Desdichados de aquellos que teniendo una vida enraizada en los recuerdos de su terruño deben escapar a la triste realidad que les arranca de esa tierra en la que nacieron para llevarlos a tierras lejanas, extrañas e ingratas.
Para millones de mexicanos migrar a USA es la única opción de vida, no sólo para ellos sino para la supervivencia de sus familias, mucho se ha hablado de la migración, de sus víctimas y deudos, de sus orígenes y consecuencias, pero nunca es suficiente, nunca está dicho todo…
La migración en México es prácticamente el puntal de la economía mexicana, nuestro país vive de las remesas que los migrantes indocumentados envían mediante empresas que por ello, se llevan un porcentaje y por esto han crecido exponencialmente hasta llegar a ser instituciones financieras de gran calado.
No sólo las familias de los migrantes indocumentados son beneficiarias del esfuerzo y peligros que corren los braceros, el éxodo mexicano es aprovechado desde los famosos polleros, la migra, el crimen organizado, quienes les contratan en USA como esclavos, las empresas de envíos, hasta los gobiernos municipales, estatales y federal mexicanos, estos últimos los principales beneficiarios al evadir su responsabilidad como procuradores directos de bienestar social, así también por empresarios que gracias a ese dinero, que llega a México, pueden vender sus productos y acumular ganancias sin tampoco invertir en generación de empleos.
No hace falta ser un genio de la economía para darse cuenta que si no hay fuentes de empleo bien pagado y suficientes, no hay circulante de efectivo y por tanto el gasto de las familias se disminuye a lo indispensable, lo cual tiene efectos desastrosos en la venta de productos y servicios que no son de primera necesidad y, sin entrar en más detalles, en resumen resultan en una crisis.
Esas remesas tan indispensables para familias divididas, dolidas y desamparadas ante la ausencia de uno o más de sus seres queridos alivian la desolación, la tristeza, el hambre y la miseria, pero también, tristemente, fomentan la corrupción y la ambición de las clases políticas y empresariales que no trabajan ni invierten en el fomento social, sólo se dejan llevar cómodamente por la certeza de millones de mexicanos enviando remesas por miles de millones de dólares al año. El tiempo libre de tanto huevón parásito, políticos-empresarios, la socialité, la crème de la crème mexicana es dedicado entonces a corromper todo a su alcance para procurarse vidas de excesos, acumulación, contubernio y poder con sus malsanos pares, la crematística super-recargada.
¿Dónde está la generación de empleos tan cacareados por cada gobierno en México?
¿Dónde están aquellos empleos dignos y suficientes que grandes empresarios prometen cada sexenio al gobierno, a cambio de mayores facilidades y menor regulación?
¿Dónde esas pantagruélicas inversiones extranjeras que con sus plantas, tecnología e industria harían de México la “Alemania latinoamericana”?..
Hemos rematado y puesto en venta todo lo que nos define como país, nuestra tan publicitada soberanía sólo vive en el imaginario, lo he dicho y lo repito, no se puede ser un país soberano si no existe autosuficiencia y por ello independencia.
Nuestra mayor industria es la mal llamada industria de las remesas, es una fuente aparentemente inagotable de dinero fácil para la economía nacional, pues no se invierte absolutamente nada en tal generación de dólares, por el contrario entre más migrantes se vean obligados a buscarse la vida en USA y envíen dinero a sus familias, mucho mejor.
Ayudan bastante la falta de empleos, la corrupción, la inseguridad, la violencia, la discriminación, la ignorancia y muchos otros factores que provocan la migración de los sectores socioeconómicamente clasificados como pobres, porque ellos son los que difícilmente obtendrán legalidad en USA y por ello la imposibilidad de atraer a sus familias al “sueño americano”, asegurando las remesas como una especie de secuestro-rescate. De ahí que esos migrantes pobres que “realizan los trabajos que ni los negros harían”, como un famoso idiota declaró, sean tan importantes para el desarrollo de la casta dorada mexicana.
“Si alcanzamos la cifra (de remesas) que está estimada para este año, estaremos hablando ya del renglón número uno de ingreso de divisas a nuestro país; más que el petróleo, más que el turismo, más que la inversión extranjera directa. Que Dios se los pague con creces, por que sus familias hacen un excelente uso de ese dinero” -Vicente Fox Quezada, 7 de Noviembre del 2003
Si, los mexicanos migrantes indocumentados en USA son muy importantes para la economía del país del norte, pero el dinero que envían es esencial, vital para el “modelito” económico al cual nuestras clases dirigentes nos tienen sometidos desde hace décadas, tanto así que esta oligarquía agradece cínicamente a su Dios por tanta buena ventura.
Efectivamente la idea de que millones de indocumentados pierdan la capacidad de enviar dinero a sus familias es desastrosa, pero esta idea alcanza nuevas dimensiones de terror para gobierno y empresas mexicanas.
¿Cómo generar nuevos empleos en un estado que depende totalmente de la capacidad de un estado vecino para cubrir tal necesidad?
¿Están preparados los grandes empresarios para disminuir sus multimillonarias ganancias e invertirlas verdaderamente en el desarrollo del país?
¿Estará el estado listo para esgrimir su autoridad y responsabilidad en aras del bienestar social y dejar de beneficiarse a costa de corrupción, avaricia y poder?
¿Existe acaso un plan para construir un país autosuficiente o seguiremos montados en el esquizoide tren de la competitividad ante contrincantes muy superiores?
Existen quienes esgrimen cándidamente un mensaje de optimismo, casi de ruego celestial ante semejante pánico, como el pronunciado por EPN, donde expuso;
“Somos al final de cuentas corresponsables de invocar aquello que queremos y que invocamos (sic), dejemos de lado el pesimismo y optemos por ser positivos y por el optimismo (sic), por que realmente es así en este pensamiento, en está energía que podamos proyectar, es como estaremos invocando lo que queremos para nuestra nación, ustedes son importantes contribuyentes y forjadores del México que hoy tenemos, sigamos haciendo una mejor patria (sic), una mejor nación, un espacio de mayores oportunidades, para las nuevas generaciones.
Pero depende realmente, de la buena vibra (sic), de la energía que proyectemos y del México que concibamos en nuestras mentes, ese México que está en sus mentes, que está en sus corazones, todos somos parte desde nuestra forma de pensar, desde nuestra forma de concebir lo que llevamos dentro, en lo que deberá de deparar a nuestra nación. Yo estoy optimista, creo en el futuro promisorio de México y creo en el esfuerzo que ustedes realizan…” -Enrique Peña Nieto, 99 aniversario de la CONCANACO-SERVYTUR, 11 de Noviembre 2016.
Con semejante declaración u homilía, me es diáfanamente claro que el optimismo tiene sus raíces en el cretinismo, en la estúpida esperanza de quienes creen en la invocación “chaquetera”, ya sea de un ser divino o de una realidad alterna, y de la “buena vibra” que como expresión de púberes “nice”, convence a millones de mexicanos incautos sobre las nobles intenciones de una recua de criminales que tienen al país en una pira y en manos de una nación extranjera que puede hacer con nosotros lo que le venga en gana.
Así, pueden llamarme pesimista que lo tomaré como un cumplido, sostengo que la migración hacia USA causa miedo a quienes se arriesgan a ser deportados, pero provoca pavor, sudor frío y diarrea a quienes se benefician de ello indirectamente.
-Victor Roccas