Javier Peñalosa Castro
Luego de haber concluido la primera mitad de su (des)gobierno, Enrique Peña Nieto parece haber adoptado el inmovilismo como modelo, vaya usted a saber si en honor de su paisano Fidel Velázquez, quien aconsejaba no moverse para poder “salir en la foto”, o por otro oscuro motivo. El caso es que la única actividad que evidentemente no ha amainado dentro de la agenda de Peña son los viajes al extranjero, cada vez menos claramente provechosos para México.
Otro ámbito en el que aparentemente tampoco amaina la actividad de Peña y su camarilla es el del saqueo del erario y del maltrecho patrimonio nacional heredado de los llamados neoliberales —de Miguel de la Madrid hasta Calderón, pasando por el depredador Carlos Salinas—, sin que queden, como en otros tiempos, al menos algunas obras para hacer algún tipo de contrapeso al comportamiento rapaz de políticos y empresarios que se hacen uno para perpetrar el saqueo.
Durante la semana que termina, los encargados de la obra faraónica del sexenio —que difícilmente podrá concretarse en los próximos 20 años— propusieron establecer una línea de ferrocarril dedicada para ir de la ciudad de México a los lodazales de Texcoco en los que se plantea erigir el nuevo aeropuerto. De concretarse, y al paso que van los trabajos, esta pudiera ser la única obra relacionada con el proyecto que pudiera ser concluida en el corto o mediano plazo.
Esto, en lo que concierne a la obra pública. Por lo que toca a la educación, la ciencia y la cultura, parece que las evaluaciones practicadas por capricho del Niño Nuño a los maestros y la entronización de Rafael Tovar y de Teresa como Secretario de Cultura son lo único concreto.
Hasta ahora, no existe una reforma educativa. Las universidades, lejos de recibir más recursos, deben defender con uñas y dientes lo poco que les dejan Videgaray y sus secuaces (mención aparte merece el nefando cacique Javier Duarte, quien ha retenido impunemente el presupuesto de la Universidad Veracruzana). En tanto, el desarrollo científico y tecnológico avanza sólo merced a los milagros que obran instituciones académicas y de investigación y a la fidelidad de los científicos mexicanos que aún no emigran en pos de mejores condiciones para desarrollar su trabajo y seguir ampliando sus conocimientos. Finalmente, aunque no menos importante, es el desdén con que se trata a la cultura y se escamotean los recursos requeridos para fomentarla y difundirla. La estructura de la nueva secretaría de Estado sigue en el limbo; la misma suerte corren los programas de respaldo a creadores de todas las ramas del arte y la cultura.
Los asuntos de política interna también parecen dormir el sueño de los justos. No hay avance en el esclarecimiento de matanzas y desapariciones; las policías siguen siendo fuente inagotable de crimen y corrupción y el crimen sigue prosperando y extendiéndose en el País a ciencia de las “autoridades”. Lo único importante parece ser la imagen del gris líder de la pachucracia, Miguel Ángel Osorio, quien en realidad cree que tiene merecimientos y capacidades para ser Presidente.
Nada se mueve en asuntos como el injusto encarcelamiento del Doctor Mireles, único dirigente de las llamadas autodefensas michoacanas que continúa en la cárcel por no haber cedido a los caprichos del peñismo, en tanto que los gobernadores se comportan como caciques, dueños de vidas y haciendas, e insaciables saqueadores de la hacienda pública a través del endeudamiento.
En tanto, la diplomacia mexicana se encuentra en su peor nivel en cuando menos un siglo, luego de que hasta los peores gobiernos priistas cuidaran afanosamente este flanco , al menos para tener una faceta de quehacer plausible, con posturas diplomáticas dignas, una política de asilo ejemplar y el respeto absoluto a la autodeterminación de los pueblos. Hoy en se puede remover a nuestro embajador en Washington como si nada, sólo para buscar congraciarse con el vecino, que nada entiende de reciprocidad y menos aún de lealtad.
Destaca también la falta de pulcritud con que el peñismo ha tratado al grupo de expertos internacionales que investiga la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y su inverosímil incineración en un basurero. Para lo único que sí demostró habilidad la diplomacia de pacotilla de Peña fue para rescatar a Humberto Moreira de la justicia española, a un precio que seguramente será muy elevado y que difícilmente llegaremos a conocer.
Inmóvil también se mantiene la economía, con cifras de crecimiento en constante revisión (a la baja), con reducciones presupuestales interminables y prácticamente cero inversiones para el desarrollo productivo.
Si Peña y su equipo hubieran dado muestras de inteligencia y sagacidad política, podría suponerse que el inmovilismo es motivado por la persecución que se ha desatado en países como Brasil, Argentina y hasta Guatemala, contra políticos corruptos, que no sólo podrían ser defenestrado, sino incluso llegar a pisar la cárcel.
A tal grado han llegado los avances de la investigación por corrupción contra la presidenta brasileña Dilma Rouseff, que se anticipa que podría ser algún sustituto quien encabece la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, programados para agosto de este año.
Aquí, sin embargo, la impunidad sigue campeando y la posibilidad de enfrentar a la ley no parece quitar el sueño a los miembros del actual gabinetazo, émulos de los secuaces de Vicente Fox en el sexenio 2000 – 2006 en cuanto a ineptitud, arrogancia e ignorancia.
Aparentemente lo que tiene esta caterva de inútiles es un ataque de modorra, que los hace inmunes a reaccionar incluso ante los ínfimos niveles de aceptación y popularidad que tienen entre la ciudadanía.
Preocupa pensar qué les otorga esa tranquilidad, tan ajena a la preocupación de todo político mexicano a estas alturas del sexenio; qué oscuro pacto y con qué concesiones estarán prefigurando con miras al relevo de 2018; si el mítico grupo Atlacomulco querrá devolver el poder que tantos años tardó en alcanzar; si los dinosaurios del PRI admitirán que la sucesión se dé caprichosamente o favorezca a algún personaje ajeno a ese partido.
A poco más de un año del inicio formal de la lucha por la sucesión presidencial, habrá que ver cuánto tiempo más dura la hibernación del peñismo y si sus miembros despertarán hambrientos y dispuestos a la depredación.
Gobiernos lamentables. El retroceso en educación, salud y el resentimiento social ponen a México en un riesgo enorme. ?Hasta cuando?