* Vivir como él puede ser a toda madre, a pesar de las exigencias de las federaciones y las mentadas de madre en las redes sociales, motivadas por los resultados que entrega, porque a fin de cuentas llega a Los Pinos y su cuate del alma lo abraza, le indica: Aguanta
Gregorio Ortega Molina
¿Quién como el mero mero de la Codeme? ¿Puedes imaginarlo?, hace lo que le viene en gana, y lo respalda su cuate, el “preciso” de la República. A nadie puede irle mejor en la vida que tener un cuate, qué digo un amigo, un cómplice con poder.
Vita brevis, pero poco importa que así sea cuando disfruta de impunidad, de esa que vale y le respalda cualquier travesura, legal o fuera de la ley, pues para eso es el billete fiscal, para agarrarlo a manos llenas y llevarse a su “quelite” a Río de Janeiro. Con él y a cuerpo de reina, como acompañante del representante oficial del deporte mexicano en los juegos olímpicos de Brasil.
Que digan misa los pelados, los proles liberales y las buenas conciencias. Tú, Alfredo Castillo, has cumplido a carta cabal. En Toluca, donde algo debiste hacer con lo que quedaba de la niña Paulette; en Michoacán, tarea que no fue sencilla y estuvo llena de trampitas, pero hiciste tu tarea, iniciaste la limpieza social de los integrantes de las autodefensas, con la idea de que desaparezcan, como han de desaparecer en el nuevo proyecto educativo las normales rurales.
Comprometerte con el poder no te fue fácil, por más debilitado que quieran ver o mostrar al presidente de la República. Por eso debes ir adelante, más adelante, para asegurar que las importadoras de automóvil tiemblen con los bloqueos de tres personas en Lázaro Cárdenas, para que te pidan el favor y abras las puertas que les dan acceso a las distribuidoras de las grandes ciudades de la república, donde ya los tienen vendidos.
Sí, los bloqueos resultan negocio para todo mundo, incluso para las aseguradoras y los industriales que dicen, asegurar perder hasta la camisa; lo cierto es que los productos llegan a su destino, o a otros, pero también es verdad que las compañías de seguros cubren los “daños”, mientras ellos, los dueños del billete, pagan las pólizas.
Vivir como Alfredo Castillo puede ser a toda madre, a pesar de las exigencias de las federaciones y las mentadas de madre en las redes sociales, motivadas por los resultados que entrega, porque a fin de cuentas llega a Los Pinos y su cuate del alma lo abraza, le indica: Aguanta.
¿Quién como Alfredo Castillo? El caso es pasarla a todas margaritas, y más se disfruta cuando el dinero no es de su patrimonio, sino del erario, y con la lana de los contribuyentes se lleva a su peor es nada a Río de Janeiro. Que pegue de gritos la broza, no entienden lo que es el poder.
Tan es así, que desde esa su impunidad garantizada pudo haberse dado el lujo de ser lacónico con sus detractores, y responder: a chillidos de puerco, oídos de chicharronero. ¿Más claro?