CIUDAD DE MÉXICO, 29 de octubre (AlmomentoMX).- Una de las ceremonias más importantes y antiguas de México es “El día de muertos”, festividad que rompe fronteras, con proyección de índole internacional.
Declarado “El día de muertos” por la UNESCO como: “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. Todo ello, gracias a sus raíces ancestrales, su contenido indígena, mestizo y popular; rescatando, a su vez, elementos gastronómicos, religiosos, culturales, rituales y artísticos.
Se celebra principalmente los días 1 y 2 de noviembre, aunque en algunos lugares comienza desde el 31 de octubre, coincidiendo con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.
Según la tradición, los dos primeros días de noviembre se celebra la unión del mundo de los muertos con el de los vivos siendo el primer día para las almas de los niños (infantes) y el segundo al de los adultos.
Dentro de las costumbres, no pueden faltar las “ofrendas a los difuntos” que se caracterizan por contener los platillos favoritos de los difuntos, juguetes, se prenden veladoras que significa la luz que guiará al alma visitante a encontrar su camino. También no pueden faltar las flores amarillas o naranjas de cempasúchil que simbolizan la tierra y muchas veces también se utilizan para hacer un camino de flores. La imagen de un santo o una virgen, que se coloca normalmente para recibir bendiciones, la fotografía del difunto, cadenas de papel picado, pan de muerto, la sal que simboliza el elemento purificador, copal que se coloca para purificar y ahuyentar a los malos espíritus y no pueden faltar las bebidas preferidas de los difuntos.
Las bebidas son esenciales, tradicionalmente se procura colocar un vaso de agua o la bebida predilecta del difunto para apaciguar su sed. El líquido vital también tiene una connotación cosmológica donde el agua significa transitar entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El agua representa el origen; pasar por medio del agua es como cruzar el umbral que nos regresa de dónde venimos. Es por eso que aunque sea un vaso de agua no puede faltar en los altares.
Entre las bebidas tradicionales mexicanas que se ponen en los altares se encuentra las botellas de cerveza, tequila, mezcal, tarros con pulque, o rompope. Las bebidas no tienen que ser necesariamente alcohólicas, lo importante es que el difunto esté a gusto y sea un líquido con el cual quiera calmar su sed. El cacao convertido en un chocolate caliente o atole siempre es bien recibido por las ánimas honradas.
El cacao, denominado “el alimento de los Dioses”, antes de la llegada de los españoles se utilizaba para elaborar una bebida con agua que tenía un sabor agrio. Se empleaba además como moneda para llevar a cabo el intercambio comercial (trueque) y para el pago del tributo, por lo que se le tenía en gran estima. Se dice que Moctezuma se tomaba durante el día 40 tazas de esta bebida como afrodisíaco. Durante la Colonia, el cacao se comenzó a preparar con leche y endulzarse con azúcar lo que la llevó a convertirse en una de las bebidas más solicitadas no sólo en la Nueva España, sino incluso en Europa, ya que era considerada “Bebida de Reyes”.
El chocolate gracias a sus múltiples bondades hoy en día se emplea en la gastronomía, sigue siendo un regalo ideal, resulta la opción perfecta para aliviar el desánimo y celebrar la alegría. Sin duda alguna, no puede faltar en una ofrenda típica mexicana este Día de Muertos. Al fin y al cabo, fue de México de quien el mundo conoció el cacao.
Para la Asociación Nacional de Fabricantes de Chocolates, Dulces y Similares (Aschoco) es primordial rescatar y fortalecer la imagen del chocolate, símbolo de identidad nacional y parte de nuestra herencia y tradición.
AM.MX/fm
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