La clase política que encumbró el PRI en el 2012 se empequeñece cada día más: por desaforadas ambiciones y codicias, por declaraciones y boletines oficiales rebosantes de ignorancia y, obvio, por la estatura de los chaparritos secretarios del gabinetito. Ninguno de los designados debe ser más alto que el toluco titular. Eso los descartaría.
La pugna entre los enanitos, ha causado la risotada general. Es imposible, se piensa, que esos chaparritos puedan hacer tanto daño. Están en este circo para provocar las carcajadas, no para producir los dramas y las tragedias que montan todos los días en la búsqueda desenfrenada de sus moche$.
Castillejos, Peña Nieto, Gamboa Patrón, Renato Sales Heredia, Camacho Quiroz, Nuño, Ildefonso Guajardo y cuantos usted quiera… parece, en serio, el circo de los enanos. ¡Ufff!
Ildefonso, mozo de Gamboa Patrón
Y salen a la palestra púbica sin asomo de pudor o de vergüenza, para el escarnio nacional. Son atrevidos involuntarios, una especie de carne de sacrificio, de brigada de bonzos que no se detiene ante ningún gazapo para verter todo el veneno que le indiquen, hacia la dirección que se establezca por el fallido círculo de publirrelacionistas de Los Pinos.
Uno de los más recientes en aparecer, ha sido Ildefonso Guajardo Villarreal, un chapatín que nadie conoce, pero que es el secretario de Economía. Antes, ujier de ese fracaso desgraciado que fue la campaña presidencial de Francisco Labastida, estando él a la orden incondicional del infame yucateco Emilio Gamboa Patrón, que tanto daño ha causado al país.
Ildefonso Guajardo, en efecto, se desempeñaba como mandadero, corre ve y dile, estafeta del infeliz yucateco Gamboa, a su vez mozo del chaparrito Humberto Castillejos Cervantes, amo y señor del Senado, impulsor de todas las mamarrachadas jurídicas de Peña Nieto.
En el 2000, entonces, el pago de sus quincenas, aparte de salir del ex partidazo –que fue infamemente arrasado por otro petimetre como Vicente Fox– salía de los bolsillos de su auténtico padrino y valedor: Julio César Villarreal Guajardo, dueño de Banco Afirme y de un sinnúmero de empresas metalúrgicas en Europa y Asia.
Il Padrino, el acerero Villarreal Guajardo
Ha sido su padrino, toda la vida. Le ha tenido una fe ciega, como creo debe de ser la que hermana a todos los cómplices de estatura. Así como ha apoyado toda la vida a otro enanito de su predilección, René Villarreal, jefe de asesores de Mar(tínez)yMar(tínez) –ex de la Sagarpa, ahora embajador en Cuba– y de Alfredo del Mazo, “el hermano que nunca tuvo Miguel de la Madrid”, pero que hoy es tío de Peña Nieto… ¡Y luego preguntan que por qué fracasan!
¡Ah! se me olvidaba: Julio César Villarreal Guajardo también patrocina con jugosos sueldos, sentando en empresitas de quinto talón de su propiedad a sedicentes “doctores en administración pública” del INAP que se dedican a “copipastear” todas las columnas políticas ajenas, ponerles su nombre, como si ellos fueran los autores y enviarlas a sus incautos ” lectores” que mueren de la risa ante tal atrevimiento.
Quería hacerlo gobernador o, mínimo, embajador
Julio César Villarreal Guajardo, el poderoso acerero, fue el dueño de Las Truchas, la metalúrgica del puerto de Lázaro Cárdenas que entregó en bandeja de acero a la mafia china, así como buena parte del muelle de Manzanillo para efectos del trasiego de metanfetaminas y precursores plásticos de drogas heroicas.
Es, también, un hombre chiquito, pero cauto, que nada “de a muertito” en los mares procelosos de la gran corrupción mexicana. Influyente en este sexenio de enanitos, Villarreal no pudo, ni con todo el dinero de sus empresas del holding Villacero de Monterrey y Monclova, sentar en la silla de Nuevo León a su proyecto de Gobernador, a su primo Ildefonso. En buena hora.
Apostaba a que si no salía el tiro, mínimo lo hacía embajador en Washington El tiempo dio la razón a su especulación atrevida. Fue designado otro peor: Miguel Basáñez Ebergeny, ¡pa’ acabarla de regar!
