Cuando el PRI dejó de ser confiable para los intereses financieros neoyorkinos, en las cúpulas extranjeras y nativas empezó a manejarse seriamente el espinoso asunto de la llamada “transición democrática”. Los acontecimientos que rodearon el homicidio de Luis Donaldo Colosio, pospusieron el tema unos cuantos años.
Las dinastías reinantes en Nueva York, Washington y Chicago decidieron responsabilizar a un comprobado palafrenero del clan económico-financiero-político que regía los gustos y gastos de la familia Clinton, para que lo concretara. No era otro que el traidorzuelo Ernesto Zedillo, hechura de esa mafia, desde su ominoso paso por la Universidad de Yale.
Es de todos conocido que la membrecía del felón cachanilla en la sociedad secreta Huesos y Calaveras, erigida en un predio de New Haven, Connecticut, propiedad de los puritanos de Yale, fue cobijada por William Clinton, su valedor, compañero de salón de clases.
Como también que la morbosa sociedad secreta tiene, hasta la fecha, poderosos tentáculos infiltrados en el Consejo de Relaciones Exteriores, la Comisión Trilateral y la CIA, entre otras macabras organizaciones. Por ello, no fue casual que el renegado Zedillo fuera implicado por la opinión pública como uno de los principales maquinadores protegidos del asesinato del candidato del PRI a la Presidencia de México. A nadie favoreció, más que a él.
Zedillo, satisfecho con la derrota del PRI
El sonsonete de “la sana distancia con el partido en el poder”, no era sino una argucia del lambiscón bajacaliforniano que obedecía a los intereses empresariales estadunidenses que siempre han conseguido tener al país bajo sus botas, lamiéndoles la suela. Se confirmó la especie con la llegada del ruin Vicente Fox.
El desalojo del poder en el año 2000, anunciada por Zedillo con satisfacción, antes de que el IFE del intelecual –por cual– José Woldenberg conociera los resultados de la elección presidencial, determinó para el PRI la pérdida no sólo su carácter de partido dominante y hegemónico, sino el quiebre para siempre de su jaez monolítico, y de su preponderancia como símbolo a seguir.
Con Fox, el PRI ya era un perro sin mecate
Durante el sexenio de Fox, el PRI ya era un perro sin mecate. Cada gobernador de esa simiente hacía y deshacía dentro de su territorio. De ahí nació la partidocracia, el rejuego de partidos y de franquicias aliados al mejor postor, sin programa ni rumbo posibles. Su comportamiento se reprodujo en todos los demás.
Los partidos se convirtieron en franquicias, sombras chinescas de lo que la Constitución llama “entidades de interés público”, para pasar a ser negocios de camarillas y familiares. Más que partidos, eran ombligos, pues cada quien tenía uno.
Las sucesiones a su interior y las contiendas en las que participan, sean locales, federales o presidenciales, no se ganan, se pactan. Éste es un principio como la regla de tres: no admite excepción. Desde entonces, en el panorama político mexicano nada ha cambiado. Cada chango a su mecate, hasta que no haya mecate.
Ochoa Reza está más solo que la una
Ha sido tal la pulverización de las corrientes partidistas que, ante la proximidad de las alianzas entre franquicias, debido a la pérdida del poder de convocatoria y el prestigio de los antes mayoritarios, estamos asistiendo a las exequias anunciadas de tales negocios, mucho más privados que públicos.
Veámoslo por franquicias:
El PRI tiene tantos patrones como miembros del círculo íntimo del llamado Presidente. Como ninguno tiene preeminencia sobre los demás, en el momento de la sucesión vertiginosamente adelantada, es previsible que no encuentre consenso entre sus “líderes” y ante una decisión ñoña, cada quien jale por su lado, con los gobernadores que cuente. El rufián de pacotilla, Ochoa Reza, está más solo que la una, lo mismo que Peña Nieto, Vi(rey)garay, Oso…rio, El Niño Nuño y sus paniaguados.
Paradoja: el dinero, enemigo del PVEM
El Partido Verde, que bailaba al son que le tocara la codiciosa familia González, hoy tiene a un enemigo enfrente: paradójicamente, el dinero, su aliado de siempre. Cada vez es mayor la influencia y la ambición de Manuelitito Velasco y su consorte Anahí, que deciden la $uerte de los candidatos de ese negocio. También la pertinencia de las alianzas.
El PAN, autoengañado con sus “triunfos”
El PAN, desbordado por la ambición de Margarita Zavala, a quien ven como mero instrumento de una reelección del beodo consorte Felipe Calderón, trae fragmentados a los leguleyos blanquiazules, así como los dividen las ambiciones alocadas del poblano Rafita Moreno y la creencia de Ricarditito Anaya, de que su poder único fue consolidado por las pasadas elecciones. Sólo fue un vertedero del voto de repudio hacia EPN, nunca una opción seria.
