Javier Peñalosa Castro
La intervención del equipo de Enrique Peña Nieto en la coyuntura de la crisis por la contaminación en la Ciudad de México parece haber sido sólo una balandronada, inspirada por el afán protagónico que caracteriza al grupito de subnormales que mangonea los destinos de la Nación.
Tras el ofrecimiento de que el gobierno federal tomaría cartas en el asunto, todo ha quedado en declaraciones vagas de quien regentea la Semarnat como concesión a la franquicia priista que es el Partido Verde —de ecologista nada tiene—, y que tan buenos resultados le ha redituado en elecciones recientes, como el alter ego del PRI que lava dinero para la compra de votos, recurre a triquiñuelas como la entrega de dinero a través de tarjetas de débito (Monex), reparte despensas (Soriana) con fines electoreros y recurre a todo tipo de trucos ilícitos a ciencia y paciencia de la cada vez más cuestionada autoridad electoral. Claro, también ha declarado que se estudiará la forma de dar solución definitiva a este problema. En los hechos, nada ha resuelto o siquiera realizado alguna propuesta.
También, como comentamos aquí hace algunas semanas, el encargado de las llaves del erario, Luis Videgaray, hizo una oferta lucidora, que en los hechos se traduce en el consejo brindado al jefe de gobierno de la Ciudad de México de endeudar a esta entidad federativa con el Banco Mundial para paliar el problema del transporte, que es el eje más importante del problema, pero nada habló de respaldo presupuestal específico en este rubro.
A problemas complejos, soluciones complejas
Lo que no dicen los corifeos de Peña es que la solución real al problema pasa por los estados vecinos, de la Ciudad de México, y de manera muy especial, de los estados de México y de Hidalgo, de donde proviene buena parte del “gabinetazo” de Peña Nieto.
Así, en los municipios conurbados de Ecatepec, Tecámac, Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Cuautitlán, Tultitlán, Chalco, Nezahualcóyotl y un largo etcétera, debe revisarse el sistema de transporte público, sustituir las unidades inservibles que contaminan en sus lugares de imagen y, debido a la dirección de los vientos, contribuyen a la polución en el Valle de México, establecer opciones no contaminantes, como tranvías, trolebuses y ferrocarriles y endurecer la legislación en materia ambiental para evitar que funcionan industrias que produzcan emisiones nocivas.
Por su parte, en Hidalgo debe vigilarse más estrechamente la operación de la refinería de Tula, hacer más estricto el control de emisiones de otras industrias, mantener un control eficiente de las emisiones de los vehículos y desarrollar sistemas de transporte público que desalienten el uso del automóvil.
Sin embargo, los cabecillas que mandan en Toluca y Pachuca no parecen estar enterados de su responsabilidad. Menos aún quienes, dentro de la camarilla de Peña, deben dar la cara para solucionar este grave problema.
¿Vale más un aeropuerto que la salud de los mexicanos?
Al pensar en lo caro que debe resultar atacar el problema de la contaminación en el Valle de México, para cuya solución es necesario construir un sistema de transporte público incluyente y eficiente, capaz de trasladar a habitante de la llamada megalópolis de manera eficiente, directa y con el mayor ahorro de tiempo, viene a la mente el capricho del actual gobierno, de edificar un nuevo aeropuerto en los lodazales del vaso del lago de Texcoco, aparentemente por el rico filón de comisiones ilegales y posibilidades de latrocinio que ofrece, en lugar de, por ejemplo, reubicar la base militar de Santa Lucía para ofrecer mayores alternativas o construir el nuevo aeropuerto en la zona de Tizayuca, sin cerrar el actual.
En cualquier caso, los fondos que se tiene previsto destinar a este proyecto, o al menos una parte, bien podrían ir al financiamiento de nuevas líneas del Metro y de ferrocarril suburbano, para dar servicio a todas las colonias de la periferia, y especialmente a quienes han poblado los cerros durante decenios y que deben invertir hasta cinco horas diarias en su traslado, amén del elevado costo que supone pagar dos o tres medios de transporte distintos para llegar a su destino.
También deberán encontrarse medidas, como el cobro de tenencia en donde existe saturación vehicular y restricciones a la circulación permanente de vehículos con placas foráneas para desestimular la obtención de placas de circulación por conveniencia, y no por lugar de residencia o trabajo.
En fin. Aparentemente los genios de Peña tienen en qué entretenerse y la oportunidad de demostrar que “ni el mal es perfecto”, y que aun ellos pueden contribuir a, cuando menos, paliar este grave problema.
Fox: lo suyo, lo suyo, es recular
Otro especialista en habladurías salió, durante la semana que termina, a pedir disculpas a Donald Trump por sus bravatas y echadas. Tal vez la “señora Marta” o alguno de sus genios lo convenció de que nada ganará con sus ánimos de bravucón de barrio, y que al gobierno de Peña no le interesas sus servicios.
Pronto, en cambio, lo veremos en una nueva reedición de su tradicional numerito sexenal para minar la popularidad de Andrés Manuel López Obrador quien, según las encuestas, se mantiene al frente en las preferencias rumbo al 2018.