Todo era MISERIA Y PERDICIÓN en Tamalville, pero esta afirmación era solamente del chingado tamal enfermo, quien no podía ver con una óptica distinta todo su chingado entorno.
Todo lo que veía le lastimaba sus ojos, sus chingados ojos. Por lo tanto, todo el tiempo le ardían estos, de una manera muy dolorosa y horrible, y de tanto no querer ver, toda su chingada frente se le había inflamado de una manera imposible. Ay, pobre chingado tamal.
Cada día que pasaba su chingada vida iba empeorando más y más. Su espalda le dolía, de una manera indecible, su pecho y sus costillas también, un dolor en su cabeza le punzaba y le martillaba, y su nariz se le obstruía todo el tiempo, según él que porque le costaba mucho respirar aquel chingado aire impuro.
Su organismo no lo había soportado, y, por lo tanto, éste había sucumbido por completo ante tanto dolor. SE HABÍA ROTO POR COMPLETO. Todo su chingado cuerpo había quedado hecho trizas, igual que todos sus chingados sueños.
¿Cómo puedo salir de todo esto?, se preguntaba el pobre chingado tamal enfermo, cuando bien sabía que se encontraba atrapado en un laberinto sin salida, bueno, casi sin salida.
Habían ratos en su chingado existir diario, ratos muy afortunados en los que con mucho esfuerzo lograba DISIPAR su chingado dolor. Entonces era cuando volvía a sentir esperanza, sí, una chingada esperanza para superar su dolor y todos sus chingados traumas. Ay, pobre chingado tamal.
Su vida se le escapaba para nunca más poder volver a recuperarla. Su vida, su chingada vida llena de anhelos e ilusiones, que cuando no sentía dolor volvía a recordar.
Me habría gustado ser y hacer esto y aquello, se decía así mismo, cuando los malos recuerdos no lo hacían sentirse avergonzado de sí mismo, y de su pasado lleno de puro dolor. Pero creo que aun puedo hacerlo, se decía, cuando el intenso dolor en todo su chingado cuerpo le permitía experimentar tranquilidad, algo por lo que muchos años había luchado: TRANQUILIDAD Y PAZ MENTAL.
Tamal, ¡Tamal! No desfallezcas, por favor… Cuando aquel chingado tamal enfermo lograba conseguir salir de la perturbación que todo el dolor en toda su chingada cabeza le ocasionaba, todo lo que hacía era repetirse una serie de cosas, cosas positivas, cosas que pudiesen inyectarle fuerza y energía a su tan chingado cuerpo de masa, el templo de su alma. Tamal, chingado tamal,
¡VAS A ESTAR BIEN, YA LO VERÁS…! El chingado tamal luchaba combatiendo su propio dolor, mezclado con otros dolores, como el dolor por todo el tiempo estar viendo en donde había estado años atrás, nada más ni nada menos que en el peor de los infiernos. Ay, pobre chingado tamal.
Al parecer había nacido sin lo necesario para poder soportar tantas chingadas de los demás chingados tamales, para quienes vivir en Tamalville venía siendo como vivir en el paraíso inventado por su chingado tamal todopoderoso.