La vida en Tamalville era la cosa más asquerosa y repugnante, pero esta afirmación era solamente del chingado tamal enfermo, quien era el único que todo el tiempo estaba quejándose, lamentándose y maldiciendo su destino y su realidad. Vivir en Tamalville le producía intensos dolores de cabeza, incluso hasta se le había paralizado todo su cuerpo, debido a todos los dolores que día con día se le acumulaban, y que ya no tenían cabida, y mucho menos manera de ser echados fuera de su cuerpo, de su chingado cuerpo.
Ah, pobre chingado tamal, su cuerpo solo seguía y seguía absorbiendo dolor y más dolor, esto sin mencionar todas las frustraciones y accesos de ira de los que era víctima. Por lo tanto, se había vuelto un tamal muy pero muy raro.
Su vida era puro aislamiento, y cuando trataba de socializar o de entablar una plática con otro tamal, enseguida comenzaba a desesperarse y a sentir algo que no sabía entender y mucho menos explicárselo así mismo. Ah, pobre chingado tamal.
En verdad que su existencia era una completa tortura. Todo el dolor en su cuerpo lo torturaba las 24 horas del día, pero él solo pensaba y se decía que todo era por culpa de ser un chingado tamal, pero sin tener la mentalidad de uno de ellos.
El tiempo seguía su curso, y el tamal enfermo se iba cansando, más y más, de su chingada existencia. En sus peores momentos de desesperación, todo y lo único que sentía eran ganas de cometer suicidio. Sentía ganas de matarse. Se imaginaba así mismo clavándose un tenedor, hasta traspasarlo por la otra parte de su cuerpo. Toda la escena sucedía en su chingada mente. Veía los pedazos de su cuerpo despedazarse, y caer al suelo. Los pedazos de masa cocida se volvían solo esto, pedazos de masa, pedazos de un cuerpo que alguna vez tuvo vida.
Ah, ¡LIBERACIÓN!, pensaba el pobre chingado tamal enfermo.
¡Cuánto lo deseaba y lo anhelaba!, pero no tenía las agallas para hacerlo, o más bien seguía guardando en su chingado interior con carne, que no sabía de qué tipo era, una esperanza, LA ESPERANZA DE QUE UN DÍA CUALQUIERA SU TORMENTO Y SU SUFRIMIENTO CESARÍAN POR COMPLETO.
Pero mientras seguía esperando por aquel chingado día, su chingada vida seguía siendo una de las más difíciles y deprimentes de las vidas, de las chingadas vidas en Tamalville. Ay, ¿cómo chingados iba a poder así…? ¿Cuánto tiempo más aguantaría de esta manera? Solamente el tiempo lo sabía.