En el escenario nacional, el miedo se ha convertido en la mejor arma a la mano de los indolentes y prevaricadores para provocar en la población el desasosiego, la intranquilidad, el terror y la angustia, en el caldo de cultivo propicio para todo tipo de atracos, amenazas, despojos a gran escala y, obviamente, para la depredación a mansalva.
El miedo es el mejor aliado de sus manipuladores para vencer en lides electorales, para afianzar a un gobernador desvalido, para armarse hasta los dientes con buques, aeronaves y helicópteros artillados, en nombre de la guerra contra el narcotráfico, cuando para lo único que sirve es para agenciarse gigantescas ganancias en las negociaciones de compra.
Son tan estultas las compras de los feroces y nocivos aparatos obsoletos e inservibles, que sólo se justificarían en el caso de un país subdesarrollado y marginal, que arguyera su compra para perder una guerra, en medio de un conflicto internacional contra potencias. No es el caso. Los narcos se orinan de la risa cuando ven la publicidad de lo comprado.
El sustrato de todos sus “bisnes”
El miedo, es el sustrato de los grandes negocios. Quebrar psicológicamente cualquier industria del Estado, para propiciar su venta, con todo y muelas, a las empresas transnacionales o, lo que es lo mismo, a los prestanombres locales que se benefician a lo grande de esas operaciones.
Es, en palabras del gran Voltaire, la antesala favorita del autoritarismo y del despotismo ramplón. Una auténtica ópera bufa para espantar a los desinformados y sacar provecho de sus bolsillos o del patrimonio nacional. El ejemplo clásico son las rondas peñanietistas de hidrocarburos donde, en verdad, lo que se vendieron fueron pedazos ricos, enormes, de nuestra geografía, a los peores postores, a los enemigos eternos de la Nación.
Es el mismo cuento con el que se deshicieron de todas las boyantes industrias estatales: la azufrera, la azucarera, la agropecuaria, la petrolera, y todas las que usted pueda imaginarse. El miedo siempre se sustentaba en lo mismo: los precios internacionales van p’abajo, si seguimos así, vamos al desastre.
Sin tomar en cuenta que los grandes inversores en materia de commodities, nunca se dejan llevar por el corto plazo. Si fuera así, por ejemplo, la explotación del coltán belga, del litio tibetano, del estaño boliviano, tiene mucho que hubiera sido abandonada.
Salinas de Gortari, el gran titiritero
Desafortunadamente para el pueblo de México, las transnacionales no piensan en el corte de caja del día, como lo hace cualquier abarrotero de la esquina. Como las grandes empresas van por todo, siempre tienen con qué esperar a que caigan las derramas, independientemente del tiempo que duren.
A falta de argumentos, de persuasión cívica, de datos duros, el Estado y sus petimetres acudieron a lo que estiró su ignorancia: hacer triunfar el miedo sobre la razón. Hacer prevalecer lo emotivo, sobre lo racional, la propaganda rupestre, contra los valores nacionales.
Eso es lo nocivo, lo vulgar, lo antipatriótico de los comentaristas de los foros televisivos privados: prestarse conscientemente a un juego de engaños, con voces engoladas, para acabar apostando por los verdugos de sus hijos, y de los hijos de éstos. Noche a noche, inculcaron en la mente de los ciudadanos las supuestas bondades de las reformas mexiquenses y pachuquitas.
Como ya cobraron el pago a su ignominia, ahora hay algunos que se retractan de lo que dijeron y espantan con el petate del muerto de lanzarse como candidatos “independientes”, cuando todo mundo sabe que son títeres de su patrón: es el caso del indeseable Jorge Castañeda, quien sólo obedece a las consignas de Carlos Salinas de Gortari.
De estrellas del comentario ñoño de foristas, a gatos de tercer talón de las redes informales de poder, que nadie se explica en base a qué miedo que han infundido, todavía se hacen presentes. El inmundo Salinas, despreciado hasta por Carlos Slim, trae de la gamarra a la tolucopachucracia. Cosas de la ignorancia.
Lo paradójico y vergonzoso es que el miedo termina siendo el arma más potente de… los miedosos. Hasta hace poco, Salinas de Gortari había sentido el desprecio de los mexiquenses, cuando el Grupo Atracomulco, asustado por la cercanía del infausto pelón, envió a Arturo Montiel para cerrarle las puertas de las audiencias y entradas cómodas del business center Los Pinos, para proteger a su ocupante Peña Nieto .