Los Chuchos, se miden por maleta$
El PRD, acaba de demostrar que la única ideología de su tribu mayoritaria, Los Chuchos, se mide en términos de maleta$ y posiciones para sus defenestrados dirigentes. Independientemente de lo que se diga, la tribu mexiquense ADN inclinó la balanza en la elección de su nueva lideresa. Pero los de Héctor Bautista tampoco son confiables.
Dante Delgado, comodín desplazado
El Movimiento Ciudadano ya no pertenece en exclusiva al fantasioso Dante Delgado. Su desenfrenada ambición, que lo llevó a convertirse en comodín de las alianzas perdedoras del priismo en las pasadas elecciones, está a punto de serle restregada por los líderes jaliscienses, con Enrique Alfaro a la cabeza, que tienen metido más de medio cuerpo en la franquicia.
PES y Panal, títeres de Oso…rio Chong
El PES, que dicen maneja Oso…rio Chong, no se ha dado cuenta que tiene que rendirse ante los evangelistas presbiterianos que saben mucho de manejar mayorías electivas y Consejeros. El Panal, con los dirigentes magisteriales aterrorizados ante la creciente fuerza de la CNTE, están materialmente impedidos para pensar en cualquier alianza. No tienen voz cantante.
PT: cambios de chaqueta y de timón
Del PT se puede esperar cualquier cosa, hasta en un cambio de chaqueta y de timón, a cualquier hora. Sólo puede pactar alianzas, igual que todos los demás, a pedazos. Los remiendos chuscos de las franquicias, parches y demasías, definirán el futuro de cada cacho.
A Morena sólo le interesa el 2018
A Morena no le interesa por ahora ganar elecciones locales –por lo cual su participación en las elecciones del Estado de México, Nayarit y Coahuila, tiende a ser testimonial y acumulativa en simpatizantes para el 2018. Es cierto que tiene un solo mando, pero las expectativas de él no son las mismas que las que tengan los demás.
Partidos: cuánto tienes, cuánto vales
Por lo visto, hasta ahora las alianzas cantadas por los “operadores” de las franquicias sólo son, en el mejor de los casos, una quimera. Nadie trae al perro, menos al mecate. Todo se ta$a en otros términos, en otras arenas que no son las electorales de rigor.
Y como no se ve que esto pueda cambiar para mejor, el panorama de la elección presidencial del 2018, está más enredado que un nabo. A diferencia de lo que pasa en otras latitudes, donde las franquicias tienen domador, aquí en el rancho grande, los intereses políticos están severamente trastocados por las ambiciones de quienes creen ser dueños de las decisiones de los partidos.
La regla, más sencilla que la tabla del uno, es: cuánto tienes, cuánto vales. En eso acabó la tan temida partidocracia mexicana. Un juego más complicado que lo que previeron los autores dizque políticos de esta masacre de desperdicios.
Ante este asunto, ni el justiciero empalador rumano Vlad Tapes, sabría por cuál trasero empezar.
Un estercolero más grande y hediondo que todos los chiqueros de La Piedad, juntos.
¡Y lo que sigue!
Índice Flamígero: Ha causado verdadera expectación el anuncio de Azteca Trece –la televisora que dirige Benjamín Salinas Sada– de la transmisión, este miércoles y el próximo viernes, del documental en el que Carlos Salinas de Gortari da su versión sobre las todavía muy controvertidas elecciones de 1988. Con este se cierra la trilogía que ya tuvo como personajes centrales a Manuel Maquío Clouthier y a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. La producción es de Azteca Opinión, en la que colaboro. + + + El contraste es elocuente: mientras el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, se humilla al ofrecer explicaciones a Barack Obama por la presencia en Los Pinos de Donald Trump, el mandatario filipino dijo que él no tiene que explicar al Presidente de Estados Unidos su política en contra del narcotráfico –en la que, como aquí, sobresalen las matanzas extrajudiciales (remember Tlatlaya, Tanhuato, et al— y, de paso, como no queriendo la cosa, llamó a Obama “hijo de puta”. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre, ¿o no? + + + Y más sobre el tema: don Miguel Ramírez escribe desde Torreón, Coahuila: “Después de compararlo con Mussolini y Hitler, EPN recibió la semana pasada en Los Pinos a Donald Trump. La invitación a venir a México la hizo también a Hillary Clinton, quien ya la rechazó. El mexiquense ignoró la política no intervencionista que durante décadas ha seguido nuestro país y que le ha dado buenos resultados. Ahora, Peña Nieto se inmiscuyó de lleno en la elección presidencial de los EU con consecuencias que pueden ser funestas, no importa quién sea el ganador el próximo mes de noviembre. A Peña Nieto, a quien ya se le empieza a llamar “Enrique no doy una”, por sus constantes y graves errores, todavía le quedan dos años y tres meses al mando del Poder Ejecutivo de la nación, tiempo más que suficiente para que presente algunas más de sus iniciativas aberrantes.”
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