CIUDAD DE MÉXICO, 23 de agosto (Al Momento Noticias).- ¿Un ejército de charros, alistados con todo y sombrero, formado especialmente para combatir a los nazis? La idea parece escapada de una novela de ciencia ficción, aunque difícilmente haya un escritor dispuesto a crear una trama a partir de una premisa tan inverosímil. Lo cierto es que, por más increíble que parezca, ese ejército existió y llegó a contar con más de 100 mil voluntarios en sus filas.
En 1942, mientras las fuerzas alemanas y las soviéticas se enfrentaban en la batalla de Stalingrado, el entonces presidente de la Asociación Nacional de Charros, Antolín Jiménez Gamas, llamó a organizar la Legión de Guerrilleros Mexicanos, una inesperada tropa ranchera que habría contado con el apoyo del presidente Manuel Ávila Camacho para disuadir al general Rommel y su célebre Wehrmacht de un posible ataque al país que incluye la palabra “guerra” en el primer verso de su himno nacional.
A pesar del corte surrealista, la historia es completamente cierta, de aquellas que demuestran cómo a menudo la realidad supera a la ficción. Así lo prueban recortes de periódicos, fotografías, panfletos y otros materiales de la época que el artista Fernando Llanos ha recopilado en un documental, “Matria”, se presentó en el festival de cine de Calanda, pueblo natal de Buñuel, en Teruel, que año tras año reúne películas que, presumiblemente, le habrían gustado al director de Viridiana, se estrenará en nuestro país este 16 de septiembre.
Antolín no era un improvisado en el arte de la estrategia militar: había peleado con Pancho Villa y, de acuerdo a su propia leyenda, voló más de un puente en defensa de la Revolución. Con el paso del tiempo, Antolín se convertiría en el abuelo del artista visual Fernando Llanos, quien de a poco descubriría que aquel hombre inquieto y arrogante guardaba otro misterio del que nunca nadie quiso hablar.
Con el ojo puesto en ese misterio, la milicia de charros y el cruce del pasado nacional con el familiar, Llanos, construyó “Matria”, película que con toda justicia acaba de obtener el premio al Mejor Documental Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
“Matria” representa el debut cinematográfico de Llanos, incansable dibujante, videasta y activista cultural de quien todavía se recuerdan sus provocadoras intervenciones con video en los espacios públicos de distintos lugares del mundo, oculto bajo la identidad de un superhéroe urbano de inquebrantable fe artística (el proyecto Videoman).
En la película, el artista viaja al pasado para recuperar la memoria de su abuelo, patriarca familiar de quien curiosamente nadie de los suyos se anima a ensayar un recuerdo que lo pinte en toda su extraordinaria dimensión.
¿Será porque varias veces resultó diputado electo por Oaxaca, estado en el que jamás había vivido, y en la mesa del hogar nunca se habla de política? ¿O porque, como descubre el nieto en su rol de investigador, Antolín fue un destacado maestro masón en tiempos de conspiraciones post-revolucionarias? Nada de eso.
Los secretos mantienen vivas a las familias, y en la de Llanos hay uno que, de revelarse, podría acabar con la armonía tan bien sostenida durante décadas. A medida que el joven avanza en su búsqueda de papeles perdidos y prefigura el identikit del abuelo que apenas llegó a conocer, hasta su madre le pide que deje de meterse allí donde nadie lo llamó. A su manera, la película es la crónica de una desobediencia, y quizás por eso resulta tan atractiva.
¿Qué hizo Antolín en su momento, y por qué no hay quien se anime a hablar de ello? ¿El presente padece las consecuencias de ese enigma? ¿Y qué tiene para decir ese misterio sobre la honestidad de las personas que, contra viento y marea, supieron reconstruir un país?
Tal vez la principal enseñanza que deja “Matria” sea el valor de mostrar y animarse a entender a las personas tal cual son, sin la mitificación que a veces parece tan necesaria para que el pasado adopte un brillo digno de la pedagogía escolar. Con su aire de thriller de la intimidad, la película sugiere que ese falso brillo le otorga a la relación con el país (y con la familia) un matiz tramposo, en el que el idealismo se yergue como una muralla de sueños que no permite ver la realidad.
