save America from evil,” al futuro de la humanidad y, a los connacionales. Peor que el chupacabras…