* Creo que los radio escuchas de Carmen Aristegui en particular, y los de todos los otros noticieros en general, deben unirse en una demanda colectiva por daño moral contra los señores Vargas y MVS, pero eso no ocurrirá porque son incapaces de defender sus intereses y los de la sociedad en que viven
Gregorio Ortega Molina
Los señores Vargas son multimillonarios, en dólares. Para ellos la comunicación es un negocio que debe ser rentable o, al menos, darles el suficiente poder para preservar y hacer crecer sus otras fuentes de ingreso. No son hermanas de la caridad, pero se equivocan, como todo ser humano.
Los empresarios y radiodifusores y Carmen Aristegui se ayudaron entre ellos. Los Vargas, del prestigio de la conductora y periodista -quien además les hacía ganar dinero-, del que se sirvieron como de un ujier para abrir puertas y negociar nuevas concesiones. Ella del tiempo y el espacio físico que la empresa le brindó, pero que Aristegui contribuyó a hacer respetable y escuchado.
Los empresarios siempre estuvieron conscientes de que el periodismo imparcial es una entelequia, porque es ejercido por seres humanos con filias y fobias, fortalezas y debilidades; la conductora Carmen Aristegui hizo patentes sus preferencias ideológicas y su idea, su muy personal idea de servicio a la sociedad: la denuncia comprobada e irreprochable, sin chantaje ni corrupción de por medio, pues de existir ya se lo hubieran reclamado y exhibido. Al no poder comprar su silencio, se decidieron por apagar el ruido a cualquier costo.
Leo y releo una reflexión de Teddy Kollek, ex alcalde de Jerusalén, que necesito compartir con ustedes:
“Tenemos que confesar abiertamente que <<el hombre>> no ha cumplido su tarea de hombre ni consigo mismo ni con los demás miembros de la comunidad… Nuestro mundo está necesitado de una ética que a todos y a cada uno de nosotros nos aclare nuestra identidad, que nos advierta que nuestra identidad va unida a la del resto de la humanidad…
“… (Necesitamos) solidaridad y orden económico justo, que exige, de todos, sentido de la mesura y la modestia; tolerancia y vida veraz, que exigen honradez en las relaciones y fiabilidad en el diálogo; igualdad y camaradería real entre personas al margen de su raza, nacionalidad y estado social…”.
Es en el anterior orden de ideas que debemos analizar la relación profesional entre los Vargas y Carmen Aristegui, y entre éstos y la sociedad.
Pienso que la actitud de la periodista se desenvuelve entre los márgenes de la fiabilidad y el respeto, entre la honradez y la honestidad exigidas para quien convoca a la sociedad a que se conduzca de manera crítica.
En cuanto al comportamiento de los empresarios en el contexto de su responsabilidad social como concesionarios de un bien del Estado, que es de todos los mexicanos, al hacer uso de él de manera unilateral y cancelar un programa de radio cuyo rating confirma que era una demanda de la sociedad, es obligatorio preguntarnos: ¿Quién causa daño moral?
Creo que los radio escuchas de Carmen Aristegui en particular, y los de todos los otros noticieros en general, deben unirse en una demanda colectiva por daño moral contra los señores Vargas y MVS, pero eso no ocurrirá porque son incapaces de defender sus intereses y los de la sociedad en que viven.