Quizás el mundo ideal sea bastante más agradable que aquel en el que un abuelo demuestra que está muy lejos de ser el que todos hubieran querido que fuera, pero son precisamente los actos injustificables los que permiten los mejores retratos de los pequeños grandes héroes. ¿Qué hubiera pasado si Rommel y su Wehrmacht se hubieran propuesto desembarcar en México? Muy probablemente, parte de la defensa nacional se le habría encomendado a un tipo tan ambiguo, extraño y oscuro como el buen Antolín. Hubiéramos estado en sus manos. Que de algún modo sigamos en manos de lo que él representa dice mucho de la importancia de “Matria”.
“Antolín Jiménez participó en los principales eventos de su tiempo, la época dorada de México”, explica Llanos, quien al principio encontró mucha resistencia por parte de su familia y especialmente de su madre, la menor de los siete hijos de Antolín Jiménez. “Luchó al lado de Pancho Villa, y el presidente Lázaro Cárdenas le apreciaba tanto que le regaló un caballo, pero para mí durante muchos años fue sólo el abuelo que había muerto a los nueve meses de nacer yo. Con la edad empecé a preguntarme por qué en casa se le mencionaba raras veces, porque todo lo que le rodeaba era despampanante y a la vez frío y misterioso”, agrega.
Al seguir las huellas de su abuelo, a través de su archivo y de los recuerdos de quienes le conocieron, Llanos se dio cuenta de que su vida estaba indisolublemente entrelazada con grandes eventos históricos y sociales de México. “Es una historia fascinante, pero a la vez representa la construcción de un sistema político de excesos que le ha costado mucho al país”, admite Llanos. “Matria” ganó el premio al mejor documental en el Festival de Cine de Morelia, el principal de México.
La película, que ha contado con financiamiento público, arranca con un jovencísimo Antolín, soldado de Villa, dinamitando trenes en Chihuahua y participando en las principales batallas de la revolución, la victoria de Torreón y las derrotas de Celaya y Agua Prieta.
“Tras el plomo revolucionario, se fue a la capital en busca de pesos y besos, e inmediatamente entró en política. Fue tres veces diputado por tres partidos diferentes y por un Estado donde no había nacido, compartió cartel con Álvaro Obregón y fundó el partido que estaría en el poder más de 70 años”, cuenta Llanos.
Un momento del rodaje de “Matria”
En “Matria”, un guiño al lema de los charros Todo por la patria, el propio autor narra cómo en 1920 Antolín Jiménez entró en la masonería, junto con hombres como Benito Juárez, Vicente Guerrero y Lázaro Cárdenas, y cómo llegó a Gran Maestro grado 33, el más alto.
También abrió un despacho fiscal que convirtió en editorial, negocio que mantuvo durante toda su vida. “Con el fin del latifundio, los charros llegan a las ciudades y convierten sus actividades en espectáculo y fiesta deportiva. A partir de los años cincuenta, el cine y la literatura los encumbran como máximo símbolo de la mexicanidad. Antolín ya tenía dinero, posición social, poder político y protagonismo nacional y vio una manera de capitalizar y poner en valor la tradición de los hombres a caballo: así nació el ejército de charros”, explica el director, que tampoco oculta la leyenda negra de Antolín y las habladurías que le atribuyeron el asesinato de su primera esposa.
“En realidad, mantuvo dos familias durante muchos años y la mía tuvo siempre el estigma de ser la de la amante. Creo que su primera esposa no murió en un accidente de coche provocado, así como no creo que su familia hiciera magia negra a la mía”, concluye el artista, quien ha contado con dos colaboradoras de excepción: su esposa, la artista Jessica Herreman, y la cantante Lila Downs, que ha contribuido a la banda sonora de la película.
AMN.MX/fm
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