Claudia Rodríguez
¿Sabrá el señor Aristóteles Nuñez, jefe del Servicio de Administración Tributaria lo tortuoso que es para decenas de contribuyentes enfrentarse a su burocracia vía internet, telefónica y por supuesto en las oficinas regionales? Pues si no lo sabe, es necesario que se entere que eso que él presume de la atención y servicio de calidad que presta el SAT a quienes pagamos impuestos es una tremenda mentira.
Antes de escribir el presente texto, leí de historias de horror de la burocracia del SAT en todo el país, advirtiendo de manera general “que los trabajadores tras ventanilla o escritorio, tienen la sartén por el mango”. Desafortunadamente es cierto y no precisamente en favor de quienes simple y llanamente, nos apegamos a las reglas y las normas de la recaudación hacendaria cada vez más rapaz y grosera.
Inscribir una empresa al SAT como simple mortal es cosa de locos. Lo primero que tiene que hacer, es obtener su cita vía internet en la oficina regional más cercana al que será el domicilio fiscal, lo que implica encontrar un espacio hasta cuatro o cinco semanas después. Preguntar por los documentos que necesita uno presentar vía telefónica puede resultar el peor error, confiando que usted recibirá atención personalizada del órgano recaudador pues la información que le den puede ser equivocada.
Tratar de sacar una ficha antes de la muy, pero muy lejana cita para inscribir su empresa al SAT, es un periplo total que consume tiempo e incluso recursos económicos. Pero si no se tiene suerte, pues habrá que esperar la cita lejanísima que impide además trabajar a quien quiere emprender.
Una vez frente al funcionario de las oficinas de Hacienda, seguramente en la cita que se programó vía internet con mucha anterioridad, se “encuentra el futuro contribuyente en sus manos del funcionario del SAT”, literal.
Dice mi contador, que tiene uno que comportarse frente a ellos de manera sumisa, de otra manera llegan los funcionarios de las oficinas regionales, a entorpecer el trámite. ¡Caray!
Bueno, incluso como en mi caso personal, a solicitarme documentos a nombre de la empresa que intento dar de alta ante Hacienda y advertirme que tengo apenas diez días para tramitarlos sino, lo poco que hubiera avanzado, se cancela.
Pregunté cómo obtener los documentos si para ello necesito antes el RFC, y aunque advirtieron que me entendían y que era cierta mi lógica, se me señaló de nuevo que eran las reglas de oficinas centrales. Normas obtusas y desesperantes señor Aristóteles Nuñez.
Imagine como advertí a la funcionaria que me atendió el pasado 12 de agosto en la oficina del SAT regional Norte de la Ciudad de México que algunos contribuyentes no supieran ni leer, ni escribir. Es obligación del SAT y de nadie más, transparentar sus procesos, ser amables y agilizar los trámites; que de pagar impuestos, de eso, nos encargamos los cada vez más expoliados contribuyentes.
Acta Divina…El presidente Enrique Peña Nieto encabezó en marzo del presente año, la entrega del Premio Nacional del Emprendedor y la promulgación de la reforma a la Ley General de Sociedades Mercantiles, con la que los emprendedores mexicanos podrán registrar su empresa hasta en 24 horas y sin costo alguno.
Para advertir… Todavía tengo pesadillas con la sonrisa sarcástica de la funcionaria que me atendió en el SAT y sólo porque le dije que al final ni ella ni yo realmente disfrutaríamos de los impuestos que se pagan, que hay quienes se los gastan a lo grande.
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