En nuestra sociedad el concepto del más pendejo implica, además de la estupidez consabida, a un individuo que carga con la responsabilidad de otros, es decir alguien que resulta ser, en el mejor de los casos, más responsable que otros o, en el peor de los casos, un inocente de antología.
Por ello este tipo de pendejos resultan ser en si mismos un bastión para la idiosincracia del mexicano.
Desde la escuela se inculca este sentido del más pendejo a los alumnos que son más responsables, ese compañerito que está dispuesto a realizar el trabajo ajeno, a razón de aceptación, amenaza, amistad, competencia, o la peor de todas las razones ¡por obligación!..
Así es, como lo escribo, por obligación, hoy día el trabajo en grupo parece ser la más reciente panacea de la pedagogía mexicana, y ello me ha sido confirmado en una conversación con la directora de la escuela bachilleres de mi hija; “El trabajo en grupo es una nueva exigencia de las autoridades educativas” recalcó, un tanto insegura la directora del plantel, ante mi inquietud del porque tanto empeño en realizar trabajos en grupo como tareas y fuera del horario de clase, por supuesto.
Y es que esos maestros que actualmente dejan trabajos en grupo prefieren saltarse la parte difícil del trabajo en grupo y cómodamente dejan a sus discípulos prácticamente rascarse con sus uñas.
Yo también tuve que aguantar las experiencias del trabajo en grupo, y digo aguantar por que el principio de un trabajo en equipo es el liderazgo y la disposición, seguido de un objetivo claro y sobre todo de un reconocimiento mutuo en un grupo heterogéneo, no se puede realizar una buena labor en donde todo apunta a la homogeneización de las capacidades, todos los individuos son diferentes en talento, prestancia y motivación.
Pretender enseñar a los adolescentes a trabajar en equipo sin definir un liderazgo, capacidades, voluntad, motivación, personalidades dentro de un equipo es francamente un cretinismo puro o un “valemadrismo” en grado criminal.
Los adolescentes por muy “maduros” e inteligentes que sean, siguen siendo personas que requieren de la mayor atención y orientación, pero muchos maestros creen qué por ser “adultos en potencia” o “próximos candidatos de una plantilla laboral” deben aprender a trabajar en equipo a punta de cabronazos.
Pero, repito, ¿qué implica trabajar en equipo? ¿hacer todos la misma labor por que todos son talentosos homogéneos?, esto me recuerda más que nunca la finalidad principal de la educación en México, homogeneizar el pensamiento, sin importar si es un pensamiento lógico, matemático, si es una tendencia holística o una hacia el pensamiento individualista, el objetivo final es la homogeneización.
De esto resulta que individuos diferentes se supondrían “obligados” a participar de un objetivo común, ¿pero qué pasa si tales individuos son dispares, diversos, diferentes, es decir tienen personalidades propias? es evidente que no se puede igualar y por ello se requiere de equidad y ello a su vez requiere empatía. Pero esto es un concepto muerto, se pretende igualar a base de compasión, sumisión, competencia, pertenencia, premio y castigo.
Por ello la enseñanza a base de trabajo en equipo termina minando el desarrollo del talento individual cuando no se aplica correctamente, conscientemente, y soló como una técnica de manual o exigencia institucional.
Una vez aclarado lo anterior, es más claro el porque en el trabajo en equipo escolar siempre terminan trabajando los más responsables y cargando con la desidia, inconformidad, desánimo e indolencia de otros miembros, sobre todo cuando no hay un liderazgo y equidad definidos por el maestro, que en su mayoría dejan al arbitrio, sobre todo de los adolescentes, tales factores esenciales de una labor grupal.
Pero ¿qué se puede esperar de maestros que no se preocupan por reconocer diferencias entre sus alumnos?, la justificación posible es la alta concentración del número de individuos por grupo, con una norma de 50 o más alumnos por aula es totalmente antipedagógico, el sistema de enseñanza mediante el trabajo en equipos sólo provoca frustración, exceso de trabajo, dislocación del aprendizaje y fomenta el sentido parasitario del individuo.
No se busca el trabajo en equipo, se busca a quienes realicen el trabajo por los demás con mayor eficiencia, esos individuos que logran sacar adelante semejante labor serán los futuros empleados del mes, acometiendo no sólo las obligaciones de compañeros sino además resguardando las incapacidades de sus propios jefes.
Eso es lo que la educación en México persigue, crear pendejos acostumbrados a cargar con la responsabilidad de un país lleno de individuos educados, también, para dejarse llevar.
Individuos que aprenden a ser pendejos que carguen con un costal lleno de pendejos.
-Victor Roccas