En buena hora, también, porque –aparte de que Jaime Rodríguez ,”El Bronco”, lo hubiera masacrado sin piedad– se pondría de manifiesto la incapacidad de los ricos de Monterrey para cargar con cualquier candidato del PRI. Los avezados del “Grupo de los Diez” cargaron sus dados, Femsa a la cabeza, para apoyar al “independiente”.
Al carro del moche en el Acueducto Pánuco-Monterrey
Y dejaron colgados de la brocha a los chaparritos Villarreal Guajardo y Guajardo Villarreal, que para el caso es lo mismo. El acerero todavía no se repone del oso de su vida. La única inversión fallida, pues todas las demás han sido avaladas y refinanciadas por el poder. Banca, acereras, fundidoras europeas y asiáticas, puertos de trasiego y lo que usted pueda imaginarse, forman parte de las tragedias escondidas.
Julio César Villarreal quería la gubernatura de Nuevo León para poder subirse al carro del moche de la obra fantasiosa del Acueducto Pánuco -Monterrey, que cada día se cotiza truculentamente más al alza, y que quedó en el archivo de las ilusiones faraónicas de la paraestatal Higa de Peña Nieto, junto con el Mega Aeropuerto, el tren bala a Querétaro y las obras hidráulicas chiapanecas.
También apadrinó a Reyes Tamez en el foxiato
Tempus fugit y hoy Julio César vive arrepentido de haber promovido a Ildefonso. Éste, con su mediocridad. ha desgastado su derecho de picaporte a las grandes jugadas del sexenio. Ya casi no lo invitan al Banquete de Petronio, argumentando que ya lo hicieron demasiado rico. Por vergüenza, en vez de despachar en las oficinas del Banco Afirme, lo hace en las cafeterías de hoteles de Polanco, o en sus fastuosas residencias de las torres cónicas de Rubén Darío.
Desde allí apadrinó al infeliz Reyes Tamez, para hacerlo secretario de Educación Pública del foxiato, bueno, eso es lo que él creía, nunca pasó de ser un pasmarote semianalfabeta y disléxico, cuyo paso por Educación no dejó otra huella que el desfalco presupuestal, los negocios para Julio César y la befa para el pueblo.
Allí le proporcionó hasta su domicilio, porque el vulgar regiomontano no quiso nunca pagar renta hotelera. Decía que él era secretario de lunes a jueves, y el fin de semana se largaba a Gonzalitos, a comerse todo el cabrito que le cupiera en su voluminoso abdomen.
Con las banderas de entreguistas y anexionistas
La última babosada del sandio secretario de Economía, el paniaguado Ildefonso Guajardo Villarreal, es su descocada e ignorante declaración a una cadena nacional de periódicos que aún nadie sabe cómo logra subsistir.
”México tomó la decisión correcta de abrirse al comercio internacional ; el modelo fue el correcto, más no la implementación, porque a la par debieron realizarse hace 20 años reformas importantes que emparejaran el terreno de la competencia, que liberaran las fuerzas productivas y redoblaran las tasas de crecimiento”, dijo el badulaque.
Aún más: ” El problema no es el modelo, sino que no lo implementamos al cien, como debió hacerse. Diversas ineficiencias permitieron la ausencia de transformaciones profundas y eso rigidizó el derrame de beneficios y la generación de valor (sic)”.
Ildefonso supura por la herida. Su modelo ideal para México es convertirnos en una maquiladora de ensamble, sin tecnología, sin empleos, consumiendo recursos perecederos como agua y energía, sin ningún aporte para el país. Esa es la bandera de los entreguistas y de todos los anexionistas.
Todos, cortados por la misma tijerita.
Es la bandera de sus patrones y de todos los que tienen asco y desprecio por nuestro país.
Índice Flamígero: Ya está circulando en librerías el muy revelador e interesante libro del colega Álvaro Delgado El Amasiato. El Pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas. La investigación de Delgado acredita, con documentos y testimonios, que la corrupción en México no es cultural ni producto de una maldición divina, ni de mala suerte, sino consecuencia de las complicidades en la élite del poder político, cual sus contubernios aún entre priístas y panistas. En él se lee cómo Calderón se benefició en 2006 con 200 mil votos que le “regaló” el entonces gobernador mexiquense Peña Nieto –prácticamente el margen con el cual le “ganó” a AMLO, según el IFE de entonces– y como, a cambio, seis años después, el beodo Calderón le pagó el favor saboteando la campaña de la candidata presidencial del blanquiazul. La incógnita a develar: ¿Alcanza ese Amasiato a beneficiar a Margarita Zavala? Lectura imprescindible.
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