Por Aurelio Contreras Moreno
Ante la evidencia de la brutal corrupción del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, exhibida profusamente a nivel nacional, el todavía mandatario sigue dando coletazos de falta de dignidad, oprobio y desvergüenza, como para analizarse en un hospital psiquiátrico.
Por enésima ocasión, el auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez, acusó al gobierno de Veracruz de no haber solventado un solo peso de los 35 mil millones que el organismo reclama a la administración estatal desde 2014. Sólo que esta vez lo hizo en vivo en un noticiero de Televisa, el de Carlos Loret de Mola.
En ese mismo espacio, se presentó el caso –publicado en la Rúbrica desde hace varios meses- de la defraudación que el gobierno estatal cometió en contra de sus propios empleados, al descontarles dinero de su nómina para el pago de créditos y electrodomésticos contratados con empresas financieras a las que nunca se les depositó ese dinero, cuyo destino es desconocido.
Esto sacó de sus casillas a Duarte de Ochoa, quien desde antes de que comenzara la emisión del noticiero a las 6 de la mañana de este martes 6 de septiembre –avisado de lo que se iba a transmitir-, ya la había emprendido a “tuitazos” contra Loret, contra el Auditor Superior y contra una de las financieras, la empresa Intermercado.
No paró en eso. Contra Loret de Mola, envió a un ejército de bots a “trolearlo” en Twitter; contra el Auditor Superior, mandó al secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pelegrín, para amagar con recurrir a los tribunales para que ahí se determinen las irregularidades que el gobierno estatal dice haber ha solventado –como si eso no fuera facultad del órgano fiscalizador-; y contra los directivos de Intermercado hizo circular un bulo infamante, al más puro estilo de la casa.
A media mañana del mismo martes, Javier Duarte se presentó en las oficinas del Sistema de Administración Tributaria en Xalapa para, según se reportó, tramitar su cambio de domicilio fiscal. Con un gesto desencajado, cuestionado por los reporteros sobre los señalamientos de Portal Martínez, el gobernador evadió responder, diciendo que con hacerlo vía Twitter “basta y sobra”.
Acorralado, sometido a una golpiza mediática y política en la Ciudad de México, a pocas semanas de entregar el poder y quedar, ahora sí, sin red de protección alguna, a merced de sus enemigos de dentro y fuera, Javier Duarte de Ochoa exhibe una fragilidad emocional preocupante, que lo está llevando a tomar decisiones de altísimo riesgo.
La noche del lunes 5 de septiembre, después de haber acudido al informe de labores de la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara –a donde no fue enviado representante alguno del Ejecutivo del estado-, el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, fue detenido en el retén de la Fuerza Civil apostado a la salida de Xalapa, en la autopista a Veracruz, y según esto, encañonado por los elementos policiacos que, de acuerdo con la versión del afectado, lo venían siguiendo.
Esta decisión de monumental irresponsabilidad –porque es inverosímil creer que no sabían a quién detenían- pudo haber llegado a provocar una tragedia que acabara de destrozar la de por sí exigua estabilidad de la entidad. ¿Es eso lo que anda buscando Javier Duarte?
Sólo él lo sabe. Pero cualquier cosa puede esperarse de un gobernador que, como chivo en cristalería, destruye todo a su paso.
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