Claudia Rodríguez
Dicen todos quienes arriban a dirigir al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que es para ellos un honor tal designación, pero de lo que en realidad se trata es de ser parte de un grupo de poder para controlar las decisiones del partido e imponer un estilo a todos los correligionarios.
Hace casi un año, cuando en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI se instaló Manlio Fabio Beltrones, se advertía de primera instancia que el instituto político podría tener cierta autonomía del jefe del Ejecutivo –priista en este caso—y sobre todo de quienes alrededor de Peña Nieto se mueven con intensa cercanía, al grado de parecer en algunos momentos el arrebatarle decisiones que sólo a él competerían.
Tras la salida de Beltrones del PRI tras perder más gubernaturas de las que se tenían proyectadas en las pasadas elecciones del 5 de junio, la pelea de los presidenciables por imponer a un dirigente a modo para sus intereses no se hizo esperar y así se dio, aunque al militante común se le hiciera pensar que no había prisa en la designación.
La realidad es que quienes disputaban de manera seria la dirigencia priísta, eran los grupos Hidalgo y Atlacomulco. Uno encabezado por el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y el otro por Peña Nieto; aunque en la realidad y por los tiempos políticos, la conveniencia de una pieza en PRI de los atlacoumulcas, es hoy más que nada, del mismo Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda, quien al igual que Osorio, también aspira a controlar el país y hasta llegar a la gubernatura del Banco de México y después volar más alto en esas lides.
Osorio Chong, quien lleva la delantera en la preferencia del voto entre todos los suspirantes al 2018 del PRI, no logró imponer ninguna de sus piezas en la dirigencia del partido y sí Luis Videgaray con el ahora tecnócrata Enrique Ochoa Reza, mismo que no tuvo descaro en advertir antes de irse de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que seguramente habrá más aumentos a la electricidad además de los anunciados en días anteriores.
El michoacano Ochoa Reza se ha metido entre los del Estado de México con tal éxito que a veces también se convierte en escucha de asuntos personales del propio Peña Nieto. Pero de militancia priista está acéfalo, al grado que sólo circula por ahí la imagen de una credencial viejísima que ampara su pertenencia al partido desde el año 2000 y una imagen saludando al fallecido Luis Donaldo Colosio.
Claro, que en el PRI está prohibido hablar a partir de ya cómo Ochoa los negó ante el consejo calificador de consejeros generales en el 2010 ante el entonces Instituto Federal Electoral.
Acta Divina… “No formó parte del Consejo Político Nacional PRI, ni soy militante, sí como lo dije en el currículum, está en la página de la comisión de Gobernación, así lo manifesté, fui durante meses en el 2006, hace más de 4 años miembro del Consejo Político Nacional y mi salida del Consejo fue también pública a través de la presentación que hice yo en un juicio para la protección de los derechos civiles en el Tribunal Electoral, por lo que yo dejé de pertenecer al Consejo y afortunadamente gané ese juicio en el Tribunal”. Enrique Ochoa Reza.
Para advertir… La pregunta es sí ya gobierna Videgaray.
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