Peñanietistas agresores de periodistas
Ahora resulta que la valiente organización Artículo 19, Oficina para México y Centroamérica, informa que el 50% de las 397 agresiones mortales contra periodistas ha sido ordenada, con datos comprobados, por algún fruncionario del peñanietismo ordinario que padecemos.
Las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura y el abuso de autoridad contra compañeros periodistas, ordenadas por la tolucopachucracia ha instalado el miedo en las salas de redacción. Que la impunidad, opacidad, debilidad estatal y falta de democracia, hacen imposible el ejercicio en México del periodismo de interés público.
El expediente de vincular a compañeros de la tecla con el crimen organizado, para justificar los crímenes gubernamentales, es una arma poderosa de la tolucopachucracia para acallar a la prensa.
Se agradece la ayuda de Artículo 19. Pero, ¡brincos dieran! Se necesita mucho más de lo que los mexiquenses tienen para lograr poner el esparadrapo. La prensa lúcida y comprometida sigue expresándose con enjundia en todas las redes independientes, que son actualmente las que forman opinión, no la que se destila en el periodismo “institucional”, para llamarlo de algún modo.
Sus robos y latrocinios, sin comparación
El verdadero miedo, lo que se llama miedo, se ha posesionado de los cerebritos de sus instigadores. No hay un solo gerifalte que no esté atrapado por el miedo al hoy y, más todavía, al mañana. Los asusta el veredicto del ciudadano sobre su entreguista posición. Le tienen miedo a lo peor: le tienen miedo al miedo.
Por eso reaccionan así, con la amenaza de una fuerza inexistente del Estado para acallar la opinión pública; para luchar contra lo que es un grito popular a voz en cuello: sus fraudes, robos y latrocinios, no tienen comparación con ningún momento de nuestra estoica historia. Hemos sufrido rateros, traidores, descarados, y, en primer lugar, están ellos.
Por eso transmutan su odio en bajas pasiones. Les pasa el síndrome de los torturadores, convertidos en homosexuales, según el conocido relato del genial Istvan Szabo sobre el Coronel Redl, aquél jefe de torturadores del imperio de Francisco José, que acabó suicidándose cuando se revelaron sus verdaderas relaciones sentimentales.
En mayor medida, el miedo tiene como presas favoritas a los loritos de la tele, envejecidos y ricos, con una soledad de opinión abominable y a algunas cabinas de medios radioeléctricos que dependen de la publicidad oficial para subsistir. Afuera, en las redes digitales, se halla la verdadera independencia de criterio, el sustrato de la auténtica libertad de opinión y expresión, la savia de una sociedad democrática.
Con miedo o sin miedo, “para mí que todos son ojetes, mi Paco”, cual contestó Luis Castillo, famoso peso mosca, llamado El acorazado de bolsillo, cuando el locutor Francisco Rubiales a.k.a Paco Malgesto le preguntó quién era mejor, si El Pajarito Moreno o El Ratón Macías.
Índice Flamígero: El miedo a Donald Trump obligó a la defenestración del embajador de Peña Nieto en Washington, aunque en los corrillos se diga –haz fama y échate a dormir– que la abrupta salida de Miguel Basáñez del edificio de Pennsylvania Avenue fue porque no les convidó en algún “bisne” o, benevolentemente, que porque se los ordenó el Departamento de Estado ahora que el fin de semana pasado estuvieron de paseo por la capital imperial. + + + Correspondencia de don Alfredo Álvarez Barrón, sobre los #PapelesPanamá: “Con respecto al tema del día me cuestiona una distinguida profesionista: ‘¿Y qué sigue?’ En México, por desgracia, no va a pasar nada pues, como ya lo dijo un periodista que usa corbata de moñito, ‘abrir una empresa o fideicomiso offshore no es un delito, ni siquiera si se hace en un paraíso fiscal, que no es otra cosa que un país con impuestos más bajos’. Pero bueno, en otros países donde tampoco es un delito y no existen, por fortuna, periodistas de su talla, ya empezaron a caer algunos peces gordos.” Al respecto, El Poeta del Nopal apunta: “Saltan los perros de presa / sobre un humilde Rajá / que guardaba en Panamá / vestigios de su riqueza; / aquí, los hombres de empresa, / y otros distinguidos clientes / se han declarado inocentes / y exigen una disculpa; / (el que esté libre de culpa / tan sólo dé un paso al frente). Servida, contadora Delia Patricia Márquez.”
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
Me parecen muy buenas observaciones y puntos de vista, pero como se va a lograr revertir esto?? Como terminar con ese miedo si seguimos siendo un pueblo sin educación y sin coherencia??