Joel Hernández Santiago
En Estados Unidos de América viven 55.2 millones de latinos, lo que representa el 17% de la población total del país, de éstos el 63 por ciento es de origen mexicano, o sea 35 millones.
De la cifra total, unos 27.3 millones de latinos estaban en condiciones de votar, pero la NALEO –Organización de funcionarios latinos electos en EUA — informó que sólo unos 13.1 millones votaron, sólo un aumento de 17 por ciento comparado con los 11.2 millones que votaron en 2012.
¿Por qué votaron tan pocos latinos? Uno suponía que votarían de forma masiva en ‘legítima defensa’, por las agresiones verbales en su contra del presidente electo Donald Trump –que fueron de lo sutil a lo majadero–, y por sus amenazas reiteradas de expulsión de indocumentados latinos –unos 11.5 millones–, por su promesa de construir un muro en la frontera con México, y porque simple y sencillamente la inmigración mexicana le cae gorda.
Son muchos los factores. Según un estudio de Pew Research Center en EUA, “la mayoría de los latinos en Estados Unidos dice que hay más diferencias que cosas en común entre ellos en el país”.
Y es cierto. Los latinos que viven en EUA tienen diferencias de origen nacional. Esto es, el grupo predominante es el de los mexicanos, que al mismo tiempo fue el más agredido por Trump, luego están los puertorriqueños, cubanos, centroamericanos y sudamericanos.
Los puertorriqueños, que hacían mayoría en estados clave para el resultado electoral, como es Florida, no tienen problema frente a las amenazas de Trump, porque ellos que provienen de un Estado asociado, pueden radicar y trabajar o estudiar sin necesidad de visa en cualquier lugar de Estados Unidos: en mayoría votaron por Trump. Al mismo tiempo, las leyes estadounidenses favorecen la legalización pronta a los cubanos provenientes de la isla, y votaron por Trump.
La mayoría de puertorriqueños y cubanos que sufragaron, inclinaron la balanza de Florida en favor del partido Republicano porque están indignados por la política del demócrata Obama de acercamiento a Cuba, lo que ven como una agresión a su historia de origen.
Entre los mexicanos hay divisiones fuertes. Hay distintos grupos de apoyo pero aglutinan a distintos intereses y estatus, sin conexión entre ellos.
Hay muchos estadounidenses de origen mexicano que decidieron votar por Trump, en primer lugar porque se perciben estadounidenses y no sienten tener vínculos con su país de origen, además de que advierten –según su punto de vista- que los inmigrantes mexicanos les quitan fuentes de trabajo a los mexicanos o hijos de mexicanos legalizados.
De ahí que el llamado demócrata a que los latinos votaran en su favor no caló fuerte y sí mostró a una comunidad dividida y hasta confrontada en sus intereses y en sus aspiraciones dentro de la Unión Americana.
Esas mismas diferencias y cuarteaduras que mostró el cuadro social estadounidense que en su mayoría llevó a la presidencia a un personaje que se antoja siniestro y peligroso, pero que les habló ‘bien y bonito’ porque se siente desplazada y agraviada por las políticas económicas del gobierno de Obama y porque se sienten cada día más desvinculados del famoso “sueño americano” del todo cumplido para todos.
Pues eso: ganó Trump las elecciones para ser presidente del país de Oz, hoy más dividido que nunca, con una población confrontada. Una mayoría que le fue favorable y que muestra las fauces de una fiera racista, xenófobo, misógina y peligrosa para todos en el mundo: Y será así por cuatro años: 2017-2020: un abrir y cerrar de ojos… o una eternidad… depende.
Quienes no votaron por Trump ya muestran su indignación por ese triunfo Republicano. El 9 de noviembre salieron a las calles de las ciudades más importantes de EUA grupos de jóvenes que repudian estos resultados y que declaran su repudio al presidente electo.
Pero lo que es, es. Y ya el jueves 10 fue recibido en la Casa Blanca por el todavía presidente Barack Obama, para hacer una transición de gobierno tersa y democrática…
El 20 de enero próximo será el inicio de una pesadilla para todos en el mundo… o casi todos.
Aún resuenan en las palabras triunfales-complacientes-benévolas-amenazantes-orgullosas y arrogantes de Trump una vez que tenía el triunfo en el bolsillo: “Vamos a llevarnos bien con todas las demás naciones que estén dispuestas a llevarse bien con nosotros…”…
…Una línea muy delgada separa al país que “quiso” del que “no quiso” y, por tanto, no es un país amigo… Y eso lo decidirán él y su mayoría legislativa.