A estas alturas del partido y sin querer ofender a nadie, mas quizá en su consciencia, quien confíe en la democracia y en el sistema de votaciones moderno es; quién cuenta los votos o un perfecto imbécil.
Lo sucedido con el triunfo del antes llamado “Pinche gringo racista” y ahora catalogado como “Mister Trump” (o Master Trump) es prueba fehaciente de ello.
Por más que se diga que ya se sabía que D. Trump ganaría las elecciones y que agudísimos, sesudísimos análisis así lo dictaban, es una falacia, nadie, repito, nadie sabía a una semana de las elecciones quien sería el nuevo presidente de los Estados Unidos, los analistas más serios y renombrados se declararon incapaces de definir quien sería el ganador.
Pero en el trasfondo, en ese llamado estado profundo que gobierna el mundo entero, se sabía de antemano quien sería el ungido.
Las señales eran turbias, esas si bien reconocidas por los buenos oficios de analistas nacionales e internacionales, interpretaron que la economía ya no puede continuar manejándose del mismo modo que hasta la fecha, que la multipolaridad del poder es ya un hecho que no se puede distraer en un berrinche o pataleta llevándonos a otros conflictos que abonen a la guerra mundial actual.
La globalización no permite la multipolaridad más allá del comercio y los acuerdos, la visión de una globalización en donde todos somos pseudo- gringos habilitados bajo el yugo de un sólo imperio que conduzca nuestros destinos se acabo, por ello el sentimiento de nacionalismo y protección ha resurgido con fuerza y en casos extremos como racismo y xenofobia.
Así que la decisión era clara; o continuamos con la geoestrategia actual del modelo unipolar o comenzamos a negociar el modelo multipolar.
La decisión es más que obvia para cualquiera que no haya abrevado y enriquecido de esa unilateralidad de un estado imperialista como USA. Pero evidentemente tal condición ha causado más problemas que beneficios, con la mayor deuda del planeta y con decenas de conflictos armados abiertos alrededor del mundo, miles de millones de dólares invertidos en estados “afines”, en armas, bases militares, lobbys y “política” exterior así como manutención de células terroristas y primaveras revolucionarias, el país del norte es un gigante agotado, drogado y abotagado, su población sufre los mismos efectos de cualquier otra sociedad neoliberal, pobreza, inequidad y desigualdad creciente entre estratos socioeconómicos, desempleo y crisis económicas repetidas, crónicas.
Por ello la idea de un cambio pareció muy adecuada para el estadounidense promedio y de ello la oportunidad de ejercer su voto y confiar en el “sistemita” electoral democrático.
Sin embargo, reitero, la decisión ya estaba tomada, desde las elecciones primarias la cúpula oligárquica sabía que el único que podría llevar a cabo un cambio de estrategia sería Donald Trump, a pesar de su bocaza, y sus innegables aptitudes de racista, misógino y xenófobo es el arquetipo del gringo promedio, un personaje inculto, egomaniaco, egocéntrico de fácil retórica, burda y primitiva, admirado por sus logros financieros mucho más que por su ética de vida. Su presencia y candidatura rindió sus beneficios entre quienes despreciaron por fin la manipulación mediática regular, a pesar de mensajes de famosos tan dispares como Robert de Niro o la infame Paulina Rubio, de actos cursis de apoyo como una canción dedicada a Hillary por Vicente Fernandez hasta camisetas electorales vestidas en pleno senado por genuflexos senadores, de todo se usó y de todo se permitió en esa campaña de los medios gringos y mexicanos, de hecho si las elecciones hubieran sido en México la ganadora indiscutible habría sido Hillary Clinton, de esa magnitud fue la manipulación mediática que nos empapó a través de nuestras joyas patrioteras, textoservidores, intelectuales orgánicos, famosos de la farándula, loros de la casta dorada y gerifaltes del sionismo mexicano.
Tanto así filtró en el animo nacional las elecciones qué ¡hasta ellos, la oligarquía mexicana, olvidó las reglas del juego y en su megalomanía cayeron en el juego de la democracia!..
Nos hicieron creer que la visita de D. Trump como candidato, era una elaborada estrategia casi ajedrecista del animal que nos ha llevado al mayor endeudamiento jamás visto en México, este animal junto con el otro burro, cerraron los ojos y contuvieron el aliento cuando desde USA les avisaron “ahí les va el nuevo CEO, atiéndanlo y pónganse a sus ordenes”, todo lo que se dijo después fueron puras bravatas y fanfarronerías de un lobby judío sionista, que molesto, reacciono desmedidamente ante la marginal visita y la falta de respeto a su “territorio”, como se acostumbra en la mafias.
El resto de políticos mexicanos, que ni son políticos ni parecen ser mexicanos, no tuvieron la más mínima prudencia al mantenerse al margen de la visita y elección en el imperio, azuzados como perritos falderos de inmediato salieron ladrando para proteger los intereses de sus patrones, los del lobby judío y los empresarios, los bellos y bellas de la farándula mexicana, caracterizados por una supina falta de inteligencia y más trastocados que los trinquetes del metro Balderas, iniciaron una campaña pro Hillary, que para ser honestos fue la envidia de la campaña en USA de sus colegas gringos. Diarios, columnas, opiniones y textos dejándose llevar por la marea Hillary, la mayoría condenando frívolamente hechos tan pueriles como si D. Trump es un garañón con muchísimo dinero para tener a cualquier hembra en venta o renta, obviando que este tipo de mujeres son quienes propician tal conducta al no darse a respetar y distrayendo el hecho de que la misma H. Clinton fungía de alcahueta de su marido, así de torcida fue la campaña.
Y la cuestión era tan sencilla como establecer en principio que la “democracia” en México se basa en un “sistema electoral” y que ambos son una farsa, que las votaciones en México son sólo una manera de hacer creer al electorado incauto que su opinión tiene algún valor y que cualquier consecuencia es culpa de este ejercicio voluntario y “democrático”, porque las votaciones no sirven para nada de lo que se supone, y como decía José Stalin “no importa quien vota sino quien cuenta los votos”, tal máxima se les paso de largo a la encumbradísima casta dorada mexicana y entraron de lleno en el jueguito democrático norteamericano, como si este fuera diferente, ¡inconcebible cuanta inocencia!, les aplicaron a ellos la que nos han aplicado a nosotros desde hace décadas.
Y lo hicieron por su ambición, por su desesperación, por tratar de jugar en las ligas mayores de la corrupción democrática con el manual “democracia para dummies” y peor aún jugando en un juego arreglado.
Creyeron, en su inmenso narcisismo, poder influir en la decisión final de la elección del presidente de los Estados Unidos de América promoviendo el voto latino..¡qué brutos! y en el proceso jalaron a millones de mexicanos que ahora están alarmadísimos por que el monstruo creado en el imaginativo nacional ya aterrizó.
Lo que nos faltaba, un México convulsionado, corrompido, miserable, hundido ahora en la incertidumbre del Atila del Norte. Y los agoreros del mal todavía en su “pendejez” vaticinando tiempos funestos, ¿más?, caída del peso, mismo que ha mantenido su paridad a fuerza de yemas y millones de usd subastados. O los viejitos ridículos que salen a decir que ¡somos un país libre, independiente y soberano! haciendo coro de intelectos como los de una Andrea Legarreta, apoteosis arquetípica de la simpatía mexicana sin cerebro, que pena.
Jugaron a la democracia y salieron trasquilados.
-Victor Roccas